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Violencia y perspectivas democráticas en Siria

Fuentes: Syrianncb.org

Traducción para Rebelión de Loles Oliván.

La guerra no es nuestro destino. No sólo es posible detenerla: debemos hacer nuestro mejor esfuerzo, primero para salvar lo que podamos de los valores de la revolución; segundo, para dejar de matar y de destruir y tercero, para proteger nuestro futuro y detener el proceso de asesinar el intelecto.

«Odio a los alauíes y a los chiíes. Los vamos a matar con nuestros cuchillos como nos matan ellos a nosotros» [1].

Cuando leí esta frase en el muy profesional International Herald Tribune en un artículo sobre el campamento [de refugiados sirios] Zaatari de Jordania, pedí a tres amigos míos que preguntaran a sesenta niños del mismo campamento el nombre de tres familias chiíes de Daraa. 20 días después, ni uno solo de los niños preguntados pudo dar una respuesta.

¿Cómo se puede odiar a un enemigo al que no se puede personalizar siquiera en la propia ciudad? ¿Es que dispone ese niño de un enfoque ideológicamente avanzado para identificar a su enemigo desde criterios sectarios? ¿Qué ha ocurrido y por qué un movimiento político pacifista por la libertad y la dignidad se ha transformado en menos de un año en una sucia guerra?

Hace 14 meses que intenté aquí en Londres hablar sobre la diferencia entre la Revolución y la Guerra. Me referí al proverbio francés: «A la guerre comme à la guerre» (En la guerra como en la guerra) y al árabe: «La guerra es engaño…» Ahora muerte en ambos sectores se convierte en criminal, la comparten los antagonistas; cada uno con sus propias capacidades y herramientas: el secuestro, la tortura, las ejecuciones extrajudiciales y después de todo ello… la falsificación. Algunas facciones de la oposición aún hablan de que es inadmisible comparar a la víctima con el verdugo. Nuestro diagnóstico es muy diferente: en la guerra hay crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad que hay que denunciar. La guerra no es una manifestación pacífica atacada por el ejército, la mujabarat [policía secreta] o los ashabiha [paramilitares].

En esa misma ocasión, me referí al ejemplo de Líbano entre 1858 y 1860, a cómo el levantamiento de los aldeanos de Tanios Shahin se convirtió en una guerra sectaria. Algunos de mis críticos dijeron de mí que era un derrotista que estaba debilitando el sentimiento revolucionario, una cómica desviación de la terminología del régimen: debilitar el sentimiento nacional. Hoy en día, nadie habla de revolución; todos hablamos de la guerra de Siria. La cuestión principal desgraciadamente se convierte en: ¿está usted a favor o en contra la guerra? En otras palabras: ¿con o contra la violencia?

La generalización de la violencia era la vía de solución para la dictadura. Aislada desde el interior y el exterior, la propaganda oficial se basó en la teoría de la conspiración y en la fabricación de grupos de oposición armados. Hasta agosto de 2011, los medios de comunicación del gobierno sirio no tenían ningún nombre para describir a los grupos armados «imaginados».

Desde Jisr al-Shughur a Maarat al-Numan, el camino a la militarización del movimiento popular no fue placentero. Día tras día, el régimen reforzó la solución militar [2]. Lamentablemente, la oposición siria en el exterior perdió la senda pacífica en su propaganda diaria. Tras un período de rechazo de cualquier militarización, los medios de comunicación del Golfo y las redes virtuales de islamistas empezaron a hablar abiertamente acerca del Batallón Al-Faruk y del Ejército Libre. Rápidamente, Al-Arabiya y Al-Yasira sobrevaloraron la lucha armada en Siria. Dejaron de mencionar las formas de resistencia civil. Los portavoces de los grupos del Ejército Libre (ELS) ocuparon el lugar de los políticos. El llamamiento más importante en las intervenciones de los miembros del Consejo Nacional Sirio (CNS) en la televisión se convirtió en «dad las armas necesarias al ELS». Las autoridades sirias ganaron la segunda vuelta y la propaganda oficial pasó a ser: «no hablar más sobre la revolución pacifista, no negar la existencia de grupos militares, estaban escondidos esperando el momento justo».

