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Por abajo

Fuentes: Página 12

«Los ciudadanos de Shorewood, Wisconsin, resuelven que el gobierno de EE.UU. inicie la retirada inmediata de sus efectivos militares en Irak, comenzando por los de la Guardia Nacional y los reservistas» (www.wnjp.org, 5-4-06). Un 60 por ciento de los que acudieron a las urnas el 4 de abril en 24 ciudades y localidades de Wisconsin […]

«Los ciudadanos de Shorewood, Wisconsin, resuelven que el gobierno de EE.UU. inicie la retirada inmediata de sus efectivos militares en Irak, comenzando por los de la Guardia Nacional y los reservistas» (www.wnjp.org, 5-4-06). Un 60 por ciento de los que acudieron a las urnas el 4 de abril en 24 ciudades y localidades de Wisconsin aprobaron ésa y otras resoluciones parecidas. La propuesta fue de la Red por la Paz y la Justicia del estado, que agrupa a unos 150 grupos pacifistas locales, partió de la sociedad civil, no es vinculante y sus resultados crearon nerviosismo en los políticos, tanto demócratas como republicanos. Los dos partidos votaron por invadir Irak y aprueban sistemáticamente los presupuestos astronómicos que Bush y el Pentágono exigen para mantener la ocupación. Y las elecciones de noviembre están más cerca cada día.

El descontento con la guerra de vastos sectores de «la mayoría silenciosa» se encarna en estas iniciativas que nacen espontáneamente y organizan diversas ONG de base en todo el país. La participación ciudadana es escasa, pero constituye la punta del iceberg del estado de ánimo de muchos que no van a las manifestaciones ni realizan actividades pacifistas, y refleja un paisaje exactamente opuesto al de los mítines de cualquier campaña electoral: una asistencia numerosa no garantiza una votación acorde. Los 1664 ciudadanos de Shorewood que aprobaron la resolución -un 70 por ciento del total de quienes sufragaron- son apenas una décima parte de sus habitantes. Cabe medir su importancia desde el umbral de la pasividad política que caracteriza a la sociedad norteamericana.

No todos los cristianos estadounidenses apoyan la guerra contra el mundo árabe para que acontezca el Armagedón: el 1o de este abril partió de Irving, Texas, una «Marcha para redimir el alma de EE.UU.» que en dos semanas recorrerá 192 kilómetros hasta Crawford, donde W. Bush pasará las vacaciones pascuales en su ranchito de 620 hectáreas. El objetivo de la marcha no se limita a exigir el fin de la guerra en Irak: también la observancia de los derechos humanos y las libertades civiles que la Casa Blanca se entretiene en recortar (www.marchtorede em.org, 3-4-06).

En Irving, los manifestantes se detuvieron ante la sede central de ExxonMobil -el oligopolio gasero y petrolero más grande del mundo- y demandaron que invierta en beneficios sociales los 7000 millones de dólares que ha ganado hasta ahora con la guerra. En tres años, no está mal. El reverendo Roy Malveaux denunció que la empresa niega toda responsabilidad por los estragos que su refinería de Beaumont propina a la salud de los habitantes del lugar. El 2 de abril la marcha se concentró frente a la cárcel de Dallas y varios oradores señalaron que el dinero destinado a la guerra se necesita para crear fuentes de trabajo para los jóvenes. El reverendo Peter Johnson informó que sólo de las arcas fiscales del condado de Dallas partieron hacia Irak 3300 millones de dólares. Se estima que unos 25.600 millones de dólares del erario del estado de Texas siguieron el mismo camino (www.nationalpriorities.org, 7-4-06). Pareciera que los manifestantes comparten la sentencia de Alphonse Allais: «Hay que pedirle más a los impuestos y menos a los contribuyentes».

«¡Basta de guerra en Irak! ¡Que nuestras tropas vuelvan a casa!» es el lema de la «Marcha por la paz, la justicia y la democracia» que la Organización Nacional de la Mujer, Amigos de la Tierra, la Coalición Nacional de Jóvenes y Estudiantes por la Paz y otras ONG norteamericanas han convocado para el 29 de abril. Exigen que se debata en la Cámara de Representantes el proyecto de resolución 635 que presentaron 30 legisladores demócratas y cuyo título es muy claro. «Establecer un comité que investigue el designio del gobierno al declarar la guerra sin autorización del Congreso, manipular los datos de inteligencia previos, alentar y aprobar la tortura, aplicar represalias a los críticos, y que formule recomendaciones acerca de los elementos para un posible impeachment.» La idea no cuenta con el entusiasmo de los republicanos ni de la directiva del partido demócrata. Pero las alcaldías de ocho ciudades han pedido que se ejerza esa acción penal con vistas a la destitución de W. Bush y decenas de miles de ciudadanos han adherido con su firma a la propuesta (www.atlantaprogressi venews.com, 10-2-06).

James Madison, uno de los principales hacedores de la Constitución de EE.UU. y cuarto presidente del país, supo reflexionar: «De todos los enemigos de la verdadera libertad, la guerra es, tal vez, el más temible, porque entraña y desarrolla los gérmenes de otras por venir. La guerra es madre de los ejércitos; de éstos nace la necesidad de contraer deudas e imponer impuestos; y los ejércitos, las deudas y los impuestos son instrumentos conocidos para que los muchos sean dominados por los pocos… Ninguna nación puede preservar su libertad en medio de guerras continuas». No faltan estadounidenses que, estas palabras, las recuerdan.