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En busca de las raíces de la «excepcionalidad» de la desigualdad en EE.UU.

Fuentes: Ctxt

La gran disparidad de renta en Estados Unidos se explica por la diferencia de ingresos del trabajo, unas transferencias sociales más modestas y unos impuestos directos menos progresivos.

Lleva un tiempo circulando la idea de que la desigualdad de la renta en EEUU ha sido excepcionalmente alta a lo largo de los últimos cuarenta años en comparación con la de otros países de la OCDE. Los últimos datos homogéneos de renta del Luxembourg Income Study de diferentes países muestran que la desigualdad de renta disponible (per cápita) en Estados Unidos es de 41 puntos en el índice de Gini, es decir, más alta que en países con un nivel de riqueza similar (32 puntos en el caso alemán, 35 en el británico y el italiano 35 y 28 en el holandés). De modo que, en este sentido, no hay motivos para la controversia.

Sin embargo, sí es algo más controvertida la explicación técnica (que no la sustantiva) de esta «excepcionalidad». Algunos defienden que la desigualdad de los ingresos procedentes del trabajo y de las rentas (es decir, excluyendo las transferencias sociales e impuestos directos derivadas de políticas redistributivas), no es mucho más alta que en otros lugares y que las razones detrás de ello obedecen a la ausencia de unas políticas públicas lo suficientemente redistributivas. O dicho en términos más sencillos, lo que viene a defender esta posición es que el mercado genera la misma desigualdad en EEUU que en Suecia, solo que las políticas de Suecia son más redistributivas a través del sistema de pensiones, prestaciones de desempleo, asistencia social, etc., y que los ricos pagan más impuestos, de modo que la desigualdad de la renta disponible en Suecia (después de impuestos y transferencias), es menor que en Estados Unidos.

COINCIDE QUE LA DESIGUALDAD ESTRUCTURAL ES ELEVADA Y LA REDISTRIBUCIÓN ES RELATIVAMENTE DÉBIL

Janet Gornick, Nathaniel Johnson y yo hemos analizado esta cuestión con mayor detalle. Nuestras conclusiones, que no desgranaré aquí en toda su extensión (véase el artículo aquí), apuntan a que esta explicación no es del todo cierta: la desigualdad de los ingresos procedentes del trabajo y de las rentas en EEUU es, por lo general, superior a la de otros países ricos, y el Estado norteamericano es menos redistributivo. De modo que, defendemos, coincide que la desigualdad estructural (del trabajo y de las rentas) es elevada y la redistribución es relativamente débil.

Cabe indagar un poco más en esta idea y plantearse la siguiente pregunta: ¿la «debilidad» de dicha redistribución en EEUU radica en que las transferencias son reducidas o no lo suficientemente favorables a la población pobre o en que los impuestos directos no son suficientemente progresivos?

Bien, yo abordo la cuestión de la siguiente manera. Defino la categoría «pobres» como el 40% de personas que se encuentran en la franja más baja de ingresos derivados del trabajo y de las rentas, incluyendo el pago de pensiones del Estado (en EEUU, por la vía de la seguridad social), y que pueden considerarse como salarios diferidos. Posteriormente, analizo en qué medida varían los ingresos de estas mismas personas al incluirse otras transferencias sociales, y por último, si se deducen los impuestos indirectos. (Es importante advertir que este cálculo solo es posible si se tiene acceso a microdatos, como los que ofrece LIS, dado que necesitamos «fijar» esta categoría de personas y analizar su renta y la participación de los ingresos en el proceso redistributivo).

Cabe esperar que el porcentaje de ingresos de estos «pobres» aumente en la medida en que el Estado aplique políticas de distribución de la renta. De hecho, en 2016 (el último año para el que disponemos de datos de EEUU), los «pobres» recibieron el 11,7% del total de los ingresos procedentes del trabajo y de las rentas, pero la participación en los ingresos aumentó hasta un 13,4% si incluimos todas las transferencias sociales, y hasta un 15,8% si además incluimos los impuestos. (Téngase también en cuenta que nos estamos refiriendo al mismo grupo de personas en todo momento). Por lo tanto, los «pobres» obtuvieron 1,7 puntos porcentuales provenientes de transferencias sociales (13,4-11,7) y 2,4 puntos porcentuales adicionales provenientes de impuestos (15,8-13,4).

Podemos por lo tanto decir que en EEUU, los «pobres» obtienen 1,7 puntos gracias a las transferencias sociales y 2,4 puntos gracias a los impuestos. Por lo tanto, el Estado realmente «funciona» en EEUU: mejora la posición de los más pobres mediante transferencias públicas e impuestos directos. Sin embargo, la cuestión es si funciona lo suficientemente bien.

