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Usurpadores, asesinos y vigilantes de Palestina

Fuentes: Rebelión

Las empresas de guerra buscan el mayor beneficio. La industria necesita poder y el poder conlleva áreas distintas aunque paralelas: la tecnología, el ejercicio militar con que probar y desarrollar los instrumentos y el mantenimiento de la seguridad, la vigilancia para que la norma sobre la que se establece esa industria se conserve y crezca. […]

Las empresas de guerra buscan el mayor beneficio. La industria necesita poder y el poder conlleva áreas distintas aunque paralelas: la tecnología, el ejercicio militar con que probar y desarrollar los instrumentos y el mantenimiento de la seguridad, la vigilancia para que la norma sobre la que se establece esa industria se conserve y crezca.

Para la empresa de guerra G4S, la mayor del mundo, el campo de pruebas es Palestina. G4S participa, prueba y vigila las prisiones, el muro ilegal y los checkpoints.

En un checkpoint de la ciudad de Hebron (Cisjordania), el viernes 25 de Septiembre una palestina de 18 años fue asesinada. El nombre de la chica era Hadeel al-Hashlamon. Pudimos ver lo sucedido mediante una serie de fotografías, en ellas quedaba claro el crimen. Sin embargo, todos los medios sionazis del mundo occidental aseguraban que la joven había sacado un cuchillo y había intentado apuñalar a un soldado israelí. El fotógrafo, Marcel Leme, al saber que sus fotografías podían haber llevado su nombre, y temiendo por su vida huyó a Brasil, una vez a salvo ha declarado que la joven, Hadeel al-Hashlamon, tan sólo llevaba libros, que además los mercenarios de Israel se dirigían a ella en hebreo, lengua que no entendía, y Hadeel al-Hashlamon se negaba a ser registrada por hombres, pedía algo que en cualquier aeropuerto, en cualquier centro policial… es de obligado cumplimiento, que si debían registrarla fuese una mujer la que lo hiciese. Para mayor escarnio se encontró rodeada por vallas de más de un metro de altura y rodeada por 7 fusileros israelíes con armas sofisticadas que finalmente la acribillaron con 10 balas.

G4S, la empresa privada que se encarga de los checkpoints se ha ido travistiendo como empresa de seguridad en empresa militar que desarrolla las tecnologías más avanzadas para matar. Sus aportaciones hacen de ella una fuerza participante del poder con los sionistas y los dos juntos profundizan en la colonización, colaboran en la expulsión de los habitantes de los territorios ocupados y en el encarcelamiento de palestinos y palestinas. La privatización empresarial de semejantes acciones les reportan grandes beneficios económicos. Israel y G4S venden las armas, probadas en guerra, venden los sistemas de seguridad, la tecnología empleada en la vigilancia y el espionaje, y G4S hace negocio con el control de las prisiones, en las que tienen encerrados a 7.500 palestinos y palestinas.

El militarismo privado, la empresas que se llaman de seguridad, vienen actuando en Oriente Medio sin atenerse a ninguna ley, y su ejército actúa en paralelo con los ejércitos de Israel, EEUU, y sus seguidores, en definitiva, son mercenarios. Así, sus empleadores marginan a los Estados y gobiernos y parlamentos que por defender los Derechos Humanos debían controlar y prohibir sus actividades delincuenciales. De este modo se impediría la pérdida de valores humanos, se resalzarían éstos y se desarrollaría la conciencia de los pueblos, y algo práctico e inmediato: se pondría en cuestión y se perseguiría a las empresas de usurpadores, asesinos y vigilantes del pueblo palestino.

La tortura es legal en Israel y no es motivo de escándalo en los medios de difusión que dominan la información en el mundo, quieren normalizar la deshumanización. Tampoco causa escándalo en esos medios que lleven más de un mes en huelga de hambre los presos palestinos bajo «detención administrativa», una orden de la época colonial inglesa con la que encarcelaban sin juicio durante tiempo indefinido a los palestinos. El Estado de Israel continuó empleándola. Detención y encarcelamiento sin acusación, sin juicio. G4S vigila, se emplea en las cárceles y cobra. La mala alimentación, las humillaciones, la falta de cuidados médicos, la tortura, son la base del comportamiento para con los presos y presas, entre quienes hay niños y niñas, enfermos, hombres y mujeres detenidos y encarcelados de forma ilegal en todo el mundo: por eso se han puesto en huelga de hambre.

Los colonos que quemaron vivos a el niño de año y medio y sus padres, palestinos, siguen libres y felicitados por el cantante tirabombas Matisyahu. Hace unos días fue a Israel para dar su apoyo a quien los dirige. Ningún medio de comunicación general ha dicho una sola palabra ni sobre una cosa ni sobre otra, no se escandalizan.

Si los colonos y el ejército de ocupación venían atacando el centro de oración palestino más importante de Jerusalén, causando centenares de heridos y capturando a un gran número de quienes asistían al centro, en los dos últimos días al grito de «muerte a los palestinos» los colonialistas uniformados y no uniformados han salido en bandas organizadas a capturar, apalear y matar a la población palestina que encuentren en su camino, lo mismo que hace el Ku Klux Klan y lo mismo que hacían los nazis, y además de las palizas han asesinado a tiros a un niño de 6 años y a un adolescente de 15 años.

Los presos palestinos en huelga de hambre piden solidaridad, llaman a dar a conocer la batalla que llevan a cabo contra la «detención administrativa», nos convocan a seguir su lucha pacífica con nuestra denuncia, con la difusión y aclaración a tantas personas y en tantos sitios como se pueda.

Los mercenarios de G4S se encargan de vigilar a Palestina prisionera con la más alta tecnología, no sólo en los centros de detención, también en los territorios ocupados, vigilan el muro ilegal, controlan los checkpoints como ese en el que han asesinado a la joven estudiante Hadeelal-Hashlamon, que no llevaba ningún cuchillo, sino que llevaba sus libros.

Solidaridad con el pueblo palestino.

Ramón Pedregal Casanova: su último libro «Gaza 51 días» lo puedes bajar en: http://www.rebelion.org/docs/203215.pdf

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.