Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Durante la Guerra Fría, si un periodista o visitante estadounidense a la Unión Soviética hubiera informado sobre iglesias repletas de gente, habría sido una señal de que la gente escapaba del comunismo y lo rechazaba. Si las iglesias estaban vacías, era obviamente un prueba de la represión contra la religión. Si había escasez de bienes de consumo, era visto como el fracaso del sistema comunista. Si parecía haber más abundancia de bienes de consumo, se especulaba qué ocurría en la Unión Soviética que obligara a las autoridades a tratar de sobornar a sus ciudadanos
Me recuerdo de esa forma de pensar cuando considero las noticias sobre Venezuela. La mente conservadora, anticomunista, estadounidense ve las cosas que tienen que ver con el más reciente objeto del odio de Washington del peor modo posible (cuando llegan a ser sinceros). Si Chávez hace que más educación llegue a las masas de gente pobre, es probable que sea para indoctrinarlas. Si Chávez invita una gran cantidad de médicos cubanos a Venezuela para que traten a los pobres, es un signo de una nueva y creciente conspiración comunista en Latinoamérica, que incluye a Evo Morales, presidente de Bolivia. Si Chávez gana repetidas elecciones democráticas… dice el reciente Secretario de Estado Donald Rumsfeld: «Quiero decir, tenemos a Chávez en Venezuela con mucho dinero del petróleo. Es una persona que fue elegida legalmente igual como Adolfo Hitler fue elegido legalmente y luego consolidó el poder y ahora está, desde luego, trabajando estrechamente con Fidel Castro y el señor Morales y otros.» [1]
La última manifestación de esta actitud es la condena de la negativa del gobierno venezolano de renovar la licencia de RCTV, una estación privada de televisión. Esto ha sido denunciado por el gobierno y los medios de EE.UU., y todos los demás derechistas, como supresión de la libertad de expresión, aunque todos sepan perfectamente que la principal razón, el sine qua non, para el rechazo de la renovación de la licencia, tiene que ver con el apoyo irrestricto de RCTV para el golpe de 2002 que derrocó brevemente a Chávez. Si hubiera un golpe militar exitoso en EE.UU. y una cierta estación de televisión aplaudiera el derrocamiento del presidente (y la disolución del Congreso y de la Corte Suprema, así como la suspensión de la Constitución) y si entonces el golpe fuera derrotado por otras fuerzas militares acompañadas por manifestaciones masivas, y la misma estación de televisión no informara sobre nada de esto mientras sucedía para evitar todo apoyo al contragolpe, y en su lugar siguiera informando de que el presidente había renunciado voluntariamente… ¿cuánto tardaría antes de que el gobierno de EE.UU., vuelto al poder, clausurara la estación, arrestara a sus ejecutivos, los acusara bajo media docena de leyes terroristas, y los encarcelara con grilletes y buzos naranja para que nadie volviera a oír hablar de ellos? ¿Cuánto? ¿Cinco minutos? El gobierno venezolano esperó cinco años, hasta que la licencia de la estación tuviera que ser renovada. Y nadie ha sido arrestado. Y RCTV sigue pudiendo transmitir por cable y satélite. ¿Existe otro país en todo el mundo que sea tan clemente? [2]
Se puede decir que los medios en Venezuela son mucho más libres que en EE.UU. ¿Puede alguien nombrar a un solo periódico en EE.UU. que se oponga inequívocamente a la política extranjera de EE.UU.? ¿Puede alguien nombrar a una sola red de televisión en EE.UU. que se oponga inequívocamente a la política extranjera de EE.UU.? ¿Hay un solo diario o cadena de televisión en todo EE.UU. que haya sido calificado de «medio opositor? Venezuela tiene numerosos medios de oposición.
¡No creas todo lo que piensas!
