Los legisladores de EEUU que investigan la veracidad de los argumentos del presidente George W. Bush para invadir Irak deberían analizar una de sus afirmaciones más resonantes: la del vínculo entre Sadam Husein y Osama bin Laden. La relación existía, pero no era la que el presidente vendió al público. El punto de contacto entre […]
Los legisladores de EEUU que investigan la veracidad de los argumentos del presidente George W. Bush para invadir Irak deberían analizar una de sus afirmaciones más resonantes: la del vínculo entre Sadam Husein y Osama bin Laden. La relación existía, pero no era la que el presidente vendió al público. El punto de contacto entre el ejecutado dictador de Irak y el prófugo líder terrorista era el Banco de Crédito y Comercio Internacional (BCCI), cuyas redes atravesaban Arabia Saudí y llegaban hasta Bush y su padre, el ex mandatario George Bush.
El BCCI fue usado por la CIA en el Gobierno de Ronald Reagan (1981-1989) para enviar armas a Sadam, financiar en Afganistán la guerrilla de Bin Laden y transferir dinero a la operación Irán-Contra. Los Bush también obtuvieron beneficios por sus contactos con el BCCI: uno de los principales socios saudíes del banco engrasó en los 80 las problemáticas inversiones petroleras del actual presidente.
El BCCI fue fundado en 1972 por el banquero paquistaní Agha Hasan Abedi, con el apoyo del jeque Zayed bin Sultan al Nahyan, soberano de Abu Dhabi y presidente de Emiratos Arabes Unidos. El lavado de dinero fue clave en su estrategia corporativa. Se convirtió en el banco de los traficantes de drogas y armas, de los funcionarios gubernamentales corruptos, de los protagonistas de fraudes financieros, de los dictadores y de los terroristas.
La CIA usó las sucursales del BCCI en Pakistán para canalizar parte de los 2.000 millones de dólares (1.500 millones de euros) que Washington envió a los muyahidin (combatientes islámicos) de Bin Laden que luchaban contra los invasores de la URSS en Afganistán.
Las operaciones del BCCI dieron a Bin Laden una lección sobre actividades financieras encubiertas que aplicaría cuando organizó la guerra santa contra EEUU.
El BCCI ayudó a Sadam a enviar millones de dólares a la Banca Nazionale del Lavoro (BNL) de Italia. Fue así que en los años 80 Irak consiguió 4.000 millones de dólares (3.000 millones de euros) en préstamos secretos para la compra de armas. En 1992, la CIA ya sabía desde hacía mucho tiempo que la BNL prestaba dinero a Irak.
La BNL era cliente de Kissinger Associates y el ex secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger era miembro de la junta asesora internacional del banco.
Importantes figuras saudíes tenían gran influencia en el BCCI. Un cuñado del fallecido rey Faisal, jefe de la Inteligencia del país árabe entre 1963 y 1979 y enlace de la CIA en el Golfo Pérsico, el jeque Kamal Adham, se convirtió después en un accionista principal del banco. Bush padre conocía a Adham desde su designación al frente de la CIA. Otro inversor del BCCI fue el príncipe Turki bin Faisal al-Saud, quien sucedió a Adham como jefe de la Inteligencia saudí. Entre un 20% y un 30% de las acciones del BCCI fueron compradas por 1.000 millones de dólares (750 millones de euros) por la familia de Jalid Salem bin Mahfuz, banquero del rey Fahd y otros miembros de la familia real. Bin Mahfuz ingresó así en la junta del BCCI.
El interés de varios gobiernos árabes en el banco era más que financiero, según la CIA. Un memorando secreto de la agencia lo explicaba así a mediados de los años 80: «Sus principales accionistas integran la elite del poder en Oriente Próximo, incluidos los gobernantes de Dubai y de Emiratos Arabes Unidos, y varios influyentes saudíes. Ellos están menos interesados en el lucro que en la promoción de la causa musulmana». Los vínculos privados de los Bush con el banco llegaban a Bin Mahfuz a través del empresario texano James R. Bath, quien representó a capitales saudíes en sus inversiones en EEUU.
El robo de entre 9.500 millones y 15.000 millones por parte del BCCI antes de ser clausurado en 1991 es el principal fraude bancario en 20 años. La mayor parte de esos fondos nunca fueron recuperados. La complicidad de la banca internacional permitió ocultar el rastro de ese dinero.
Pero en los años siguientes al colapso del BCCI, Bin Mahfuz aún disfrutaba de una inmensa riqueza. En 1992, fundó la Fundación Muwafaq (alivio bendito). El Departamento del Tesoro estadounidense calificó a la fundación de «fachada de Al Qaeda que recibe financiamiento de ricos empresarios saudíes».
Cuando comenzó a estallar el escándalo del BCCI a fines de los 80, el Gobierno de Bush padre hizo lo que pudo para taparlo. El Departamento de Justicia fue obligado a acusar a los responsables sólo después de que lo hiciera el fiscal del distrito de Nueva York. Pero la evidencia sobre los vínculos más intrincados del BCCI consta en numerosas investigaciones. Éste sería un buen momento para echar otro vistazo a la conexión BCCI-Osama-Sadam-saudíes-Bush.
Lucy Comisar es periodista de investigación y autora de un capítulo del libro