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En el recuerdo el asesinato del joven antifascista y militante de Maulets

15 años sin Guillem Agulló

Fuentes: La Haine

Hace 15 años y parece que fue ayer. Quienes vivimos la muerte de Guillem no lo hemos olvidado ni un solo día. No nos dejan. No podemos y no debamos de, puesto que la actualidad tristemente nos devuelve al pasado, a aquellos años de Acción Radical, de los conciertos nazis y las cacerías a inmigrantes, […]

Hace 15 años y parece que fue ayer. Quienes vivimos la muerte de Guillem no lo hemos olvidado ni un solo día. No nos dejan. No podemos y no debamos de, puesto que la actualidad tristemente nos devuelve al pasado, a aquellos años de Acción Radical, de los conciertos nazis y las cacerías a inmigrantes, homosexuales y rojos. Las viejas heridas que no se curan bien nunca cicatrizan, y la de Guillem es una que queda todavía bien abierta. Nos gustaría poder decir que aquello de los skinheads nazis, de las palizas y los ataques queda bien lejos, que fue una moda pasajera de los ’90 que sedujo a unos cuántos jóvenes sin expectativas que acabaron por desertar de aquella locura. Pero no es así. Y no lo es porque en su día no se tomó seriamente, no se quiso admitir el problema, se reducía todo a peleas juveniles entre tribus urbanas, se despolitizaba y se esquivaban las responsabilidades, y ahora tenemos lo que es consecuencia de aquella hipocresía.

En sólo 17 años, según publica el último Informe Raxen que elabora Movimiento Contra la Intolerancia, se han producido 75 asesinatos conocidos a manos de la extrema derecha por motivos de discriminación y odio al diferente. Esta cifra, a la que se suman las numerosas barbaridades que constantemente van conociéndose a través de la prensa protagonizadas por fascistas y neonazis, debería servir sin lugar a dudas para que el Estado tomara medidas eficaces de una vez. Esconder el polvo bajo la alfombra, esta es la política de los responsables, porque no quieren admitirlo, porque no les toca a ellos, porque tienen otras preocupaciones como los grandes acontecimientos o conservar la simpatía de la monarquía. Entonces si que se aplican. Queman fotos del rey y en dos días detienen a los responsables, los juzgan y les cae una pena propia de la edad media. En València, un grupo de nazis apuñala un joven que casi pierde la vida, en Castelló le graban una esvástica en la cara a otro joven, y ahora aparecen videos de ultras agrediendo y humillando inmigrantes en Orriols, y no pasa nada. Sólo en el caso de la puñalada se detienen a 5 neonazis, que quedan en libertad el mismo día. No suponen un peligro, han estado apunto de matar un joven porque sí, pero no pasa nada, tonterias de niños. De las constantes agresiones en Castelló no se sabe nada, ningún detenido, igual que de las bombas contra ERPV, BNV y CEAR.

15 años después, el panorama no es nada esperanzador por los defensores de la libertad.. Los partidos ultras empiezan a tener concejales en los ayuntamientos, los campos de fútbol continúan siendo un paraíso por los psicópatas, y las cacerías continúan. Pero, qué interés tiene el Estado al conservar esta situación de asedio, de impunidad y de terror? Será porque a los políticos y jueces de turno no les salpica la sangre? Se creen que a sus hijos, a sus hermanos y primos no les puede pasar nada? Se creen que cualquier día no será su hijo el apuñalado en el barrio del Carme? Qué esto sólo les pasa a los rojos, a los punkis, a los separatistas, a los homosexuales o a los inmigrantes? qué harán pues cuando sean ellos o los suyo las víctimas?

