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Recursos para enfrentar desastres naturales en EEUU se desviaron para la guerra en Irak

Fuentes: La Jornada

En medio de uno de los peores desastres que ha sufrido este país, con cientos de miles de afectados y daños aún no cuantificados, hay serias preguntas sobre qué tanto responsabilizar a la naturaleza o a los políticos por las dimensiones de esta catástrofe, particularmente en el caso de la ciudad casi abandonada y tal […]

En medio de uno de los peores desastres que ha sufrido este país, con cientos de miles de afectados y daños aún no cuantificados, hay serias preguntas sobre qué tanto responsabilizar a la naturaleza o a los políticos por las dimensiones de esta catástrofe, particularmente en el caso de la ciudad casi abandonada y tal vez perdida de Nueva Orleáns, donde hoy el alcalde dijo que cientos y tal vez miles han muerto.

El huracán Katrina pareció responder de manera contundente al planteamiento de Estados Unidos ante la ONU la semana pasada, de tachar toda referencia en el borrador de la declaración de la próxima cumbre mundial a la frase «respeto a la naturaleza». Pero Katrina también reveló no sólo otra posible prueba de las consecuencias del «calentamiento global» que el gobierno de Bush ha desechado, sino también los costos de decisiones políticas de ignorar un desastre anunciado desde hace años.

El gobierno federal hizo todo para mostrar una respuesta coordinada sin precedente al desastre, y el presidente George W. Bush interrumpió sus vacaciones para regresar a Washington a «coordinar» el esfuerzo nacional, convocó a su gabinete y ofreció un mensaje televisado al país declarando el fenómeno como «uno de los peores desastres naturales de nuestra historia». Detalló los esfuerzos federales para atender el desastre y dijo que «será un camino largo… de años». Los desafíos en el terreno, señaló, «son sin precedente» pero afirmó, «no hay duda de que tendremos éxito».

Pero ni él ni sus secretarios de gabinete se atrevieron a reconocer el hecho de que lo ocurrido no fue sólo resultado de un fenómeno natural. La magnitud del desastre tiene que ver con un problema de largo plazo: el desarrollo de esta región de la costa del golfo de México, y uno de corto plazo: la decisión de reducir inversiones y apoyo para el control de desastres naturales y dedicar esos fondos a la seguridad, luego del 11-S, y a la guerra de Irak.

Estaban advertidos de una tragedia

«Nadie puede decir que no se pronosticó. Años antes de que el huracán Katrina se estrellara contra la costa el lunes por la mañana, devastando la costa del Golfo, funcionarios de Louisiana, Mississippi y Alabama habían advertido de su vulnerabilidad ante estas tormentas», reportó hoy el New Orleans Times-Picayune. El rotativo, el más importante de la región, lo sabe bien: en 2002 publicó una serie especial de cinco partes pronosticando casi todo lo que acaba de suceder (los interesados pueden consultarla en: http://www.nola.com/hurricane/?/washingaway).

Ahí, el periódico reportó que «sólo es cuestión de tiempo antes de que Louisiana sea golpeada directamente por un huracán mayor. Miles de millones (de dólares) se han gastado para protegernos, pero cada día estamos más vulnerables».

El periódico explica que los miles de millones invertidos en diques, muros de protección contra mareas, sistemas de bomba de aguas y tecnología de satélite ofrecen lo que se supone es un margen de seguridad para salvar vidas e infraestructura. «Pero la tecnología e ingeniería moderna enmascaran un hecho alarmante…. el sur de Louisiana se ha hecho más vulnerable a los huracanes, no menos», concluye. «Tierras que se están sumiendo y una erosión crónica de la costa -en parte las consecuencias no intencionadas de esfuerzos de protección contra inundaciones- han abierto peligrosas nuevas avenidas para huracanes y tormentas tropicales para asaltar áreas bastante adentro».

El problema para el sur de Louisiana, añade, es que mientras las protecciones naturales se han deteriorado, éstas a la vez debilitan las defensas construidas por los humanos en una zona donde la costa se parece a un plato hondo sobre una tina llena de agua: «empujen hacia abajo, o inclínenla un poco, y el agua la invade».

Por lo tanto, aunque durante miles de años el río Mississippi amontonó y aumentó la tierra, los hombres desviaron primero el flujo del río, empezó a desarrollar las tierras construyendo canales y oleoductos con el resultado que la zona empezó a hundirse cada vez más, las aguas del golfo están cada vez más cercanas y las barreras naturales a los huracanes empezaron a desaparecer.

A la vez, el tipo de desarrollo fue realizado sobre la base de que los hombres podían imponer su voluntad a las aguas del río y el golfo, al establecer todo tipo de canales y mecanismos para contener los flujos. No sólo fracasó toda esta ingeniería, sino que ahora está funcionando en contra de los residentes, ya que el agua está contenida dentro de Nueva Orleáns por estas estructuras. Un 80 por ciento de la ciudad se encuentra hoy bajo estas aguas. Cuando se fracturaron las estructuras de control de aguas, Nuevo Orleáns pasó a formar parte del golfo de México, sujeto a sus mareas y corrientes.

