El senador demócrata por Nueva Jersey, Robert Menéndez, podría terminar su carrera política y acabar en la cárcel, si se comprueba, entre otros cargos, que a solicitud de un amigo, intervino para que se les otorgaran visas a tres bellas damas: una sensual brasileña que posó desnuda en una revista, una aspirante a actriz ucraniana […]
El senador demócrata por Nueva Jersey, Robert Menéndez, podría terminar su carrera política y acabar en la cárcel, si se comprueba, entre otros cargos, que a solicitud de un amigo, intervino para que se les otorgaran visas a tres bellas damas: una sensual brasileña que posó desnuda en una revista, una aspirante a actriz ucraniana que ansiaba cirugía plástica y una modelo dominicana a quien la embajada estadunidense en Santo Domingo originalmente le había negado el permiso por no poder comprobar ingresos ni oficio.
Así, el influyente legislador de 61 años, uno de los tres senadores latinos, todos de origen cubano, que tiene la Cámara alta, contribuyó, dicen las autoridades, a integrar el harén del oftalmólogo millonario Salomon Melgen, de Florida, a cambio de casi un millón de dólares en regalos, aviones privados, viajes de lujo, rondas de golf y contribuciones a sus campañas políticas. Menéndez, por lo pronto, ya le devolvió 53 mil dólares gastados en vuelos que, admite, no debió haberle aceptado.
Además de corrupción, está acusado de soborno y de usar el poder de su cargo para beneficiar los intereses financieros y personales de su cuate. Cada delito que se le imputa, de comprobarse, trae consigo sentencias de hasta 15 años en prisión. Para comprobarlos, el gobierno debe demostrar que los regalos que Menéndez recibió de Melgen fueron intercambiados con un trato. Por su parte, los dos compadres argumentan que fueron dados por simple amistad. El doctor se ha negado a testificar en su contra y fue ya arrestado, acusado de fraude y soborno. Está libre bajo fianza.
La investigación del gobierno federal contra Menéndez era ampliamente conocida, pero hasta ahora se saben con detalle los cargos en su contra y éstos son mucho más graves de que lo que se creía. Al parecer no solo ayudó a Melgen a cobrar millones, presionando por cambios en el sistema de reembolso del programa médico de asistencia a personas de la tercera edad, conocido como Medicare, sino que intentó usar su influencia para hacerle más fácil concretar un negocio portuario e intervino abierta y directamente para que lograra importar a sus amantes.
Hijo de inmigrantes cubanos, su padre fue carpintero y su madre costurera, la historia de su vida habla de tenacidad, dedicación y empeño. Ha sido alcalde y congresista estatal y en 2006 fue designado senador en substitución de Jon Corzine, que fue electo gobernador. Desde entonces, Menéndez ha sido reelecto en dos ocasiones y en 2013 fue escogido para presidir el importante Comité de Relaciones Exteriores, desde donde se ha opuesto fuertemente a la política de apertura hacia Cuba del presidente Obama.
Menéndez es divorciado, tiene dos hijos adultos y en 2013, durante un baile de Navidad en la Casa Blanca, anunció su compromiso con Alicia Mucci, de 47 años. Se desconoce si los viajes que hizo a expensas de su amigo, incluyendo uno de cuatro días, a París los hizo solo o acompañado. Lo que sí se sabe es que tan sólo en esa ocasión se hospedó en una suite de mil 500 dólares por noche, que a final de cuentas Mergen pagó con el programa de puntos y premios de American Express a solicitud del senador, quien a última hora pareció incómodo con que la cuenta se saldara en efectivo.
La fiscalía sostiene que al menos seis de sus asistentes, pagados por el gobierno y, por ende, con los impuestos del público, hicieron llamadas y enviaron cartas a nombre del senador, solicitando las visas mencionadas para las jóvenes de 20, 22 y 27 años que su amigo Melgen, casado y de 60 años, quería traer. Las tres son ahora residentes legales de los Estados Unidos.
Menéndez, cuya vida política está en peligro y quizá también su libertad, hasta el momento no ha querido dejar su curul, niega los cargos, dice que es inocente y que hay una campaña de desprestigio contra él, el décimo segundo senador acusado de abusar del puesto en la historia de este país. El Ministerio Público, insiste el senador, confunde amistad con corrupción, pero como acertadamente ha dicho Dana Milbank en The Washington Post, el confundido es él, que no entendió que amistad es hermandad y el doctorcito era su patrón.