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26 J: más allá del sorpasso

Fuentes: Rebelión

Las estrategias comunicativas están siendo sorprendentes en este 26 J: el PP ningunea a PSOE presentándose como el baluarte frente a Unidos-Podemos al grito de «que vienen los rojos» y; el PSOE se comporta como un boxeador inmaduro que se equivoca de adversario; Unidos-Podemos aparece como menos radical y más recoge-todo; C’s se parece tanto […]

Las estrategias comunicativas están siendo sorprendentes en este 26 J: el PP ningunea a PSOE presentándose como el baluarte frente a Unidos-Podemos al grito de «que vienen los rojos» y; el PSOE se comporta como un boxeador inmaduro que se equivoca de adversario; Unidos-Podemos aparece como menos radical y más recoge-todo; C’s se parece tanto a un PP liberal que solo se diferencia en el tema de la corrupción. Entre los partidos vascos, el PNV, muy presente, está abusando de mensajes solo para convencidos; y Bildu, con buen cartel, se esfuerza en transmitir un mensaje de soberanismo social, aunque de forma tardía.

Pero los aspectos que están polarizando la campaña electoral del 26J son tanto la posibilidad del sorpasso en el campo de la izquierda de ámbito estatal -con el consiguiente cambio de liderazgo y de rumbo estratégico- como la coalición que podrá gobernar. De todos modos, los retos van más allá a escala estatal: la permanencia del régimen mismo de la Transición con la oportunidad de una refundación democrática (que para Euskal Herria tiene gran importancia), el giro en las políticas sociales, la irrupción política de las nuevas generaciones … Y todo ello tiene también una lectura vasca.

El hipotético sorpasso

Caso de producirse, sus efectos serían de vuelco en el mapa político español, deplazándose el juego político del eje centro-derecha versus centro-izquierda a un marco más polarizado y claro de derecha e izquierda con la consiguiente confrontación. Y ello tanto en el caso de un hipotético gobierno de izquierdas como de continuidad de un gobierno de derechas que vería reducido su margen de maniobra al ser contestadas sus iniciativas en el Congreso y en la calle.

Esa posibilidad se ha abierto despues del 20-D, por lo que las elecciones del 26 -J están lejos de ser una mera repetición. Algo ha ocurrido en el ínterin para que por pequeños factores -errores del adversario, acumulación de nuevas fuerzas…-se esté dando el suficiente desplazamiento en el electorado como para cambiar las coordenadas.

La jaula de grillos que es el PSOE, su modo engañoso de afrontar las negociaciones para formar gobierno haciéndole la pinza a Podemos con un programa previo pactado con la derecha liberal, el envaramiento aprendido de su líder…. son algunos de los elementos que han minado la credibilidad y el premio a los «esfuerzos por formar gobierno y evitar unas nuevas elecciones». Y el error ha continuado cuando toda su campaña se ha centrado en reproches varios a Podemos en lugar de dar protagonismo a un programa de «cambio».

Tampoco C’s parece que vaya a salir indemne porque, a pesar del manto pactista con el PSOE, su rabioso conservadurismo y su programa liberal parecen asustar tanto a los que querían renovar la política como a los que ahora van a preferir al hermano mayor, incluso votando a Rajoy con pinza en la nariz (y más después de la declaración de Rivera de que no facilitará la investidura de Rajoy). La sonrisa de Rivera combinada con un estilo hiperagresivo y alegremente calumnioso le da un toque de impostura que no sé si le ayuda.

Es por eso que quizás el factor más cualitativo a efectos electorales desde el 20-D es el acuerdo Podemos- IU. Parecen sumar más que dos y añade la estructura de IU, un partido con tradición y peso en movimientos y que aporta un líder sólido y todoterreno (Garzón). Han logrado polarizar el voto entre el PP y Unidos- Podemos, desdibujando los espacios lights que encarnan los partidos tacticistas (PSOE y C’s)… y afectando tambien a los partidos abertzales.

El factor Podemos

Ya antes de ahora Podemos entendió los males del período aunque los combatió más en los medios de comunicación (ahora se le han vuelto rabiosamente en contra) que en la plaza pública; planteó una nueva moral; usa un lenguaje directo con las nuevas generaciones que han sufrido la política del PP; aporta nuevos líderes, ideas y formas de hacer política; y, al final, entendió el peso del tema de las nacionalidades para el logro de alianzas.

En esto último la excepción es Euskal Herria. Recordemos que habría sido más que razonable que el acuerdo para el 26 J se hubiera extendido en Navarra a Geroa Bai y Bildu. Entiendo que era más difícil en la CAE en donde ha habido una línea roja para un acuerdo con Bildu por los costes de imagen en la política española aunque quede como un horizonte para otro contexto tras reconversiones mutuas.

El éxito social de Podemos se ha producido a pesar de sus muchas debilidades: estructura por hacer, escaso peso en movimientos sociales y sindicales, ideario de trazos poco matizados, diversidad interna, inexperiencia, discursos muy cambiantes… Además Iglesias se «pasa» con mensajes tan incorrectos como inútiles recurriendo al «patriotismo» y a la «sociedemocracia», como antaño recurrió a aquel absurdo de «no somos de izquierda ni de derecha» con la explicación de hacer atractiva la izquierda a la «gente».

