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Crónica de la conferencia impartida por Howard Zinn en Wisconsin

Estados Unidos es un país ocupado

Fuentes: WDS

Entre sociólogos e intelectuales norteamericanos crece el convencimiento de que bajo la administración de George W. Bush Estados Unidos da la sensación de ser un país ocupado.

Uno de esos especialistas e historiadores, el profesor universitario Howard Zinn, de Wisconsin, declaró públicamente al respecto que «un pequeño grupo de extraños ha tomado el país». Para Zinn, el país está ocupado y llevado a dos guerras desastrosas. Mientras, el grupo gobernante «chupó la riqueza de este país y se la dio a los ricos y a las multinacionales», afirmó.

Ese grupo, prosiguió en una conferencia reciente en un recinto de Wisconsin, arruina el entorno y mantiene 10 mil armas nucleares y quiere que la gente se preocupe por el hecho de que Irán tal vez tenga dentro de 10 años un arma de ese tipo. Esas cosas han sido posibles, precisó, porque el grupo pudo crear una atmósfera de histeria belicista, pero el pueblo estadounidense ha empezado a entender y se opone a esa política.

De todas formas «todavía están en el poder (y) la pregunta es cómo lo logran», dijo Zinn. Para entenderlo, sin que en Estados Unidos haya un régimen como el de la Alemania nazi, hay que extraer algunas lecciones de aquellos tiempos, según el profesor.

Hermann Goering, segundo de Hitler y uno de los procesados en Nuremberg, fue analizado por un psicólogo, quien le preguntó como habían podido hacer que los alemanes los siguieran. La respuesta fue que la gente no quiere la guerra, pero los líderes la llevan a posiciones belicistas si se le dice que es atacada.»Eso funciona de la misma forma en cualquier país», subrayó Goering, lo que para Zinn resulta importante, porque significa que es válido para los nazis y para una democracia. «Y esto fue lo que realmente ocurrió en este país justo después del 9/11 y después que (George W.) Bush levantó el espectro de las armas de destrucción masiva en Iraq», dijo.

En este proceso, explicó Zinn, «la prensa no hizo su trabajo, y como resultado, el pueblo estadounidense al ver la televisión, leer los periódicos, no tuvo fuentes alternativas de información, opiniones alternativas, ni análisis alternativo crítico de lo que estaba pasando», subrayó. Según Zinn, debido a lo que alguien llama «amnesia nacional» se ha inculcado una mala historia en la que los malos son presentados como héroes.

Zinn afirma que el sistema educacional no hace su trabajo para que el pueblo estadounidense «conozca la historia real» y pueda comprender que lo empujan a aventuras bélicas sin motivos válidos. Apuntó que si los estadounidenses supieran algo de historia, sabrían como el presidente (William) McKinley llevó a la nación a una guerra al decir «vamos a liberar a Cuba del control español».Aquello terminó -agregó Zinn- con Madrid fuera del juego y la United Fruit al mando, junto con los bancos y corporaciones estadounidenses.

Si la gente conociera la historia, sabría que muchas veces los presidentes ni siquiera saben dónde están los países que supuestamente defienden. McKinley no sabía donde estaban las Filipinas, el país que iba a «civilizar y cristianizar» y a Lyndon Johnson hubo que explicarle qué era el Golfo de Tonkin, apuntó Zinn. Siempre, continuó, las invasiones se hacen bajo el pretexto de llevar democracia a algún lugar, como Guatemala (1954) o Chile (1973), cuando fueron derrocados gobiernos constitucionales, con apoyo estadounidense. «Amamos las elecciones democráticas, amamos las elecciones libres, excepto cuando van en la dirección equivocada. Entonces enviamos nuestro ejército o la CIA», indicó. Si se conoce la historia, dijo, está claro que los intereses de los gobiernos no son los mismos que los intereses de los gobernados, al contrario de lo que tratan de inculcar, y no existe el llamado «interés nacional».

En Iraq, los jóvenes soldados dicen que van a la guerra por su país, pero en realidad lo hacen por su gobierno, en este caso, por George W. Bush, Richard Cheney y Halliburton, en opinión de Zinn. Y ese conflicto de intereses entre los que están en el poder y el pueblo se ha expresado siempre, aunque tales hechos no se aprenden en las escuelas. «La historia -opinó Zinn- es útil para comprender que somos una nación como otras naciones, que no somos, como se nos enseña desde temprano, la más grande, la número uno o la mejor».