«Si el Congreso controlado por los demócratas quisiera obligar al gobierno de Bush a aceptar una ley con un itinerario para la retirada de Iraq, no tendría que aprobar la ley contra el veto de Bush. Sólo tendría que dejar claro que no se aprobaría ninguna ley de gastos para la Guerra de Iraq sin un itinerario. Ya que la Constitución exige que el Congreso apruebe todos los gastos, Bush necesita la aprobación del Congreso para continuar la guerra. El Congreso no necesita la aprobación de Bush para terminar la guerra.» [3]
De acuerdo, pero con todo lo que se habla sobre el financiamiento o no de la guerra, con todas las leyes en el Congreso, y el veto de una ley de financiamiento por el rey idiota, sigo buscando una explicación de lo que exactamente sucedería en la vida real si se «cortara» el financiamiento de la guerra. ¿Aparecería repentinamente en Iraq un contador o abogado del Departamento del Tesoro o de la Oficina de Administración y Presupuesto, entraría en la Zona Verde, tocaría un pito, y anunciaría: «¡Esta guerra se suspende por falta de fondos! Les ruego se vaya a casa?» ¿Se negarían los fabricantes para la guerra (conocidos también humorísticamente como fabricantes para la defensa) a suministrar sus productos a crédito? No, si quieren negocios en el futuro. ¿Se le acabarían pronto al Pentágono los fusiles y las balas, los tanques y los helicópteros? ¿Cuán probable es eso? Deben tener inmensos suministros disponibles de casi todo porque nunca saben si no habrá una necesidad repentina y urgente de llevar la libertad y la democracia a algún país necesitado, olvidado de Dios. También deben tener a mano inmensos suministros de dinero. ¿Y quién les va a impedir que transfieran dinero de una cuenta a otra? ¿Hay alguien que crea que este gobierno – al que todos hemos llegado a conocer y amar, y a respetar por su integridad – hay quien crea que esta pandilla de pillos permitiría que les aten las manos?
En 1984, el Congreso cortó el financiamiento para la guerra del gobierno de Reagan en Nicaragua en apoyo a la encantadora banda de violadores y torturadores conocida como la Contra. ¿Y qué hizo el gobierno? Obtuvo clandestinamente dinero y armas de gobiernos extranjeros como Arabia Saudí, Taiwán, Corea del Sur, la África del Sur del apartheid, e Israel; así como financiamiento de fuentes internas y del amplio narcotráfico (sic). ¿No serían igual de ingeniosos los busheviques? Halliburton, Bechtel, y Lockheed solos podrían financiar la guerra.
La mancha sobre la humanidad no desaparece
Un informe en la edición de marzo de «Archives of General Psychiatry», una publicación de la Asociación Médica (US)americana, basado en entrevistas de cientos de supervivientes de conflictos de los años noventa en la antigua Yugoslavia, concluye que «técnicas agresivas de interrogatorio o procedimientos de detención que incluían la privación de las necesidades básicas, la exposición a condiciones medioambientales adversas, posiciones de estrés forzado, capuchas o vendas en los ojos, aislamiento, restricción de movimiento, desnudez forzada, amenazas, tratamiento humillante y otras manipulaciones psicológicas no parecen ser sustancialmente diferentes de la tortura física en términos de la magnitud del sufrimiento mental que causan, los mecanismos subyacentes del estrés traumático, y sus efectos traumáticos a largo plazo.»
El informe agrega que estos resultados no apoyan la distinción entre la tortura y «otro tratamiento cruel, inhumano y degradante» (una expresión tomada de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, 1948), utilizada a menudo en convenciones y declaraciones internacionales de derechos humanos. Aunque estas convenciones prohíben ambos tipos de actos, el informe señala que «una distinción semejante refuerza sin embargo la interpretación equívoca de que el tratamiento cruel, inhumano y degradante causa menos daño y podría por lo tanto ser permisible bajo circunstancias excepcionales.» [4]
Estas conclusiones contradicen directamente las frecuentes declaraciones de George W. Bush, el Pentágono, et al, de que «No torturamos.» Quisieran que el mundo creyera que la tortura psicológica no es realmente tortura; aunque a menudo han empleado también el tipo físico, en un grado que en una serie de ocasiones ha llevado a la muerte de un prisionero. (El juez Andrew Collins del Tribunal Supremo británico: «La idea de EE.UU. de lo que es tortura no es la misma que la nuestra y no parece coincidir con la de la mayoría de las naciones civilizadas.» [5])
Las conclusiones del informe de la revista no apoyan, sin embargo, el argumento de gente como el profesor de la Escuela de Derecho de Harvard, Alan Dershowitz, que adora formular la pregunta clásica: «Y si se ha preparado una bomba para que estalle, que matará a mucha gente, y sólo tu prisionero sabe dónde está colocada ¿está bien que se le torture para extraer la información?»
