Recomiendo:
0

Victoria suprema para la atención de salud

Fuentes: Progreso Semanal

Conocemos al Tribunal Supremo. El 12 de diciembre de 2000, decidió que George W. Bush sería el presidente siguiente de Estados Unidos. El 28 de junio de 2012, decidió que Barack Obama sería reelegido presidente de Estados Unidos. No hay forma de ignorar las implicaciones políticas de la decisión largamente esperada del tribunal acerca de […]

Conocemos al Tribunal Supremo. El 12 de diciembre de 2000, decidió que George W. Bush sería el presidente siguiente de Estados Unidos. El 28 de junio de 2012, decidió que Barack Obama sería reelegido presidente de Estados Unidos.

No hay forma de ignorar las implicaciones políticas de la decisión largamente esperada del tribunal acerca de la atención de salud. Hasta Mitt Romney parece estar de acuerdo. Dos días antes del fallo del tribunal, dijo a sus seguidores: «Como saben, el Tribunal Supremo va a decidir si el Obamacare es constitucional o no. Si decide que no -si Obamacare no es considerado constitucional-, entonces los tres primeros años y medio de su período presidencial habrían sido derrochado en algo que no ha ayudado al pueblo norteamericano».

Seguramente, Mitt, si eso es cierto, entonces lo contrario también es cierto: el hecho de que el Tribunal Supremo haya fallado a favor de la constitucionalidad de la Ley de Atención Asequible significa que Barack Obama dedicó los tres primeros años y medio de su presidencia a algo que no fue una pérdida de tiempo -que en realidad ha ayudado tremendamente al pueblo norteamericano.

Quizás Mitt debió haber hablado con cierto exgobernador republicano de Massachusetts antes de hacer tal ridículo en público. Después de todo, el mandato individual fue puesto por primera vez en la palestra en 1989 por la conservadora Fundación Heritage como una medida para reducir costos, y la única forma fiscalmente responsable de lograr la atención universal de salud. En 1993 fue la base de la alternativa del Partido Republicano a la legislación de reforma de la atención de salud promovida por el presidente Clinton y apoyada por 18 senadores republicanos, incluyendo al líder de la minoría Bob Dole. Y, por supuesto, fue aceptada con todo entusiasmo y hecha ley en Massachusetts por el entonces gobernador Mitt Romney.

Fue solo después de que el presidente Obama y otros demócratas adoptaran el mandato individual, en un esfuerzo por ganar votos republicanos, que los republicanos de pronto se volvieran en su contra -bajo el buen principio de gobernabilidad de «Si Obama está a favor, tengo que estar en contra». Entonces convirtieron al mandato individual en el corazón de su caso legal en contra de la Ley de Atención Asequible al argumentar, en efecto, en contra de la legalidad de su propia idea. Esto resultó ser un error fatal. El Tribunal no estuvo de acuerdo y decidió que requerir de la gente que compre un seguro pudiera ser cuestionable, pero multar o castigar de otra forma a quien no lo haga es claramente parte de los poderes del Congreso.

La decisión del Tribunal Supremo de ratificar la Ley de Atención Asequible es una enorme victoria estratégica y política para el presidente Obama. Es también una gran victoria para el pueblo norteamericano, que ya se está beneficiando de muchas disposiciones clave de la ley. Y hará más difícil para los enemigos del presidente cumplir sus amenazas de desbaratar o revocar la atención universal de salud. Debió haber sido unánime.

Pero el fallo histórico del jueves es también una gran victoria para el propio Tribunal Supremo, cuya reputación bajo la presidencia de John Roberts ha sufrido últimamente. Según una encuesta de The New York Times/CBS a principios de este mes, solo 44 por ciento de los norteamericanos aprueban el trabajo que está haciendo el tribunal, una disminución desde el 66 por ciento a fines de la década de 1980 -y tres cuartas partes dicen que los jueces son motivados en las decisiones por sus opiniones personales o políticas. Eso dista mucho de la reputación de independencia e imparcialidad que esperamos que tenga el más alto tribunal de la nación.

Y no es de extrañar. Comenzando con Bush vs. Gore, nunca hemos visto un tribunal más arrogante y sediento de poder. En aquella decisión, cinco jueces determinaron que el estado de la Florida no tenía derecho a contar sus propios votos, y que los norteamericanos no tenían derecho a elegir su propio presidente. Ellos, la mayoría conservadora, tomarían esa decisión por nosotros. A eso le siguió Citizens United, en la que el todopoderoso tribunal, de nuevo por una estrecha mayoría conservadora de 5 a 4, borró décadas de una ley de reforma de finanzas de campaña y abrió la puerta a las ilimitadas donaciones personales y corporativas para campañas -todo basado en la absurda aseveración de que en política, el dinero nunca corrompe a los políticos.

Hasta su reciente decisión acerca de la atención de salud, el tribunal de Roberts estaba encaminado a que lo consideraran el Tribunal Supremo más predecible, político, proactivo, y partidista de la historia. Pero el propio Roberts ha comenzado a cambiar las cosas al redactar la opinión de la mayoría en el caso de la atención de salud. El tribunal aún está muy dividido, pero ahora hay esperanza de que prevalezcan las voces más cuerdas.

John Roberts al rescate. Puede que haya destruido a Mitt Romney. Pero salvó al tribunal.

Bill Press es el anfitrión de un programa diario de radio distribuido nacionalmente, conductor de «Full Court Press» en Current TV y autor de un nuevo libro, La máquina de odio contra Obama, a la venta ya en librerías. Pueden escuchar «The Bill Press Show» en su sitio web www.billpress.com. Su correo electrónico es [email protected] .

Fuente: