Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Bruce Edwards Ivins, destacado investigador del ántrax en los laboratorios de investigación de armas biológicas del gobierno de EE.UU., aparentemente se suicidó el martes pasado, precisamente cuando el Departamento de Justicia estaba a punto de acusarlo de responsabilidad por los ataques con ántrax de septiembre de 2001 que mataron a 5 personas en EE.UU. Glenn Greenwald escribió un importante artículo para Salon.com en el que demuestra con copiosa evidencia, que un importante escándalo gubernamental acecha tras la historia del ántrax.
Puede que Ivins haya actuado solo al realizar los ataques con ántrax. (No quiero presumir su culpa o nada más sobre su caso hasta que veamos más detalles sobre la evidencia del gobierno en su contra.) Sin embargo, Ivins ciertamente no actuó solo en la falsificación de información para que los ataques pudieran ser utilizados como un pretexto para la guerra.
«Si el ahora fallecido Ivins fue realmente el culpable tras los ataques,» escribe Greenwald, «significaría que el ántrax provino de un laboratorio del gobierno de EE.UU., enviado por un destacado científico del Ejército de EE.UU. en Fort Detrick. Sin recurrir en absoluto a ninguna especulación o inferencia, es difícil exagerar la importancia de ese hecho. Desde el comienzo, hubo una clara intención por parte del atacante con ántrax de crear un vínculo entre los ataques con ántrax, radicales islámicos y los ataques del 11-S.»
Greenwald sigue diciendo: «Mucho más importante que el intento de vincular el ántrax con terroristas islámicos, es que hubo una intención específica – con la ayuda indispensable de ABC News – de vincular a Iraq y Sadam Husein con los ataques con ántrax.»
ABC afirmó que había sido informada por «cuatro fuentes bien posicionadas e informadas» que el ántrax utilizado en el ataque de septiembre contenía bentonita, lo que sugería que fue producido en Iraq. Como señala Greenwald: «Eso significa que las ‘cuatro fuentes bien posicionadas y separadas» suministraron a ABC News informaciones completamente falsas.» Lo más probable es que «el mismo laboratorio del gobierno de donde provinieron los ataques con ántrax fue el sitio en el que se originaron los informes falsos que culparon a Iraq por esos ataques… Seguramente la pregunta de quien generó esos falsos informes sobre ántrax de Iraq es una de las historias más importantes y explosivas de la última década.»
Greenwald pasa luego a suministrar detalles sobre el impacto psicológico de los inventos sobre el ántrax al ejercer influencia sobre periodistas y la propaganda para llevar al público estadounidense a apoyar la invasión de Iraq. También señala que John McCain y Joe Lieberman fueron de los primeros en afirmar en público, durante una participación en el David Letterman Show, que el ántrax provenía de Iraq. (Es interesante señalar que la Casa Blanca de Bush desmintió repetidamente esa afirmación, a pesar de su tendencia general a exagerar y a inventar evidencia que vinculaba a Iraq con armas de destrucción masiva.)
Claro está que ABC News conoce la identidad de las «fuentes bien posicionadas» que le suministraron esa información falsa y, a través del canal, al público estadounidense. Dejo que Greenwald explique las implicaciones:
«Y sin embargo, increíblemente, se guardan la historia para sí mismos, y se niegan a revelar quién lo hizo todo. Se supone que sean una organización de noticias, en posesión de una de las historias noticiosas más importantes de la última década, pero la ocultan al público, incluso años después.»
No están protegiendo a «sus fuentes.» La gente que les dio la historia de la bentonita no son «fuentes.» Son embaucadores y mentirosos que utilizaron intencionalmente a ABC News para diseminar al público estadounidense una falsedad extremadamente crítica y dañina. Pero, al proteger a los malhechores, ABC News se convierte en cómplice de este fraude perpetrado contra el público, en lugar de ser una organización noticiosa que desvela semejantes fraudes. Por eso el asunto se convierte en uno de los escándalos periodísticos más extremos, y merece mucho más debate y atención que la que ha recibido hasta ahora.
Si Ivins fue realmente la persona que realizó el ataque con ántrax, existe una situación que Greenwald no parece haber considerado en su plenitud. Tal vez el propio Ivins fue la persona que fabricó la afirmación de que el ántrax contenía bentonita. Las fuentes de ABC pueden haber estado solamente repitiendo lo que él les dijo. Si fuera así, sin embargo, constituye en sí una historia importante y se debe informar al respecto. Precisamente como el FBI tiene la responsabilidad de compartir públicamente su evidencia que vincula a Ivins con este crimen, ABC tiene que dar algunas explicaciones sobre la desinformación que ayudó a difundir al pueblo estadounidense.
El ataque con ántrax de septiembre de 2001 fue un acto terrorista que mató a cinco personas inocentes. Entonces, y durante años después, se llevó a mucha gente a creer que los perpetradores eran extremistas islámicos al servicio de una potencia extranjera hostil. El FBI afirma ahora que el perpetrador fue un católico romano y empleado del ejército de EE.UU. con un puesto de confianza que le daba acceso a armas biológicas – a pesar de que era, según su abogado, «homicida, antisocial.» Es un escándalo importante desde todo punto de vista. El público merece saber cómo instituciones estadounidenses – incluyendo el Departamento de Defensa de EE.UU., así como los medios noticiosos pueden haber fallado de un modo tan grave.
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Sheldon Rampton es investigador en el Centro para Medios y Democracia (donde apareció originalmente este ensayo) y co-autor de dos libros sobre la guerra: «Iraq: Weapons of Mass Deception» y «The Best War Ever.»