La humanidad ha estado luchando durante siglos por domar sus peores conductas; liberarse de la angustia de la tortura está muy arriba en esa lista. Finalmente, se dio un primer paso histórico en la Asamblea General de Naciones Unidas de 1984 con la redacción de la «Convención contra la tortura y otro tratamiento o castigo cruel, inhumano o degradante» (entró en vigor en 1987, fue ratificada por EE.UU. en 1994), El artículo 2, sección 2 de la Convención declara: «Ninguna circunstancia excepcional, sea un estado de guerra o una amenaza de guerra, inestabilidad política interna o cualquier otra emergencia pública, pueden ser invocadas como justificación de la tortura.»
Un semejante lenguaje maravillosamente claro, inequívoco y basado en principios, fija un solo estándar para un mundo que hace que sea cada vez más difícil sentirse orgulloso de la humanidad. No podemos retroceder. Si la tortura es planteada como una posibilidad, se convertirá en una realidad. Si actualmente se considera aceptable torturar a la persona que tiene la información vital, mañana será aceptable torturar a su colega de quien – se sospecha – podría saber casi tanto. ¿Aceptaríamos que se reinicie la esclavitud sólo por poco tiempo para servir alguna «emergencia nacional» o algún «propósito superior?»
«Personalmente preferiría morir que el que se torture a alguien para salvarme la vida,» – Craig Murray, antiguo embajador británico en Uzbekistán que perdió su puesto por condenar públicamente al régimen uzbeco en 2003 por su uso sistemático de la tortura. [6]
Si se abre la ventana de la tortura, aunque sea un poco, el aire gélido de la Edad de las tinieblas llenará todo el recinto.
La pesadilla de un guerrero de la Guerra Fría
Jack Kubisch murió el 7 de mayo en Carolina del Norte. Tal vez no hayas oído hablar de él. Fue un funcionario del Servicio Exterior del Departamento de Estado que sirvió en México, Francia, y Brasil, y como embajador en Grecia. Cuando hubo el golpe militar en Chile el 11 de septiembre de 1973, que derrocó al gobierno socialista democráticamente elegido de Salvador Allende, Kubisch era Secretario Adjunto de Estado para Asuntos Interamericanos.
Después del golpe, Kubisch se vio en apuros para rebatir las acusaciones de que EE.UU. había estado involucrado. «No era de nuestro interés que los militares se apoderaran del poder en Chile,» insistió. «Habría sido mejor si Allende hubiera cumplido todo su período, conduciendo a la nación y al pueblo chileno a la ruina completa y total. Sólo entonces habría tenido lugar el desprestigio total del socialismo. Sólo entonces la gente habría entendido que el socialismo no funciona. Lo que ha sucedido ha confundido esa lección.» [7]
Vuelva a leerlo. Es la descripción más concisa y tan clara que pueda volver a encontrar admitida en pública por un alto funcionario estadounidense sobre los fundamentos ideológicos de la política extranjera de EE.UU. Aunque se basa en una falsedad inventada para la ocasión – que las políticas de Allende llevaban a Chile a la ruina, ya que no era el caso – las palabras de Kubisch articulan un objetivo básico de la política extranjera de EE.UU.: impedir el éxito de cualquier sociedad que pueda servir como un ejemplo exitoso de una alternativa al modelo capitalista. Muchos países subdesarrollados fueron castigados terriblemente durante la Guerra Fría por tener una aspiración semejante; Cuba sigue siéndolo; es mejor que tales sociedades sufran «la ruina completa y total» a que logren un objetivo semejante.
Washington no conoce otra herejía en el Tercer Mundo que la genuina independencia. En el caso de Salvador Allende, la independencia vino vestida de un vestido especialmente provocador – un marxista elegido constitucionalmente que siguió guardando respeto por la constitución. No podían permitirlo. Estremecía los fundamentos mismos en los que se basaba la torre anticomunista: la doctrina, concienzudamente cultivada durante decenios, de que los «comunistas» sólo pueden llegar al poder por la fuerza y el engaño, de que pueden retener el poder sólo mediante el terror y el lavado de cerebro de la población. Para los ideólogos de Washington, podía haber sólo una cosa peor que un marxista en el poder – un marxista elegido en el poder.
Por si alguna vez llegaste a pensar que la estupidez, las mentiras, la hipocresía, el cinismo, la crueldad, y la arrogancia nunca pueden haber sido peores que ahora…
Esto es lo que dijo el presidente George H.W. Bush, en un discurso ante la Academia de la Fuerza Aérea de EE.UU., el 29 de mayo de 1991:
«En ninguna parte son más urgentes los peligros de la proliferación que en Oriente Próximo. Después de consultar con gobiernos en la región y en otros sitios sobre cómo desacelerar y luego dar marcha atrás a la concentración de armas innecesarias y desestabilizadoras, propongo hoy una iniciativa de control de armas en Oriente Próximo. Incluye líneas directivas para proveedores sobre exportaciones de armas convencionales; barreras para exportaciones que contribuyen a armas de destrucción masiva; un congelamiento ahora, y más adelante una prohibición de misiles tierra-tierra en la región; una prohibición de la producción de material para armas nucleares.»
El día siguiente, (es decir ese MISMO día siguiente, el 30 de mayo de 1991), el Secretario de Defensa, Dick Cheney (¿Qué le habrá pasado?) anunció que EE.UU. entregaría a Israel aviones caza estadounidenses por un valor de 65 millones de dólares y que apoyaría la mayor parte de un nuevo programa de misiles israelí. [8]
En ese mismo discurso, Bush, padre, declaró: «Nuestros soldados, hombres y mujeres, en el Golfo, cansados después de meses en el desierto, ahora ayudan a los kurdos sufrientes.» La verdad era que ya que habían terminado los combates de la Guerra del Golfo, EE.UU. estaba haciendo lo posible por reprimir la revuelta kurda contra el régimen de Sadam Husein, una revuelta que el gobierno de Bush había alentado en el caso de kurdos y chiíes como parte del papel perenne de liberadores democráticos del que había hecho profesión Washington; pero cuando se calmaron las cosas, la perspectiva de un área autónoma kurdo al lado Turquía, aliada de EE.UU., y / o una coalición chií Iraq-Irán cercana a los aliados saudíes, hicieron que revueltas exitosas parecieran desagradables al gusto de EE.UU. Por lo tanto, abandonó a kurdos y chiíes a sus propios destinos [no demasiado agradables]. Pero así son los negocios.
Segundos más adelante en su conferencia el papá de Bush logró extraer las siguientes palabras de sus labios: «No dictamos el curso que siguen otros países.»
«El hombre nunca será libre hasta que el último rey sea estrangulado con las entrañas del último cura.»
Denis Diderot, enciclopedista y escritor francés del Siglo XVIII
Christopher Hitchens ha publicado un nuevo libro: «god is not GREAT – How Religion Poisons Everything» [dios no es GRANDE – Cómo la religión envenena todo]. Es una recopilación de las numerosas cosas terribles hechas en nombre de Dios por diversas religiones con el pasar de los siglos; muchas más, postula el libro, que las cosas terribles cometidas por el mundo secular. Los horrores sagrados continúan por cierto en la actualidad, tal vez peores que nunca. Si los dirigentes y potenciales dirigentes del Líbano, Pakistán, EE.UU., Israel, Palestina, Afganistán, Somalia, y algunos otros países, fueran humanistas seculares nuestro pobre mundo no parecería ser el infierno de otro planeta. La responsabilidad de la religión organizada es enorme.
