Traducido para Rebelión por Gorka Larrabeiti
En Guantánamo, 128 detenidos llevan un mes en huelga de hambre. Protestan contra las condiciones de su presidio. Contra los escuadrones de matones que, de noche, entran en grupos de 30 en sus celdas. Pero, sobre todo, contra el hecho de que, desde hace tres años, desde que fueron encarcelados como «combatientes enemigos», sigue sin formalizarse ninguna acusación en su contra.
David Remes es el abogado de algunos detenidos yemeníes.
-Señor Remes, ¿en qué condiciones se encuentran los prisioneros?
En peligro de muerte. He estado en la cárcel de Guantánamo del 31 de agosto al 4 de septiembre y he visitado a seis de mis clientes. Dos de ellos están en huelga de hambre. Lo digo porque, desde mi última visita, a finales de julio, habían adelgazado notoriamente. Estaban hechos pedazos.
-¿A cuánta gente representa en total?
Mi estudio, Covington and Burling de Washington representa a 19 prisioneros yemeníes. El 20 por ciento de los casi 500 reclusos de Guantánamo son de nacionalidad yemení.
-Además por el régimen indefinido de su presidio, con su última huelga de hambre, los prisioneros quieren protestar también contra una costumbre desconcertante, la de que equipos especiales encargados de «sedar» intemperancias y alborotos les pegan durante la noche.
En la cárcel, hay un equipo llamado IRF, Immediate Response Force. Son hombres vestidos con trajes negros terribles, llevan cascos como los de motociclista y porras y escudos de plástico. Entran en las celdas y pegan a los prisioneros.
-¿Les pegan para calmar los desórdenes o también a fin de intimidarlos?
Mi impresión es que, al principio, suelen haber un pretexto. Alguna «presunta infracción», alguna forma de irreverencia hacia los guardianes.
-Un pretexto…
La cuestión es si el castigo es proporcional a la ofensa. Cuando se envían 30 miembros de la IRF a la celda para golpear a un prisionero que ha buscado las pulgas a algún guardia, a mí me parece un pretexto.
-Son muchos, por tanto, quienes pegan a un único detenido.
Sí, y éste fue el motivo de la primera huelga de hambre. La última protesta, que aún ahora ve a dos de mis defendidos en peligro de muerte, se debe al hecho de que han sido encarcelados tomando como fundamento fuentes secretas, sin acusaciones formales y durante un tiempo ilimitado. Es una protesta general, no piden simplemente cucharas o tenedores de plástico para comer, no piden más tiempo libre. Protestan por las circunstancias particulares en que los confinaron. No están en huelga por detalles de eventualidades cotidianas: lo hacen porque están frustrados más allá de toda medida por ser prisioneros ad libitum sobre la base de pruebas secretas, sin posibilidad de recurrir a un tribunal civil que pueda confutar las motivaciones que han provocado su encarcelamiento.
-¿No existe una sentencia de la Corte Suprema del 2004 que considera que los detenidos pueden ser juzgados por una corte federal americana?
El gobierno federal ha sostenido que las cortes federales no tienen competencia sobre Guantánamo porque Guantánamo no forma parte del «territorio soberano de los EE.UU».
-Se ha aducido la cuestión de la extra-territorialidad.
Exacto. Pero la Corte Suprema ha reconocido que Guantánamo es, a todos los efectos, territorio americano porque se le aplica la ley americana. Una ley federal, por ejemplo, la Federal Endangered Species Act, protege especies en peligro de la isla, como la iguana. No se ha encontrado un motivo según el cual se pueda diferenciar Guantánamo de cualquier otro territorio o estado de los EE.UU. Así, la Corte Suprema decretó, en abril de 2004, que los prisioneros tenían el derecho de presentar recurso al Gobierno con el fin de que éste justificase su detención. Pero el gobierno ha interpretado de modo harto restrictivo la sentencia de la Corte Suprema, basándose en el hecho de que los prisioneros no gozan de derechos tutelados por la ley, esto es, que no tienen derechos garantizados por la Constitución de los EE.UU ni otros garantizados por el derecho internacional. A causa de esta «inconsistencia jurídica» de su posición, es decir, de la imposibilidad de protestar por la ilegalidad de su situación, apenas un prisionero presenta un recurso ante un tribunal civil, éste último no tiene otra opción más que la de rechazarlo. En sustancia, los prisioneros sí que pueden presentar recurso, pero éste no resulta ser sino un pedazo de papel inútil, pues los prisioneros no tienen derechos. De este modo, el Gobierno ha convertido la sentencia de la Corte Suprema en una vacía formalidad.
-¿Qué pasará ahora? ¿Los prisioneros no tendrán posibilidad de apelación?
Esta es la cuestión. Estamos combatiendo, estamos escalando el sistema judicial estadounidense. El juez federal Joyce Hens Green ha establecido que la posibilidad de poner un recurso no consiste sólo en la presentación de un pedazo de papel automáticamente rechazado. El juez sostiene que la Corte Suprema les ha dado también el derecho de exigir al gobierno una justificación de la detención, y que los detenidos tienen derechos tutelados por la ley. Sin embargo, otro juez ha llegado a la conclusión opuesta, y ha dado la razón al gobierno. Ambos han apelado, y el Tribunal de Apelación del distrito de Columbia está examinando ambas tesis.
-¿Para cuándo se espera una respuesta?
Dentro de unos meses, acaso un año.
-Mientras tanto, los detenidos se niegan a comer.
Algunos están en condiciones muy graves. Están en el hospital militar y les nutren a la fuerza por vía intravenosa. Además, en la prisión se sigue usando el aislamiento como forma de castigo.
-Y los escuadrones de matones.
Imagínese 30 armados de porras entrando en una celda…
-Ud. Ha dicho al Washington Post que algún detenido podría morir.
Es cierto. La huelga de julio terminó cuando el gobierno prometió que iba a considerar la situación de los detenidos. Promesas incumplidas. Se han burlado de los prisioneros, les han tomado el pelo. Esta vez están determinados a mantenerse en huelga hasta la muerte, si es necesario. Algunos de ellos están absolutamente convencidos a hacer ese sacrificio por la causa general. Al mismo tiempo, el gobierno se muestra determinado para evitar que se muera alguno, para evitar la mala imagen que daría de los EE.UU. No obstante, no sé cómo van a mantener en vida a gente que no quiere comer. Gente que se está dejando morir.
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