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Vietnam: Agente naranja dejó una huella de estigma

Fuentes: IPS

«Entonces no sabía lo que era, pero era blanco», recuerda la vietnamita Nguyen Thi Thuy. «El cielo y la tierra quedaban abrazados. La tierra perdía su color verde. No sabíamos que era el agente naranja». Thy tenía 22 años cuando dejó su aldea y ayudó a construir caminos al ejército de Vietnam del Norte durante […]

«Entonces no sabía lo que era, pero era blanco», recuerda la vietnamita Nguyen Thi Thuy. «El cielo y la tierra quedaban abrazados. La tierra perdía su color verde. No sabíamos que era el agente naranja».

Thy tenía 22 años cuando dejó su aldea y ayudó a construir caminos al ejército de Vietnam del Norte durante la guerra. Recuerda arrastrarse dentro de unos túneles durante el día y cubrir su boca con un trapo húmedo cuando el ejército de Estados Unidos rociaba el campo con el mortal desfoliante.

Durante la guerra de Vietnam (1964-1975), los aviones estadounidenses arrasaron con hasta 25 por ciento de los bosques de este país asiático. El agente naranja contiene dioxinas, sustancias muy tóxicas y de gran durabilidad en el ambiente, que pueden causar cáncer y malformaciones congénitas en los seres humanos, entre otras enfermedades.

Entre 1961 y 1971, el gobierno de Estados Unidos vertió 80 millones de litros de los poderosos herbicidas tóxicos conocidos como agente naranja, blanco, azul, rosa, verde y púrpura, sobre Vietnam principalmente, pero también sobre Laos y Camboya.

Más de tres décadas después, una conferencia el 16 y el 17 de este mes analizó las consecuencias sociales del herbicida agente naranja. Hasta ahora, las investigaciones sobre esta sustancia se basaban en que la ciencia ha probado un vínculo entre la exposición a las dioxinas y numerosas enfermedades.

La conferencia adquirió relevancia pues en abril se llevará a cabo una apelación por parte de víctimas vietnamitas del agente naranja en una demanda contra los fabricantes del desfoliante.

Thuy regresó a su hogar en 1975, se casó y quiso iniciar una familia.

«Cuando mi hija nació se podía ver a través de su estómago» contó Thuy. «Era como mirar a través de papel transparente. Se podían ver sus intestinos y el hígado. Murió varias horas después de nacer. Mis vecinos me culparon y dijeron que seguramente mi comportamiento inmoral era la causa de haber dado a luz un hijo deforme. Tuve que soportar sus acusaciones y no decir nada a nadie».

Thuy tuvo otros dos hijos, uno fue normal y el otro nació con retrasos en su desarrollo, y permaneció con la culpa y el dolor hasta 2002. Entonces, en una reunión de mujeres veteranas de guerra, se encontró con que varias mujeres habían sufrido pérdidas de embarazos y habían dado a luz niños con malformaciones.

Thuy es una de las afortunadas, en cierto sentido. La mayoría de los vietnamitas envenenados con el agente naranja recibieron poca o ninguna atención especializada. Ella es una de las solo cien víctimas que recibieron tratamiento en la Aldea de la Amistad, una clínica a 20 kilómetros en las afueras de Hanoi financiada por veteranos de guerra estadounidenses y extranjeros interesados en abatir el dolor persistente de la guerra.

La historia de Thuy es como la de muchas personas que han sido documentadas por investigadores del no gubernamental Centro de Género, Familia y Ambiente en Desarrollo (CGFED en inglés).

«Hoy en día la gente habla más del agente naranja debido al juicio», dijo Pham Kim Ngoc, subdirectora del Centro que organizó la conferencia.

«Hasta hace pocos años, la gente hablaba del tema, pero no quedaba claro y lo que se decía seguramente no llegaba a cada rincón del país, menos a las áreas rurales donde la población tiene un limitado acceso a la información», explicó a IPS.

«En cuanto aparecieron los resultados de las investigaciones, la población tomó conciencia y sintió mucho no haber sabido lo que pasaba antes porque no hubieran tenido hijos o hubieran entendido lo que pasaba en lugar de culparse por haber dado a luz niños con esos problemas».

Thuy explicó que mientras trabajaba y cuidaba a su familia no tenía tiempo para leer el periódico o escuchar la radio y enterarse del agente naranja. Pero aunque hubiera tenido tiempo no se hubiera enterado de mucho.

El gobierno vietnamita no dijo nada sobre esto hasta hace poco. En 2004, las víctimas vietnamitas del agente naranja iniciaron un pleito a las compañías que fabricaron y suministraron el desfoliante durante la guerra. Un tribunal federal de Nueva York rechazó el caso en marzo de 2005. El proceso de apelación está en marcha.

«En Vietnam, las personas con niños malformados temían que los vecinos creyeran que debido a una conducta inmoral de su familia, tuvieron hijos así, y entonces por compasión, no decían nada», explicó el científico ambientalista Vo Quy, asesor en el juicio. El viajó al centro y sur de Vietnam en 1970 y 1974 para estudiar las consecuencias del agente naranja, donde halló muchas personas sufriendo en silencio.

«Si decían que sus hijos estuvieron expuestos al agente naranja, entonces el estigma se transmitía a éstos y no podían casarse. El gobierno no quería publicar nada, alegando que las víctimas ya habían sufrido bastante. Si todo el mundo sabía de las enfermedades relacionadas con el agente naranja, los últimos afectados sufrirían más estigma y vergüenza».

Tran Thi Hoa sirvió en el ejército desde 1973 a 1976 y estuvo un año en Laos. Luego regreso a su hogar, pero nunca se casó. Esta costurera de 51 años afirma que siempre pensó en el trabajo y no en el casamiento. Ahora teme que nadie la cuide cuando mueran sus padres.

«Cuando me dieron la baja estaba sana», recordó Hoa con lágrimas en los ojos. «Veintisiete años después comencé a enfermarme y mis manos y pies empezaron a torcerse y a arrugarse. Antes no eran así. Podía trabajar, pero ahora ya puedo. Ni siquiera puedo ocuparme de mí misma».

A medida que crece el número de vietnamitas que toman conciencia de las consecuencias del agente naranja, comienzan a contar sus experiencias y hacen saber al mundo cuáles son sus expectativas y necesidades. A Hoa le gustaría recibir una reparación para poder contratar a alguien que la cuide el resto de su vida. Thuy quiere saber quién se va a ocupar de su hijo discapacitado cuando ella ya no esté.

«Pueden ser necesidades inmediatas», dijo Pham Kim Ngoc del CGFED. «Necesitan dinero para poder generar ingresos criando ganado o tener suficiente arroz para alimentar a sus hijos y para su futuro».
http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=36931