No tengo un problema en particular con el tema general del libro. Pero cuando leí por primera vez una reseña me pregunté como Hitchens trató a Sadam Husein y su gobierno secular en Iraq. Era un sujeto genuinamente malo, pero no tenía nada de religioso fanático. El problema para Hitchens era complicado, al ser un ardiente partidario de la guerra de EE.UU. contra Iraq, tenía que disipar la noción de que EE.UU. había derrocado a un gobierno secular. A Hitchens, sin embargo, se le ocurrió una solución simple y elegante para ambos problemas – ¡Convirtió a Sadam y a su gobierno en «religiosos»! Sadam, escribe, «había engalanado todo su régimen… como si fuera de piedad y yihád» [contra quién no lo dice, yo tampoco puedo hacerlo]. «Los que consideraban que su régimen era ‘secular’ se engañaban.» [9]
Ahora la ley islámica (sharia) ha sido impuesta en muchas partes de Iraq, con numerosas historias de horror sobre su imposición contra jóvenes hombres y mujeres por entremezclarse, por sus vestimentas, su música, baile, etc. La cantidad de asesinatos por honor familiar ha aumentado considerablemente. Mezquitas y edificios de otras religiones, incluyendo a los asirios cristianos, han sufrido numerosos ataques serios. Eran cosas que eran raras o inexistentes bajo Husein, cuando chiíes y suníes se casaban entre ellos regularmente y los musulmanes no tenían que escapar en sus miles de Iraq por temor de otros musulmanes, ni judíos o cristianos. (En su último año en el poder, Husein habló en términos religiosos con más frecuencia que antes, pero parecía ser poco más que recurrir de los dientes para afuera a la cólera provocada en Iraq, como en todo Oriente Próximo, por la Guerra contra el Terror de Washington.)
Esto, entonces, es donde ha llevado la ¡Oh, qué guerra más bonita! de Hitchens. La ironía sería insoportable para una persona como él si no lo rescatara la negación.
No se habrá dejado de notar que el Iraq de Husein no fue el único gobierno secular derrocado por EE.UU. que condujo a un sucesor muy religioso. En Afganistán en los años ochenta y comienzos de los noventa, EE.UU. organizó el derrocamiento del gobierno «comunista,» que llevó al régimen de fundamentalistas islámicos, del emergieron los talibán,
La responsabilidad de los fundamentalistas imperialistas y capitalistas es inmensa
«Benditos sean los pacificadores»… aunque el FBI puede vigilarlos intensamente.
Y repletar inmensos archivos. Muchos de los archivos – sobre pacificadores y otros – están en la Sala de Lectura del FBI en http://foia.fbi.gov/foiaindex/foiaindex.htm
Entre aquellos que tienen archivos están: Los Beatles, Bertolt Brecht, Steve Allen, la ACLU, Ty Cobb, American Friends Service Committee, Lucille Ball, la Pacifica Foundation, Cole Porter, Elvis Presley, Carl Sagan, Charles Schulz, Frank Sinatra, Mickey Mantle, Groucho Marx, HL Mencken, NAACP, Ian Fleming, Vincent Foster, Jefferson Airplane, Janis Joplin, Henry Wallace, Weatherman Underground, y cientos de otros, así como el Álbum de fotos de terroristas del FBI (1973-89).
¿Por qué, después que todos sabemos de su sórdida carrera – y el mantenimiento de su montaña de archivos no es más que una parte ínfima, relativamente inofensiva – siguen llamando el edificio del FBI: J. Edgar Hoover?
NOTAS
[1] Associated Press, 4 de febrero de 2006
[2] Para más detalles vea: Bart Jones, op-ed, Los Angeles Times, 30 de mayo de 2007; http://www.venezuelanalysis.com; www.misionmiranda.com/rctv.htm
[3] Fairness and Accuracy in Reporting (FAIR), 1 de junio de 2007, http://www.fair.org/index.php?page=3110
[4] De un comunicado de prensa de la revista del 5 de marzo de 2007
[5] The Guardian (Londres), 17 de febrero de 2006
[6] Testimonio ante la Comisión Internacional de Investigación sobre Crímenes contra la Humanidad cometidos por el Gobierno de Bush, sesión del 21 de enero de 2006. Nueva York.
[7] Washington Post, 21 de octubre de 1973
[8] Los Angeles Times, 31 de mayo de 1991
[9] «god is not GREAT: How Religion Poisons Everything», página 25
William Blum es autor de «Killing Hope: U.S. Military and CIA Interventions Since World War II, Rogue State: a guide to the World’s Only Super Power.» y de «West-Bloc Dissident: a Cold War Political Memoir.»
Para contactos: [email protected]