El asesino de Guillem, Pedro Cuevas, fue cazado ahora hace 3 años por la Guardia Civil dentro el marco de la Operación Panzer puesto que formaba parte de la organización neonazi Frente Antisistema (HACES), a la que incautaron armas de todo tipo, incluso un lanzagranadas. Dos años después, en las últimas elecciones municipales, su nombre aparecía a la candidatura del partido neonazi Alianza Nacional por la localidad de Chiva, dónde vive el líder de esta formación, Juan Manuel Soria, también implicado en el Caso Panzer. La prensa se hizo eco: el asesino de Guillem, que no fue considerado que tuviera motivaciones políticas por matar Guillem, aparecía bajo la esvàstica 14 años después. Los hechos nos dieron la razón. Un crimen político en mayúsculas, pero claro, ahora ya Cuevas había cumplido su pena. Pero ahora, qué pasará con los nazis del FAS? Serán considerados asociación ilícita o banda armada? Según la Guardia Civil, se organizaban para apalear inmigrantes, vendían armas por internet y poseían material bélico con gran capacidad destructiva. El juicio está al caer. Hay una nueva acusación popular, esta vez de la plataforma Acción Popular Contra la Impunidad, de la que forman parte ayuntamientos, partidos, Ongs y asociaciones culturales. Muchos ojos atentos a las películas que nos quieran contar jueces, periodistas y abogados defensores.

El juicio del Caso Agulló fue una vergüenza. A través del diario Las Provincias, entonces en manos de la ultra Mª Consuela Reyna, se criminalizó la figura de Guillem, de todo el movimiento independentista, los okupes del Kasal Popular, el antifascismo y todo aquel que advertía del peligro neonazi. La acusación popular se retiró por la gran farsa que se cocinaba en los despachos de los juzgados de Castelló. Estábamos locos, vemos fantasmas, éramos incluso igual que los nazis, pero del otro extremo. Un discurso que, desgraciadamente, desde los gobiernos y responsables de turno se repite cada vez que ocurre una desgracia similar. Cuando asesinaron a Carlos Javier Palomino en Madrid el pasado noviembre, irremediablemente, miramos atrás y vimos el caso de Guillem otra vez. Y los mismos discursos, las mismas palabras vacías y las mismas mentiras. Y qué ha pasado desde entonces? Que los neonazis y fascistas han visto que en el Estado español tienen carta blanca para hacer lo que quieran, y así han continuado, con más puñaladas, más atentados y más cacerías, sin ninguna represalia.

La ley además, mima los racistas. Absuelven a uno de los máximos difusors de estas tesis, Pedro Varela, propietario de la Librería Europa, y permiten que traiga a oradores como David Duke, vetado en el resto de países «civilizados». La Ley de Partidos no alcanza a quienes defienden la cuestión racial a sus programas, ni a quienes señalan a los inmigrantes como el mayor problema del Estado, permitiendo que gran parte de la juventud desencantada acabe seducida por los discursos apocalípticos y discriminatorios, y cuando aparecen videos de jóvenes neonazis intentando quemar a dos inmigrantes que dormían en un coche, nos preguntamos como alguien puede tener estas crueles y malas ideas. En Pamplona detienen 50 ultras de Yomus armados con cuchillos, palos, petardos y bolas de billar. Habían provocado disturbios contra los seguidores del Osasuna, y la policía los cazó. Los subieron al autobús y los devolvieron a València, a dormir tranquilamente a casa.

Por mucho que se escondo con eufemismos de gamberrismo, vandalismo o rivalidad entre tribus urbanas, el problema está aquí. El peligro de qué cualquiera de nosotros y de vosotros sea víctima del odio, tolerado por unos y promovido por otros continúa. Pero dónde está el límite? Cuántas muertes hacen falta sobre la mesa para que los responsables políticos y judiciales se tomen serio este cáncer? Sólo con la creación de la Fiscalía especializada en delitos de odio que promueven varias ongs, dotarían de una protección necesaria a todas aquellas víctimas que hoy en día están totalmente desamparadas, que incluso ni denuncian por miedo a represalias, por sentirse indefensas ante los violentos. Mientras, las cifras van creciente, y el País Valenciano continúa al frente del Estado en agresiones fascistas. Hechos aislados que si los juntamos, forman casi un continente, por mucho que intenten esconderlo.

Por eso es por lo que hace falta reivindicar el simbolismo que el Caso Agulló tiene. Por el gran fraude que significó a la «democracia» que intentan vendernos, a las libertades y a la justicia, y por la vigencia de sus ideales, de los nuestros, y de nuestro compromiso con la lucha contra los imbéciles que pretenden devolvernos a las cavernas y golpearnos, como si no hubiesemos tenido suficiente con los últimos 70 años. Así, hasta que no se acabe de cuajo con quienes promueven y ejecutan el odio, nosotros no pararemos. Continuaremos luchando con todas nuestras fuerzas, sin perder la ilusión ni la sonrisa, sin olvidar y sin retroceder.

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