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Apostar por Sharon no asegura el voto judío

Fuentes: IPS

Si el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, creía que alinear su política en Medio Oriente con la del gobierno israelí le bastaría para conquistar votos judíos en noviembre, ahora debe estar desilusionado. Una encuesta publicada esta semana por el Comité Judío Estadounidense (AJC) indica que 69 por ciento de los entrevistados judíos prevén […]

Si el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, creía que alinear su política en Medio Oriente con la del gobierno israelí le bastaría para conquistar votos judíos en noviembre, ahora debe estar desilusionado. Una encuesta publicada esta semana por el Comité Judío Estadounidense (AJC) indica que 69 por ciento de los entrevistados judíos prevén votar en las elecciones presidenciales de noviembre por el rival de Bush, John F. Kerry, del opositor Partido Demócrata.

Los encuestados que manifestaron su intención de sufragar por el actual presidente constituyeron apenas 24 por ciento de la muestra, mientras tres por ciento se inclinaron por el candidato independiente Ralph Nader. Cinco por ciento aún no decidieron su voto.

El estudio, realizado en la última quincena de agosto, también concluyó que dos tercios de los judíos estadounidenses entrevistados desaprueban la guerra en Iraq, un porcentaje mucho mayor que el registrado por otras encuestas para la población en general.

Una proporción similar sentenció que Washington no debe emitir respuestas unilaterales a las crisis internacionales.

La encuesta sugiere que la comunidad judía está cada vez más desencantada con la política internacional de Bush, a pesar de su fuerte apoyo al gobierno del primer ministro israelí Ariel Sharon, del conservador parido Likud.

Tampoco parece conformarlos la influencia sin precedentes en Washington de los neoconservadores, el ala más derechista del gobierno, muchos de los cuales son judíos de fuertes y añosos vínculos con el Likud.

Los judíos son dos por ciento de los habitantes de Estados Unidos, pero acuden a las urnas en mucha mayor proporción que la población en general, por lo que constituyen 3,5 por ciento del electorado.

Por otra parte, las donaciones de judíos al Partido Demócrata son, tradicionalmente, muy significativas. Representaron, por ejemplo, la mitad de todos los aportes para las campañas al Senado de los demócratas en el último ciclo electoral.

La población judía se concentra en estados donde Kerry tiene una ventaja difícil de remontar –Nueva York, California e Illinois–, pero también es una fuerza electoral importante en otros donde aún no está todo dicho, como Pennsylvania, Ohio y, fundamentalmente, Florida.

En las elecciones de 2000, Bush obtuvo apenas 19 por ciento de los votos judíos. El avance de cinco puntos porcentuales sugiere que el mandatario ha logrado seducir a parte de la comunidad.

Pero estrategas del gobernante Partido Republicano confiaban en que Bush conquistaría al menos un tercio de los votos judíos, cerca de la marca histórica de Ronald Reagan (1981-1989) de 39 por ciento en 1980.

Desde el punto de vista de los republicanos, el fuerte apoyo de Bush a Sharon, sus esfuerzos por marginar al presidente palestino Yasser Arafat, la invasión a Iraq y la fuerte retórica contra Irán y Siria deberían haber dado réditos electorales.

«Políticamente hablando, este presidente acompañó sus dichos con sus acciones respecto de Israel», dijo un prominente donante judío a campañas republicanas, Bruce Prince.

Y por las mismas razones, los encargados de recaudar fondos para las campañas de Bush y de los candidatos republicanos al Congreso consideraban que los aportes para los demócratas serían menos generosas este año.

Hace apenas nueve meses, parecía que Bush mejoraría su rendimiento electoral de 2000 en lo que al voto judío respecta.

Una encuesta de AJC indicó en diciembre que 31 por ciento de los judíos entrevistados se disponía a votar a Bush, y al entonces aún no designado Kerry, 59 por ciento, una proporción muy baja en la historia electoral estadounidense.

En consecuencia, si bien Bush ha avanzado en la comunidad judía respecto de las elecciones en que derrotó al entonces vicepresidente Al Gore, perdió gran cantidad de adhesiones en los últimos nueve meses.

Los que avanzaron en los últimos dos años fueron los demócratas. Cincuenta y cuatro por ciento de los judíos encuestados se identificaron como tales, seis puntos porcentuales más que en 2002, mientras los identificados como republicaron cayeron de 18 a 16 por ciento.

El punto de la política exterior más perjudicial para el rendimiento electoral de Bush dentro de la comunidad judía, según la encuesta, ha sido la guerra en Iraq: apenas 30 por ciento de los entrevistados la aprobaron, mientras 66 por ciento la rechazaron.

Más de la mitad de los judíos encuestados –52 por ciento– también desaprobaron la «guerra contra el terrorismo» declarada por Bush tras los atentados que dejaron 3.000 muertos en Nueva York y en Washington el 11 de septiembre de 2001.

Pero la política del gobierno respecto de Israel no fue objeto de rechazo. Mas de cuatro de cada cinco encuestados consideró que «la meta de los árabes no es la devolución de los territorios ocupados sino, más bien, la destrucción de Israel».

Casi dos tercios respaldaron la política de Sharon hacia Palestina. Sesenta y tres por ciento apoyaron su plan de retirada unilateral de Gaza, y 69 por por ciento, la decisión de construir un muro alrededor de Cisjordania para aislar a la población palestina por razones de seguridad.

Por otro lado, 57 por ciento apoyaron la creación de un estado palestino –eran 49 por ciento en 2002–, mientras 53 por ciento rechazaron la posibilidad de que Israel cediera parte de la jurisdicción de Jerusalén en un acuerdo final de paz.

De todos modos, la mayoría de los judíos encuestados cuestionaron el rol asignado para Estados Unidos en el mundo por los neoconservadores, así como el vínculo con Europa que proponen.

Setenta y siete por ciento consideraron que Estados Unidos y Europa deberían estar más dispuestos a tomar decisiones en conjunto, aunque eso significara que Washington no siguiera alguna política que hubiera establecido en primera instancia.

Apenas 33 por ciento reafirmaron que Estados Unidos podría actuar en solitario para poner fin a crisis internacionales.

Poco más de un cuarto de los encuestados coincidieron en que el antisemitismo es «un problema muy serio» en Estados Unidos.

Esa opción había recibido 37 por ciento de las respuestas positivas hace nueve meses, poco después del estreno de la controvertida película «La pasión de Cristo», dirigida por Mel Gibson.

Casi dos tercios consideraron que «la mayoría» o «muchos» musulmanes eran antisemitas. Un cuarto afirmaron que lo son «la mayoría» o «muchos» de los protestantes evangélicos.