Aunque Estados Unidos -puntualizó- tiene muchas cosas buenas, para otras naciones, «somos bastante malos» y hasta para los negros y los nativos aborígenes o los trabajadores, que debieron rebelarse por sus derechos. Zinn se pregunta ante la consigna «Dios bendiga a América», «¿por qué no Dios bendiga a todos?» Lo único es que «tenemos más armas, más bombas, y, por lo tanto, somos capaces de más violencia. Podemos hacer lo que otros imperios no pudieron hacer a tal proporción», explicó.

El profesor señaló que, muchas veces, la gente es obligada a actuar contra sus propios intereses mediante la histeria. Así ha sido con los negros en el Sur durante los linchamientos, luego con los comunistas durante la Guerra Fría, o ahora con los musulmanes, en la «cruzada contra el terrorismo». Durante la Guerra Fría se inculcó que la Unión Soviética era una amenaza, pero era Estados Unidos el que tenía más bombas atómicas y el único que las empleó, contra Hiroshima y Nagasaki. Igual, Irán ni Corea del Norte podrán alcanzar a Washington en este campo, afirmó.

La «amenaza comunista» se empleó para interferir en cualquier país en América Latina o de otras partes del mundo que quería Estados Unidos. Ahora, George W. Bush y su equipo utilizan las palabras «terrorismo» y «terror» para asustar a los estadounidenses, pero empiezan a cansar y la opinión pública se torna contra la guerra, dijo Zinn. «El terrorismo del que los gobiernos son capaces para ir a la guerra es por mucho de mayor escala que el terrorismo de al-Qaeda o este grupo o aquel o cualquier otro grupo», precisó.

Zinn denunció que Estados Unidos insiste en que Irán «enriquece uranio», una fórmula para asustar a las personas en el caso de Irán, pese a que la Agencia Internacional de Energía Atómica no ve peligros inminentes. El profesor aseguró que algún día, la guerra en Irak terminará, como terminó la de Vietnam, pese a los reclamos de que «nunca saldremos, ganaremos, nos mantendremos en el curso, no vamos a cortar y correr de Irak». Habrá que hacerlo -subrayó- porque Estados Unidos no hace ningún bien en ese país y los padres están cansados de que sus hijos mueran para que Halliburton o Bechtel obtengan super-ganancias.

El profesor Zinn exhortó a que los estadounidenses exijan la retirada inmediata, porque cada día personas mueren, pierden brazos o piernas o quedan ciegas y «eso es intolerable». Entre sus propuestas está explicar en las secundarias que rechacen a los reclutadores del Pentágono, ahora empeñados en lograr avances en las de distritos pobres, que saben más vulnerables. Eugene Debs, citado por Zinn, afirmó en un discurso durante la I Guerra Mundial que lo llevó a la cárcel, que «la clase dirigente siempre empieza las guerras, la clase obrera siempre pelea las guerras». Zinn conminó a no luchar sólo contra la guerra en Irak o Irán, sino a no tener una sucesión interminable de movimientos antibelicistas, lo que se vuelve aburrido, sino a la abolición de las guerras.

En eso, puntualizó, la historia vuelve a ser útil, porque Estados Unidos tiene una sucesión de guerras sin que se haya resuelto nada ni haya ocurrido, como dijo el general Marshall, que «sobrevendría un nuevo mundo». Las guerras corrompen y, al final, los «buenos» terminan con un comportamiento similar al de los «malos», como demuestran todas las ocurridas en la historia, comentó. Zinn apuntó que un cirujano italiano le contó que ha operado a víctimas de guerras en todo el mundo, incluidos Iraq y Afganistán, y 85% son civiles de ellos, un tercio niños.

Hay que actuar, dijo Zinn, como pedía Albert Einstein después de la Guerra Mundial, «las guerras no pueden humanizarse, sólo pueden ser abolidas». Llevará tiempo pero también la esclavitud y finalmente, la dedicación de la gente logró abolirla en los 1830, dijo el profesor. En su discurso, Zinn insistió en que «todo lo que hagamos es importante», entre ellas, manifestaciones, cartas, desobediencia civil o conversación para que un mundo mejor sea posible.