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El terror: La dependencia mutua de EE.UU. con Klaus Barbie y Posada Carriles

Fuentes: Rebelión

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

Los problemas políticos y económicos que afligen a Estados Unidos y a sus aliados generan efectos que son cada vez más corrosivos y autodestructivos. Desde la engañosa «guerra contra el terror» a las fraudulentas declaraciones sobre la cancelación de la deuda, parecen ir tambaleando de una maniobra evidentemente desesperada a la siguiente. Por el momento, intoxicados por sucesivas intervenciones coloniales, los gobiernos esperan que la gente crea en el absurdo mito de que están defendiendo a la «democracia» o a la «patria».

El campo de concentración de Guantánamo, las prisiones secretas en Diego García y Bagram, y las violaciones británicas de la ley de Derechos Humanos europea, suman detalles al modelo general seguido por los acontecimientos en Haití, Irak y Afganistán. Todos ponen a la luz el sadismo esencial inherente en los esfuerzos del gobierno de EE.UU. y sus aliados por aplastar o controlar la resistencia. Esto subraya el propósito en última instancia de Guantánamo, ya que lo que relatan los ex reclusos deja en evidencia que la mayoría de los detenidos no tienen nada que ver con el «terrorismo».

¿Por qué Guantánamo y Posada Carriles?

No se trata de un terrible error de burócratas atolondrados. El propósito obvio de campos de tortura aislados en Guantánamo y en otros sitios es entrenar a torturadores en masa para utilizarlos contra las resistencias en el exterior y en cada país. Para ellos, es irrelevante a quiénes utilizan como cobayas para practicar.

La protección del asesino masivo cubano Luis Posada Carriles cae dentro de la política general de EE.UU. basada en el terrorismo de estado y la tortura. En contraste con el trato de que goza Posada Carriles, cinco valerosos cubanos siguen encarcelados en EE.UU. sobre la base de acusaciones amañadas, después de haber puesto en evidencia las redes terroristas anticubanas en Miami. Mientras Posada Carriles se beneficia evidentemente de la política pro-terrorista de Estados Unidos, es igualmente obvio que los cinco cubanos son víctimas de su perversa injusticia.

Se ha prestado mucha atención al papel de Posada Carriles en el atentado contra un avión civil cubano en 1976. Pero poco se ha dicho sobre su carrera como torturador para gobiernos venezolanos aliados directamente con Estados Unidos en los años sesenta y setenta. (1) La letanía de sus crímenes en toda Latinoamérica incluye secuestros, atentados con bombas, asesinatos y torturas – todo apoyado consecuentemente por el gobierno de Estados Unidos. Vale la pena echar un vistazo a la continuidad de la protección de torturadores y terroristas como Posada Carriles desde la Segunda Guerra Mundial.

La protección de la Unidad 731

Después de la derrota de Japón en 1945, el Comité Estado-Armada de Coordinación de la Guerra concluyó que:

«c) El valor para EE.UU. de los datos sobre la Guerra Biológica japonesa es de tal importancia para la seguridad nacional como para compensar con creces el valor resultante de los procesos por «crímenes de guerra».

d) En función del interés de la seguridad nacional no es aconsejable que esta información sea puesta a disposición de otras naciones, como sería el caso en caso de un juicio por «crímenes de guerra» de expertos japoneses en la Guerra Biológica.» (2)

Esa decisión de proteger a criminales de guerra japoneses «en función del interés de la seguridad nacional» para asegurarse de la supremacía en la investigación de la guerra biológica formó parte de un esfuerzo sistemático de EE.UU. y de sus aliados por reclutar criminales de guerra japoneses, alemanes y otros, después de 1945.

Los científicos japoneses en la Unidad 731 practicaron técnicas quirúrgicas de emergencia en prisioneros en vida de numerosas nacionalidades, sin anestesia. Sus experimentos con prisioneros vivos – incluyendo a miles de prisioneros de guerra estadounidenses y aliados – con enfermedades infecciosas como ántrax, tifus, cólera y meningitis – culminaron en «experimentos en el terreno» como el bombardeo de la aldea china de Congshan con peste bubónica. Decenas de miles de víctimas sufrieron muertes horrendas en el curso de estos «experimentos». Para EE.UU. sólo representó una investigación más de valor para sus fuerzas armadas, así que protegieron a los científicos japoneses contra su enjuiciamiento.

Corea – «Nuestro imperialismo no ha sido un imperialismo malo».