Para la mayoría de los medios occidentales el ESL es hermoso, los yihadistas de Siria no son peligrosos, la militarización es inevitable y negociar una solución política con el régimen de Assad es imposible.

Para el Órgano de Coordinación Nacional para el Cambio Democrático la militarización significa depender política y financieramente de la oposición militar, la marginación de las fuerzas democráticas, y el refuerzo de los grupos extremistas sectarios y oscuros: oscuros como el petróleo, oscuros como la oscuridad y oscuros como la exclusión.

Hablemos del coste humano y materials de la guerra:

La violencia en Siria tiene todos los elementos socio-culturales para basarse en una estructura orgánica: será más sectaria y religiosa que civil porque la motivación de clase, por nacionalismo y por la democracia a través de la violencia sigue siendo muy débil en la realidad siria. Los grupos armados son un lujo cuyo coste no puede pagar nuestra revolución democrática y pacífica:

Más de 40 mil muertos (sólo el 20% de ellos antes de los enfrentamientos armados), más de 1.200 heridos, 30 mil desaparecidos, el 29% de la infraestructura sanitaria completamente dañada, 85 aldeas y barrios completamente destruidos, más de 2 millones de desplazados, 380 mil refugiados… El coste económico alcanza hoy por hoy más de 150 millones de dólares [3].

En un momento crucial de nuestra historia, ¿cómo podemos comentar el escándalo del dinero político y hablar de las nuevas formas de corrupción dentro y fuera del país?

En cualquier sociedad, el movimiento social es fuerte si sigue siendo atractivo para la mayoría de la sociedad. En Siria, desde el principio en Daraa, hicimos todo lo posible por reforzar el elemento de progreso en el movimiento espontáneo: por la Libertad, la Dignidad, la Justicia, la Igualdad. Contra el despotismo y la corrupción, y yo lancé los tres No a la tercera semana: No a la violencia, no a la sectarización, No a la intervención extranjera…

Porque sabemos que la composición multiconfesional, multirreligiosa y multicultural de la identidad siria no es la misma que en Libia o en Túnez. No podemos avanzar en un cambio radical sin un enfoque global de la modernidad con la clara impronta del Estado Civil. La ciudad en la geopolítica, el civismo en la cultura revolucionaria y la ciudadanía en la institución política son elementos esenciales para ganar a las minorías, en el amplio sentido de su expresión, es decir, a las minorías estructurales y políticas. En la sociedad siria bajo la dictadura, las libertades civiles y políticas se limitaron pero las libertades sociales están mejor protegidas que en muchos países árabes. El ejemplo dado por los medios de comunicación sectarios de Arabia Saudí, Qatar y del Golfo no dan ninguna confianza a muchos sectores de la población. Si nos fijamos en la reacción que se produjo en Alepo después del ataque de los grupos militares en la ciudad podemos entender el conflicto invisible entre dos sectores: uno esencialmente rural, tradicionalista, marginado e influenciado por grupos salafistas. El segundo, integrado por gentes urbanas y minorías que siguen temiendo a esos grupos violentos. Sin embargo, algunos periodistas superficiales siguen hablando de Alepo como la Bengasi de Siria (Sic).

Tal vez sea necesario revisar los elementos problemáticos del modelo libio en Siria. Muy tempranamente, algunos políticos sirios y franceses e intelectuales trataron de copiar el ejemplo de Libia, desde cambiar la bandera a pedir la intervención de la OTAN. En cuanto a estructura, función y proyecto político, el Consejo Nacional Sirio representa la copia siria del Consejo de Transición Libio (CTL). El señor Alain Jupe, ex-ministro francés de Asuntos Exteriores, cometió el lapso de llamar al CNS con las iniciales del CTL. Tenían el referente de la reorganización de Libia para Siria, acto segundo, que nosotros consideramos como una verdadera tragedia. Yo me reuní muy rápidamente con algunos diplomáticos rusos; comprendí que padecen lo que podemos denominar como en psicoterapia, el complejo de Libia. No sólo eso, sino que descubrieron muy pronto que esta era la ocasión para abrir la puerta a la era post unipolar estadounidense; «astucia de la razón», en palabras de Hegel; los progresistas sirios que fuimos los primeros en luchar contra la dominación estadounidense, ¿nos encontramos ahora pagando el precio de esta transformación?

