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Una pequeña muestra de solidaridad con las y los jóvenes del caso Jarrai-Hika-Segi

Justicia

Fuentes: Gara/Rebelión

La pasada semana tuve una experiencia singular que afectó profundamente a mi conciencia ciudadana. Todo sucedió en la más estricta intimidad, entre las cuatro paredes de mi casa, a la hora del Teleberri del mediodía.  Fue en el momento en que se informaba sobre el juicio por el caso Jarrai-Hika-Segi, cuando el presidente del tribunal, […]

La pasada semana tuve una experiencia singular que afectó profundamente a mi conciencia ciudadana. Todo sucedió en la más estricta intimidad, entre las cuatro paredes de mi casa, a la hora del Teleberri del mediodía.  Fue en el momento en que se informaba sobre el juicio por el caso Jarrai-Hika-Segi, cuando el presidente del tribunal, Alfonso Guevara, en un estado de cólera y arrebato, profirió las siguientes palabras dirigidas a un abogado: «¡Y mientras esté hablando aquí no me interrumpe nadie, salvo que se diga que se debe desalojar porque hay un aviso de bomba!». Y añadía: «E igual estoy dando ideas». Debo decir que las maneras de Guevara me hicieron recordar aquel famoso: «¡Que no se mueva nadie!». Un compendio de CJ Cela, Carlos Yoyas y el militar de turno en la sala del tribunal. Y no estoy dando pistas sobre la posible filiación política del susodicho. Hablo de las formas y de guardar la compostura, aunque solo sea para dar una imagen de Estado de Derecho. ¡Menuda representación de la autoridad y la obediencia! El ying y el yang de la justicia española tallado y cincelado en el rostro del magistrado. Soporté con irritación la insolencia del presidente del tribunal, que ejercía ostentosamente su poder desde el principio del privilegio. Me sentí extremadamente vulnerable e indefensa, como las y los jóvenes que están siendo juzgados, por otra parte. ¿Qué manifiesta -no ya veladamente, sino  abiertamente- el discurso y el tono inquisitorial del letrado, sino desprecio y rechazo a las personas juzgadas y a quienes les defienden jurídicamente?

Creo que era Pascal el que decía que «la verdadera filosofía se mofa de la filosofía». No sé si se puede extrapolar la máxima al campo jurídico. Lo ocurrido no es fruto del azar. No es casualidad que existan tribunales ad hoc, ni que un determinado cargo sea ocupado por personas que, haciendo gala de un propósito deliberado de denigrar y humillar a toda una colectividad, hacen ese tipo de consideraciones preliminares impregnadas de un odio irracional. De nada sirven dogmas y leyes que criminalizan todo acto de «defensividad» cultural y social vasca. Pienso que debemos adoptar una posición crítica activa ante este modelo que tiene como premisa: toda persona euskaltzale es nuestra enemiga. Es la ilusión de omnipotencia de una «justicia española» que ha institucionalizado la criminalización del independentismo vasco.

* Belén Martínez. Investigadora de Género e Igualdad