Esta cita del general Hodge, comandante del gobierno militar de EE.UU. en Corea de 1945 a 1948 se refiere a un período en el que supervisó el asesinato y la masacre de cientos de miles de coreanos que resistían a la ocupación de su país por EE.UU. (3) La política racista de terror de Estado imperialista fue ejecutada siguiendo las órdenes de Hodge por criminales de guerra japoneses y quisling coreanos reclutados de la administración de Corea durante la administración japonesa. En octubre de 1948, oficiales del ejército de EE.UU. dieron rienda suelta a colaboracionistas japoneses y coreanos para reprimir a regimientos coreanos del ejército que se negaban a participar en las masacres. Miles fueron asesinados, tal como ocurre actualmente en Irak cuando escuadrones de la muerte entrenados por EE.UU. asesinan a personas sospechosas de tener vínculos con la resistencia.

La política de terror continuó durante la guerra de Corea. El general Ridgway del ejército de EE.UU. declaró en 1951: «Maten a todo civil sospechoso de ser comunista antes de que llegue a ser prisionero». (4) Las masacres durante la ocupación de Corea por EE.UU. fueron el preludio de la arbitraria matanza de civiles por fuerzas de Naciones Unidas durante toda la Guerra de Corea.

La historia del uso y de la protección de criminales de guerra alemanes, japoneses y de otras nacionalidades por Estados Unidos y sus aliados está bien documentada. El tratamiento cuidadoso del emperador Hirohito fue emblemático. Particularmente en Japón y Corea del Sur, se permitió que antiguos criminales de guerra participaran en la política nacional. La conveniencia tuvo prioridad antes de la justicia. En todo caso, la tortura y el terror siempre han estado muy arraigados en la política extranjera y la práctica militar del gobierno de EE.UU. y de sus aliados.

Klaus Barbie – lazo entre el terror nazi y el estadounidense

El caso de Klaus Barbie es uno de los ejemplos más tristemente célebres de cómo el gobierno de EE.UU. utilizó cínicamente a criminales de guerra para sus propios propósitos. Después de la Segunda Guerra Mundial, Barbie escapó a la justicia por el asesinato de más de cuatro mil civiles y la deportación de más de siete mil judíos a campos de concentración. En Lyon, donde terminó por ser procesado, era temido como un sadista despiadado responsable de la supervisión del arresto y la tortura de más de 14.000 miembros de la resistencia – en la jerga actual de EE.UU.: «terroristas».

Con ese historial, Barbie fue reclutado por las autoridades de EE.UU. para que trabajara para ellas en Alemania ocupada por EE.UU. Cuando las autoridades francesas pidieron su arresto en 1956, el gobierno de EE.UU. le ayudó a escapar a Bolivia donde asumió el nombre de Klaus Altmann. Como Altmann, en las décadas siguientes, llegó a trabajar como interrogador para gobiernos represivos en Perú y Bolivia.

Los años setenta fueron la era de Pinochet y del Plan Cóndor, un programa internacional de acción clandestina coordinado por Estados Unidos para atacar a grupos políticos disidentes de izquierda en América del Sur. Fue la época de la «guerra sucia» en Argentina, de la dictadura de Stroessner en Paraguay, la represión en Uruguay y la tiranía de Pinochet en Chile. Barbie estaba en su elemento. En Bolivia, en 1980, ayudó activamente a que el corrupto narcorégimen del general Meza García llegara al poder. Klaus Barbie fue finalmente extraditado a Francia en 1983 y condenado finalmente en 1987, antes de morir en prisión en 1991.

El modelo de la conducta de los gobiernos de EE.UU. y sus aliados hacia individuos como Barbie y Posada Carriles, y a través de múltiples intervenciones terroristas en todo el mundo, podría difícilmente ser más evidente. Las autoridades de EE.UU. y sus aliados muestran gran aprecio hacia torturadores y terroristas mientras sus actividades sirvan sus fines. Los actuales esfuerzos del régimen de Bush por proteger a Posada Carriles, un individuo con un perfil como torturador y terrorista muy similar al de Klaus Barbie, no constituyen una aberración. Son un reconocimiento tácito de una norma hipócrita establecida hace mucho tiempo.

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NOTAS

1. – «Crónica de un terrorista del imperialismo» Modesto Emilio Guerrero www.argenpress.info 10 de junio de 2005

– «Terroristas anti-cubanos: Escándalo Irán-Contras y otros crímenes» Prensa Latina 10 de junio de 2005

2. – http://www.theattache.org/0001/04ho.htm;

– http://www.users.bigpond.com/battleforaustralia/JapWarCrimes/USWarCrime_Coverup.html

– http://www.kimsoft.com/korea/kr-jp97.htm

3. http://www.kimsoft.com/1997/butchers.htm lee rwa hang

4. Ibíd.