El caso de Alemania resulta útil para establecer comparaciones. Tendremos en cuenta distintas distribuciones de edad en los dos países y el hecho de que la gente se retira antes en Alemania, entendiendo el pago de pensiones por parte del Estado como salarios diferidos. Pero siguen quedando (como ya se ha dicho más arriba), otras transferencias sociales como las prestaciones de desempleo, las familiares (si es que las hay), ayudas sociales, etc. Concluimos que, en Alemania, en 2015, los «pobres» (definidos según los criterios que hemos empleado para el caso de EEUU), obtuvieron un 15,3% del total de ingresos procedentes del trabajo y de las rentas. Su porcentaje de ingresos aumentó hasta un 18,3% incluidas todas las transferencias sociales, y hasta un 21,3% con los impuestos directos incluidos. Es decir, los «pobres» en Alemania obtuvieron un incremento de 3 puntos porcentuales derivados de las transferencias sociales (18,3-15,3) y tres puntos porcentuales de impuestos (21,3-18,3).

Por lo tanto, para el caso de Alemania podemos establecer que los «pobres» obtuvieron un incremento de 3 puntos gracias a las transferencias y 3 puntos adicionales gracias a los impuestos. Es decir, no sólo los «pobres» en Alemania parten de una situación más favorable que los de EEUU (15,3% de la renta de mercado versustan solo un 11,7), sino que obtienen más ingresos debido a las transferencias sociales y los impuestos directos.

LOS INGRESOS DERIVADOS DE LAS TRANSFERENCIAS SOCIALES FUERON MÁS O MENOS LOS MISMOS EN ESTADOS UNIDOS QUE EN ALEMANIA HASTA 1995 Y QUE, A PARTIR DE ENTONCES, AUMENTARON EN AMBOS PAÍSES

En los siguientes gráficos (1 y 2) mostramos los resultados obtenidos a lo largo del tiempo. Los «pobres» siempre se benefician de las políticas redistributivas, pero en Estados Unidos los valores son siempre menores que en Alemania. Sin embargo, el dato destacable es que los ingresos derivados de las transferencias sociales fueron más o menos los mismos en Estados Unidos que en Alemania hasta 1995 y que, a partir de entonces, aumentaron en ambos países. En EEUU alcanzaron su punto máximo en 2010 cuando Obama extendió las prestaciones de desempleo, para sufrir un rápido descenso posteriormente debido a que las prestaciones sociales en EEUU son muy modestas.

Los ingresos derivadas de los impuestos directos resultan aún más interesantes. Podemos observar que los «pobres» americanos ganan menos que los «pobres» alemanes a lo largo del período estudiado, y que el nivel de ingresos no parece cambiar mucho en el caso de EEUU.

Gráfico 1. Incremento del porcentaje de ingresos del 40% de la población con menores ingresos derivado de transferencias sociales

 

 

Gráfico 2. Incremento del porcentaje de ingresos del 40% de la población con menores ingresos derivado de impuestos directos

En conclusión, cuando intentamos averiguar por qué se produce una menor redistribución favorable a los «pobres» en EEUU, observamos que la explicación radica en unas transferencias sociales más modestas y unas políticas de impuestos directos menos progresivas. Esto, unido a nuestro hallazgo anterior de una desigualdad de los ingresos procedentes del trabajo y de las rentas relativamente alta en los Estados Unidos, significa que la desigualdad económica en EEUU es «excepcional» porque (a) la desigualdad de ingresos procedentes del trabajo y de las rentas subyacente es alta; (b) las transferencias sociales son modestas; y (c) los impuestos directos no son suficientemente progresivos.

Esto implica que, en relación a las políticas públicas, la reducción de la desigualdad económica en EEUU difícilmente podrá lograrse por medio de una sola de estas tres vías, sino por la introducción de una combinación de «mejoras» en cada una de ellas. Por ejemplo, mediante un mayor acceso a la educación y un aumento del salario mínimo para reducir la desigualdad subyacente; mediante la introducción de ayudas a las familias o unas prestaciones sociales más generosas; y, finalmente, mediante unas tasas de impuestos más elevadas para los ricos y mayores imposiciones fiscales para las rentas del capital. Si bien este programa político pudiera parecer extremadamente ambicioso, considero que es más razonable pensar que será más sencillo que se aprueben cambios legislativos progresivos en los tres canales mencionados, a que se produzca un cambio más sustantivo en cualquiera de los tres. Pero también significa que si queremos atajar verdaderamente los altos índices de desigualdad en Estados Unidos, solo podremos lograrlo mediante una combinación de diferentes políticas.

Fuente: http://ctxt.es/es/20180808/Politica/21192/desigualdad-Europa-Estados-Unidos-economia-Branko-Milanovic.htm