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El «Programa de acompañamiento» del Nuevo Movimiento Santuario

Fuentes: TeleSur

El «Programa de acompañamiento» ofrece ayuda humanitaria a los inmigrantes en peligro de ser deportados.

En momentos en que el cambio social a gran escala parece temporalmente imposible, las personas que se preocupan por la justicia social, ayudan de forma individual a otras personas. Un ejemplo de esto es el programa de acompañamiento del Nuevo Movimiento Santuario en la ciudad de Nueva York, un programa de apoyo para los inmigrantes indocumentados cuando son amenazados con la deportación por parte de Inmigración y Control de Aduanas, o ICE. Los inmigrantes que se han beneficiado del programa hablan conmovedoramente de lo que ha significado para ellos.

Pero primero, un poco de historia. La ciudad de Nueva York es el hogar de medio millón de inmigrantes indocumentados. Que forman parte vital de la clase obrera de la ciudad: trabajan en restaurantes, establecimientos de comida rápida, gasolineras, lavaderos de coches y fábricas de prendas de vestir; entregan grandes cantidades de comida para llevar en bicicleta; limpian casas y oficinas; conducen taxis y camiones. Por lo general ganan menos que el salario mínimo y apoyan a sus familias trabajando dos y tres trabajos y no duermen mucho.

Muchos tienen un cónyuge y/o hijos que poseen la nacionalidad o cualquier otra condición legal – de hecho muchos de sus hijos nunca han estado fuera de los EE.UU. Otros envían hasta un 40 por ciento de sus ingresos para apoyar a las familias en sus países de origen. Muchos han vivido en la ciudad de Nueva York durante décadas. Alrededor de la mitad proceden de América Latina y el Caribe, y alrededor de un tercio de África y Asia.

La ciudad de Nueva York es más amigable con los indocumentados que otros lugares de Estados Unidos. Se trata de una «ciudad santuario», lo que significa que la policía u otros funcionarios del Gobierno no están obligados a informar sobre los indocumentados a ICE, aunque esta política es a veces violada. Los neoyorquinos están más acostumbrados a la diversidad racial y étnica que muchos otros estadounidenses – después de todo, esta es una ciudad global; y los neoyorquinos saben lo duro del trabajo indocumentado.

Sin embargo muchas de estas personas sin papeles viven con gran ansiedad pues están bajo amenaza de deportación y están obligados a reportarse periódicamente a ICE. Muchos simplemente han sobrepasado sus visas. Otros han solicitado asilo y fueron rechazados. Otros sufren una especie de doble riesgo: haber sido detenidos y condenados, a menudo por delitos pequeños, tales como conducir sin licencia, y luego se enfrentan a la deportación como resultado de la ley represiva de inmigración de 1996. Unos pocos son traicionados por alguien con rencor.

Las audiencias de los inmigrantes son aterradoras. Cada una lleva la amenaza de que el inmigrante puede ser instantáneamente detenido y deportado. La geografía de las audiencias es en sí intimidante. Los convocados deben reportarse al 26 de Federal Plaza, un edificio moderno grande y feo rodeado de pequeños postes de piedra, un guardia en un puesto de avanzada y con una arquitectura que expresa poder y nada de piedad. Luego se colocan en línea, a veces largas líneas, para pasar a través de puertas de seguridad, como las de los aeropuertos, y también tienen que remover cinturones, zapatos, etc.; entonces tienen que encontrar la habitación correcta, donde van a una ventana y entregan sus documentos a un burócrata; a continuación, se sientan y esperan en sillas duras, atornilladas al suelo. Oficiales de ICE los llaman sin ningún orden discernible, definitivamente no en el orden en que llegaron. Como es común en las burocracias, nadie explica nada. Incluso los abogados de inmigración dicen que no pueden obtener explicaciones coherentes. La espera puede ser de diez minutos o tres horas. Muchos están perdiendo la paga del día mientras esperan ya que tienen que faltar al trabajo. No pueden decirle a su jefe que necesitan tiempo libre, ya que de hacerlo podrían ser delatados por sus propios jefes que quieren protegerse a sí mismos. A menudo se reportan con ICE solos, porque los cónyuges tienen trabajo y los niños tienen escuela y a menudo porque los miembros de la familia también son indocumentados y no pueden correr el riesgo de entrar en un edificio del Gobierno. Finalmente los inmigrantes, si no son detenidos de inmediato, reciben otro papel con una nueva fecha para reportarse. Las decisiones de ICE parecen arbitrarias y los criterios para las decisiones de ICE no son explicadas.

En 2007, los líderes religiosos en Chicago, California y Nueva York se unieron en su preocupación por la difícil situación de los inmigrantes. Establecieron un «Nuevo Movimiento Santuario» para involucrar a los grupos basados ​​en la fe en apoyo de los 12 millones de inmigrantes que viven en los EE.UU sin estatus legal. El movimiento fue nombrado por un proyecto de santuario de 1980, que albergaba a refugiados de las guerras civiles en Guatemala y El Salvador.