Pero tienen tres grandes virtudes para este tiempo inmediato: expresan un estado de ánimo social que les perdona su bisoñez y los deslices; tienen credibilidad por autenticidad y por los estúpidos ataques ajenos; y aparece como un voto útil a escala estatal para contrarrestar a Rajoy y, en su caso, para forzar a Sánchez a un gobierno de izquierda que el PSOE no quiere.

¿Qué Gobierno?

Ha sido incomprensible que, siendo segunda fuerza, PSOE no pactara con Podemos un programa de izquierda. Error estratégico. Asumiendo ahora como probable el sorpasso, tendría la semana que viene un dilema infernal. Si como parece probable en la investidura prefiere a Rajoy que a Iglesias, la foto ante su electorado es espantosa y la crisis de identidad y de espacio no se la quita nadie. Lo pagaría caro. Por su parte, Unidos Podemos en el límite tendría -no sé si la barajarán- la opcion de renunciar a una presidencia «imposible» y ofrecérsela al PSOE mediante figura de prestigio y cintura (Angel Gabilondo, Margarita Robles..) y gobiermo de coalición con programa pactado. Si el PSOE tampoco lo quisiera el suicidio sería de harakiri.

El régimen cuestionado

Pero hay un factor cualitativo que va más allá del hipotético sorpasso: el cuestionaminto del régimen de la Transición. La Transición se acabó hace tiempo pero le faltaban los mimbres subjetivos para ser sustituido por otro más decente y democrático, más allá de una regeneración, para acercarse más a una refundación del sistema político que incluya la canalización democrática de las aspiraciones nacionales (Catalunya , Euskadi..).

El modelo democrático español con los años se ha dejado en la gatera las políticas igualadoras instaurando un régimen neoliberal de búsquese la vida; la corrupción ha llegado a unos límites que enfanga la credibilidad de las opciones que se han turnado estas casi cuatro décadas con expolios variados y degeneraciones de lo que debería entenderse como Estado de Derecho. Por eso la indignación es general, las nuevas generaciones, aun estando poco ideologizadas, saben lo que exigir y se están politizando desde la percepción de lo concreto e injusto.

Si esto es así ¿por qué sigue siendo mayoritario el PP a escala española a pesar de todo?. Quizás por el peso de la historia. Hay una tradición española de derechas y ultraderechas que llegaron a forzar y ganar una guerra civil y vivir del sufrimiento ajeno durante 40 años. Hay así una franja lampedusiana de clases altas y medias que siendo minoritaria tiene peso económico, mediático y social y está ferozmente atrincherada en sus posiciones. Pero también supo inocular en franjas populares la incultura politica, basada en el silencio y el miedo, que ahora se expresa en pavor irracional al cambio y, lo que es peor, en unas tragaderas morales increibles para con los responsables de tanto desmán. El modelo pactado de la Transición apuntaló la incultura democrática. La minusvaloración social de la corrupción dice mucho y mal de ese electorado. Y el número de votos no dignifica esa opinión.

Una lectura vasca

Las encuestas sobre el voto vasco para las EEGG le dan el liderazgo a Unidos-Podemos, seguido por PNV y EHBildu, quedando en zona marginal PSE-EE y PP. Ello indica muchas cosas.

Primero, estos dos últimos partidos que sacaban fruto de la bipolarización tampoco son voto útil en elecciones generales -ni son la transversalidad- y quien les quita el espacio, Unidos-Podemos, se plantea una relación que acepta aunque no promueva el derecho a decidir, justo lo contrario a la empecinada posición histórica de PSOE y PP en desoir a las mayorías vascas.

Segundo, -y se ha reparado poco en ello- el voto en la CAE a las tres formaciones preferentes – PNV, Unidos-Podemos y Bildu-, es un voto concentrado y útil contra el régimen de la Transición aunque de naturaleza e intensidad distinta, en unos (PNV) centrado en lo nacional y su gestión, en otros (Unidos Podemos con acento en lo social y en Bildu en un doble acento nacional y social.

Tercero, Unidos-Podemos también le afecta a los nacionalismos (más especialmente a la izquierda abertzale) cuyos liderazgos no se reproducen en estas elecciones generales. Es por ello que deben saber ofrecer mensajes que les sitúen como un voto útil tambien en unas Elecciones Generales .

Cuarto, dentro de los nacionalismos la diferencia del voto a Bildu, PNV y Geroa Bai es bastante definida: reside en el proyecto de país, en el rol que lo social tiene en sus programas y en la estrategia soberanista (una de proceso constituyente propio y otras de bilateralismo).

Finalmente, el dilema para el electorado vasco de izquierda que duda entre Unidos-Podemos y Bildu, es si el voto se ciñe a la apuesta contra Rajoy y por el sorpasso, o se avisa cualitativamente, también en unas elecciones generales y además, con un proyecto integral de país (vasco) desde la promoción soberanista del derecho a decidir en claves de proceso constituyente propio, haya o no proceso constituyente español, y que también se reclama.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.