Otra de las sorpresas es que la región kurda de Siria no quiere unirse al ELS. Una «comisión de alto perfil» integrada esencialmente por las fuerzas políticas más importantes (el Partido de la Unión Democrática, PYD y el Congreso Nacional Kurdo, CNK) están tratando de negociar un tipo de administración local democrática bajo la dura mirada de un gobierno anti kurdo en Ankara. Las cancillerías europeas se niegan a ver en este acontecimiento una continuidad normal de la tradición política del movimiento político kurdo de Siria, que ha constituido el único ejemplo pacífico de todo el Kurdistán.

No hay duda de que las miradas externas que comenzaron hace algún tiempo a investigar y a planificar el llamado ‘día después’ se hallan muy lejos de la realidad sobre el terreno. Incluso las decisiones de la Conferencia de la oposición siria en El Cairo, de julio de 2012, llamaban a apoyar al ELS y a la resistencia armada olvidándose de afirmar la importancia de la resistencia civil, de la formación de comités populares y de las estructuras ciudadanas que podrían reducir el caos de la violencia, el crimen organizado, a los grupos salafistas y a los yihadistas extranjeros.

Nunca en la historia moderna de la región hemos visto un ejemplo de democracia construida en medio de tal escalada de violencia.

¿Hacia dónde vamos? ¿Es la «victoria militar» un término apropiado para describir las probabilidades de la llamada Ghalaba mahaliyya (el predominio local), utilizando la terminología de Ibn Jaldún sobre la incapacidad de construir un Estado Central?

En 2011, fuimos ejemplo para muchos pueblos y naciones. Hoy en día no somos sino una pequeña parte en un juego de naciones.

La guerra no es nuestro destino. No sólo es posible detenerla: debemos hacer nuestro mejor esfuerzo primero para salvar lo que podamos de los valores de la revolución, segundo, para dejar de matar y de destruir, y tercero, para proteger nuestro futuro y detener el proceso de asesinar el intelecto.

Notas:

1- David D. Kirkpatrick: «In Jordan camp, hate festers among young Syrians», IHT, 5 de septiembre de 2012.

2- La seguridad siria mató, detuvo y paralizó a una gran parte de los dirigentes de los movimientos civiles.

3- Un amigo en la provincia de Daraa me dijo a mí desde su teléfono móvil vía satélite: «He visto casos en las últimas semanas de amputaciones de manos y pies más de quince veces debido a la ausencia de cirujanos especializados y de lugares que sean dignos de llamarse quirófanos. Nos faltan médicos, carecemos de medicinas y nos falta comida. Los bombardeos indiscriminados que nos rodean nos han convertido en inevitables criaturas para la muerte. Yo, en tanto que combatiente, he elegido esto por mí mismo, pero el número de combatientes en comparación con el número total de víctimas es menor… no porque sean unos cobardes, sino porque los bombardeos son ciegos y estás diseñados más para aterrorizar a la gente que para enfrentarse a los insurgentes. El ser humano es lo más barato hoy en día en Siria; la comida y la energía de gas y diesel son raros y están totalmente ausentes en algunas áreas; la gente tala los árboles y utilizan estiércol seco de animales para cocinar los alimentos. El precio de la munición es mítico, y la medicina aumenta su coste, los seres humanos son la única mercancía barata. He intentado pasar algunas informaciones a los canales por satélite del Golfo pero parece que el tema no es importante para ellos. Quieren que las noticias se adapten a la política de sus medios de comunicación; están buscando una masacre. Nosotros, en tanto seres humanos, aún no hemos sido sacrificados pero ya no merecemos siquiera un breve sobre nuestra situación».

Haytham Manna es representante en el exterior del Órgano de Coordinación Nacional Sirio para el Cambio Democrático.

Fuente original: http://syrianncb.org/2012/10/23/haytham-manna-violence-and-democratic-perspectives-in-syria/