En 2009 la ministra visionaria de la Iglesia Judson Memorial en Greenwich Village, Donna Schaper, estableció el Nuevo Santuario de Nueva York como una «red interreligiosa de congregaciones, organizaciones y personas que están juntos en solidaridad con las familias y comunidades que resisten la detención y deportación con el fin de permanecer juntos». Se basa en la premisa de que «las relaciones económicas globales y sistémicas injustas y el racismo son la base de las injusticias que afectan a los inmigrantes». El grupo tiene como objetivo una reforma migratoria – una esperanza que es poco probable que se realice pronto – dada la naturaleza del Congreso en este momento. Así que Nuevo Santuario también diseñó un programa de acompañamiento, destinado a apoyar a las personas indocumentadas que han sido residentes de Estados Unidos por mucho tiempo. Pero el programa también educa a sus participantes. Como escribió la Ministra Schaper, «mediante el intercambio de experiencias de los inmigrantes, los ciudadanos voluntarios son educados sobre los problemas en el sistema de inmigración actual y se motivan a trabajar y cambiar las leyes y prácticas injustas e inhumanas».

Los acompañantes voluntarios no son abogados ni pretenden sustituir a los abogados. Por otra parte, no hablan por los indocumentados, ni hablan con los oficiales de ICE. Su papel es de gran alcance, sin embargo, debido a que su presencia simboliza el hecho de que el inmigrante tiene raíces en la comunidad y con los ciudadanos que les apoyan. La experiencia sugiere que los agentes de ICE son más reacios a recomendar la deportación inmediata cuando el inmigrante está acompañado o acompañada. Nuevo Santuario entrena y coordina a estos voluntarios, muchos de los cuales se comprometen a estar disponibles con poca antelación. Los voluntarios son a menudo jubilados o personas con horarios muy flexibles; alguien con un trabajo típico de tiempo completo no puede comprometerse a una tarea sin saber cuánto tiempo podría tomar. Los voluntarios también deben tener paciencia para tolerar largos tiempos de espera en un ambiente incómodo.

Una vez que el voluntario acepta una cita, la operación funciona así: Los inmigrantes y acompañantes se reúnen temprano en la mañana en el Dunkin Donuts de la calle 26 frente al Federal Plaza. El voluntario explica el papel del acompañante si el inmigrante es nuevo en el programa; los voluntarios siempre preguntan a los inmigrantes por nombres y números de contacto en caso de emergencia y que él o ella sean detenidos y confinados de inmediato, no sólo con el fin de informar a amigos y familiares lo que ha sucedido, sino también para potencialmente impugnar la detención legalmente. Luego entran al edificio y la sala de espera. Por lo general los oficiales de ICE se ponen de pie cuando llaman un nombre, y el sujeto se acerca con su / sus acompañantes. A menudo, el oficial hace preguntas de rutina – su dirección es la misma, está en el mismo trabajo, llena algunos formularios y le entrega al inmigrante una nueva fecha para reportarse, que puede variar desde 1 semana hasta 9 meses después. Algunos oficiales de ICE son amables – también son neoyorquinos. Otros son hoscos. A veces se requiere que el inmigrante siga a los trabajadores de ICE a una oficina y cierran la puerta; nadie sabe por qué. Pero incluso cuando esto sucede, el oficial ha tenido la oportunidad de ver a los acompañantes y sabe que el inmigrante no está solo.

Otros inmigrantes en la sala de espera observan esto y a menudo preguntan dónde pueden obtener este apoyo.

Cuando la decisión es sólo otra fecha para reportarse, hay una sensación de alivio. Con frecuencia, el inmigrante y los acompañantes se dirigen a una cafetería para relajarse y charlar. Los acompañantes conocen a los inmigrantes y, cuando es posible, el mismo acompañante va con ese inmigrante cada vez que él o ella se reportan.

El indocumentado que pasa a formar parte de este programa responde con intensa gratitud. Algunos incluso se han sentido tan fortalecidos que trabajan para ayudar a otros inmigrantes. Uno de ellos es un inmigrante haitiano, Jean Montrevil, quien comentó que la primera vez que se presentó solo, «Estaba tan asustado…Estaba pidiendo a Dios, hoy no… Por favor, Dios, déjame pasar las vacaciones con mi familia, no dejes que me lleven hoy…. Han pasado seis laaaaargos años que estoy reportándome… Quiero agradecer a todos mis ángeles… No creo que hay una mejor manera de ayudar a alguien que está pasando por un calvario que ir junto con ellos». Escribió el voluntario Keen Berger, «Al estar con otra persona en un momento de estrés, no sólo que alivia algo de su estrés, sino también se expande a nosotros mismos».

El acompañamiento es un simple gesto de un ser humano que ofrece un poco de apoyo a otro, tratando al inmigrante indocumentado como ser humano.

Fuente: http://www.telesurtv.net/opinion/Programa-de-Acompanamiento-del-Nuevo-Movimiento-Santuario-20151112-0057.html