Por otro lado, el gobierno de Bush ha desviado fondos federales para el control de inundaciones y defensa frente a desastres naturales para destinarlos a la guerra en Irak y la seguridad nacional. Sólo el año pasado, Walter Maestri, un jefe de la oficina de manejo de emergencias en el sur de Louisiana declaró al Times Picayune: «parece que el dinero se ha trasladado en el presupuesto del presidente para manejar la seguridad interna y la guerra en Irak, y supongo que ese es el precio que pagamos. Nadie a nivel local está contento con que los diques no puedan ser completados y estamos haciendo todo lo que podemos para argumentar que es un tema de seguridad para nosotros».

Otros periodistas como Will Bunch recuerdan que las presiones para financiar la guerra, así como la seguridad interna de Estados Unidos, junto con algunos recortes federales, fueron la razón por la cual se agotaron los fondos federales dedicados a proyectos de control de inundaciones y defensa contra huracanes en la zona del golfo, informó en Institute for Public Accuracy.

De hecho, la agencia federal encargada de responder en caso de desastre -FEMA- también ha sufrido por la recomposición del gobierno federal con Bush. Ayer un artículo del jefe de la Oficina de Administración de Emergencias de Seattle, Eric Holdeman, publicado por el Washington Post, señaló que la agencia encargada durante años para enfrentar hechos como el huracán «ha sido reducida sistemáticamente y casi desmantelada por el Departamento de Seguridad Interna».

En tanto, las imágenes del desastre fueron transmitidas todo el día por los medios, con dramáticas escenas del rescates de por lo menos mil personas por guardacostas durante las últimas 24 horas, saqueos en el centro de Nueva Orleáns, y la destrucción e inundación de varias zonas del golfo. Hoy el gobierno federal -varias secretarías y agencias- anunciaron y detallaron esfuerzos de rescate, evacuaciones e intentos para empezar a controlar la inundación.

Envían a la Guardia Nacional

El Departamento de Defensa anunció que por lo menos cuatro naves han sido despachadas a la zona, decenas de helicópteros, y más de 20 mil efectivos de la Guardia Nacional están en acción y miles más en alerta, e informó que hay miles de fuerzas militares activas que podrían ser movilizadas en caso de que se necesiten para establecer «control civil» en la zona. Muchos integrantes de las reservas militares y de la Guardia Nacional están desplegados en Irak, y hoy algunos señalaron que eso podría limitar los recursos humanos militares en esta región.

Mientras, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército trata arduamente de reparar dos rupturas mayores en los diques de Nueva Orleáns, aunque hasta hoy no lo había logrado, y así siguió fluyendo agua al centro de esa ciudad. Hoy el coronel Rick Wegenaar declaró a CNN que espera lograr esta hazaña en los próximos dos o tres días, pero advirtió que aun después de eso, podría tardar entre tres a seis meses para lograr sacar por completo las aguas de las calles de esta ciudad.

A su vez, el gobierno federal anunció que las 30 mil víctimas que lograron refugiarse en el Superdome serán trasladadas al Astrodome de Houston, además se evacuaron por lo menos dos hospitales y varios hoteles en Nueva Orleáns. Pero se informa que todo es caótico, no hay comunicación efectiva entre las autoridades y menos para con la población, mientras miles de personas esperan ser evacuadas de sus viviendas.

Muchos residentes dijeron que no obedecieron las órdenes de evacuación antes de la llegada del huracán porque no tenían dinero para comprar un boleto de autobús ni adónde ir; al parecer, no hubo servicio de transporte gratuito para los que no tenían autos o fondos para un hotel. Vale recordar que esta zona es de las más pobres del país.

Emergencia de salud pública

El gobierno federal informó que se están estableciendo 39 centros médicos móviles y se prepara el envío de miles de toneladas de medicinas y alimentos. Por su parte, autoridades de salud están enviando equipos para tratar de controlar la amenaza de una crisis de salud pública, con potencial de enfermedades contagiosas y la falta de agua potable.

Por lo tanto, las autoridades declararon emergencia de salud pública para toda la zona del golfo afectada por el huracán. Hay versiones de que hay serpientes venenosas y hasta un tiburón en las calles inundadas de Nueva Orleáns, y no se sabe qué tan contaminadas están las aguas.

Hoy el alcalde de Nueva Orleáns declaró que hay cientos de muertos «y tal vez miles». Informó que habrá una evacuación total de su ciudad. Se espera que pronto se suspenderán las acciones de rescate de sobrevivientes y empezarán las operaciones de recoger e identificar a los muertos.

Washington anunció hoy un esfuerzo federal sin precedente para responder a este desastre, voluntarios de todo tipo han salido de diversos puntos del país para ofrecer sus servicios, las caridades se movilizan y hay grandes expresiones de solidaridad, muchos continuarán preguntando por qué no hubo mayor respeto a la naturaleza, y qué tanto de los daños humanos y materiales son resultado no de un huracán, sino de las prioridades de este gobierno.