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Los demócratas no han hecho nada para parar la guerra y no harán nada para parar la guerra.

Comprobando la realidad

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Se acabó el candidato Obama; kaput. Ha afirmado que no tiene intención de parar la guerra y, de esa forma, se ha descalificado ya a sí mismo. Esa es su prerrogativa; nadie le pone una pistola en la cabeza. Su artículo de opinión en el New York Times del pasado lunes elimina cualquier rescoldo de duda sobre la cuestión. Lo que Obama propone es trasladar el escenario central de las operaciones de Iraq a Afganistán. ¡Pues qué bien! ¿Por qué es más aceptable matar a un hombre que lucha por su país en Afganistán que en Iraq?

No lo es; por haber dicho eso, hay que derrotar a Obama, hay que tirar por la borda al equívoco Partido Demócrata, todos juntos. Los demócratas son un partido sangriento del mismo cariz que los republicanos, sólo que más discretos. Por esa razón, la gente que se toma en serio acabar con la guerra tiene que apoyar a candidatos que estén fuera de esa charada de los dos partidos. El duopolio demócratas/republicanos no va a sacarnos del apuro; es tan sencillo como eso. La cuestión es parar la matanza, no apoyar ciegamente a políticos melosos que intentan enmascarar sus verdaderas intenciones verdaderas. Obama eligió, ahora que sufra las consecuencias.

Nancy Peloso es un ejemplo perfecto de lo que son sobre todo los demócratas. Sólo tienen que contemplar la forma en que hace caso omiso de la gente que la eligió. Toda esa gente no significa nada para ella. En cuestión de meses, la «liberal de San Francisco» ha conseguido lo que el antiguo Portavoz de la Casa Hastert sólo podía soñar; ha logrado que los índices de aprobación pública del Congreso bajen hasta un único dígito por primera vez en la historia, convirtiéndose en la peor portavoz de todos los tiempos. Autorizó sin cuestionarla siquiera la factura FISA, ocultó lo que ya sabía sobre los programas de tortura global de la CIA y votó para parar cualquier esfuerzo público que intentara conseguir que la administración respondiera de sus crímenes de guerra (No al impeachment). Ha traicionado a sus más ardientes seguidores y, sin que nadie la ayudara, ha transformado el ya castrado Congreso en una entidad puramente ceremonial incapaz de hacer su trabajo para el pueblo.

Al menos, Bush no traicionó nunca a sus seguidores. Nunca. Pelosi es peor que Bush, mucho peor.

Y todavía están los liberales insistiendo en que deberíamos votar el abono demócrata. ¡Ni lo sueñen!

¿Qué izquierdista o progresista no se siente completamente harto de la hipocresía de dar gato por liebre típica de la astucia demócrata? Votar el abono demócrata no es un signo de «esperanza»; es señal de ser un imbécil. Los demócratas no han hecho nada para parar la guerra y no harán nada para parar la guerra. La candidatura de Obama es simplemente una forma de reemplazar un grupo de maníacos genocidas por otro. ¿Quién necesita un chico carismático y glamouroso, con pico de terciopelo, para llevarnos a la batalla cuando un carroza senil, «con buen manejo de la ira», lo hará estupendamente.

Los votantes de conciencia deberían rechazar totalmente esa opción. Al igual que deberían rechazar la teoría del «menor de dos males», que no funciona cuando las ordenanzas se están volcando a diario sobre civiles inocentes. Eso tiene que acabarse.

Obama no es un candidato antibelicista, es simplemente una ficción mantenida por su equipo de relaciones públicas. De hecho, quiere reforzar el ejército con 65.000 nuevos efectivos para las fuerzas terrestres y 27.000 marines más. También ha declarado que llevará «dos brigadas de combate más a Afganistán» y ha animado a la OTAN a hacer «contribuciones mayores con menores restricciones». En su artículo de opinión, fanfarroneaba: «Como Presidente, haré de la lucha contra Al Qaida y los talibanes la principal prioridad. Esta es una guerra que tenemos que ganar».

Añadía también esta ominosa advertencia:

«La amenaza más grande para la seguridad se halla en las regiones tribales de Pakistán, donde los terroristas entrenan a los insurgentes que van a combatir a Afganistán. No podemos tolerar un santuario terrorista y, como Presidente, no quiero tolerarlo. Necesitamos una alianza más fuerte y sostenida entre Afganistán, Pakistán y la OTAN para asegurar la frontera, eliminar los campos terroristas y adoptar medidas enérgicas contra los insurgentes que cruzan la frontera. Necesitamos más tropas, más helicópteros, más satélites, más aviones teledirigidos Predator en la región de la frontera afgana. Y debemos dejar claro que si Pakistán no puede o no quiere actuar, acabaremos con cuantos terroristas de alto nivel, como bin Laden, se nos pongan por delante».

Los seguidores de Obama deberían tomar al pie de la letra lo que dice su candidato. Lo que está proponiendo es una escalada y expansión drástica de la guerra en otro país soberano. ¿Cómo puede ser eso compatible con las demandas de su base o los millones de estadounidenses que creen que Obama representa un cambio real?

Ya es hora de examinar la realidad; los demócratas son el problema real, no los republicanos. Si la senda a la paz requiere aplastar al Partido Demócrata y a sus candidatos sedientos de sangre, que así sea. Lo importante es parar las matanzas. Si Obama no lo quiere hacer, tendremos que encontrar alguien que sí esté dispuesto a hacerlo.

Mike Whitney vive en el estado de Washington. Puede contactarse con él en: [email protected]

Enlace:

http://www.counterpunch.org/whitney07212008.html