Recomiendo:
0

Donde habitan nuevamente la mentira y el olvido

Fuentes: Rebelión

Espero no parecer un cuervo hambriento lanzado sin piedad ni sosiego sobre un cadáver reciente. Intento hablar sobre la dimensión pública de un represente político empresarial que fue llamado, con su acuerdo y plena satisfacción, patrón de patrones. Mentiría si manifestara una alegría vergonzante o sentimiento similar. Nada de eso, alejo ese cáliz de mi […]

Espero no parecer un cuervo hambriento lanzado sin piedad ni sosiego sobre un cadáver reciente. Intento hablar sobre la dimensión pública de un represente político empresarial que fue llamado, con su acuerdo y plena satisfacción, patrón de patrones.

Mentiría si manifestara una alegría vergonzante o sentimiento similar. Nada de eso, alejo ese cáliz de mi sin apenas esfuerzo. Simplemente: me ha sorprendido la noticia y he recuperado la historia de una figura muy olvidada.

El actual representante de la patronal española mayoritaria ha puesto el dedo en la llaga: el patrón de patrones fue y sigue siendo un modelo para nosotros. Para ellos, para los poseedores de la Tierra y sus pobladores asalariados. Pero, fue, se la ha preguntado, partidario del mercado libre sin bozal, del despido libre, de la negociación dura, de la contención salarial de los de siempre. Tenía firmes sus posiciones se ha respondido.

Fue uno de los puntales de la contrarreforma laboral de 1997. Él fue también quien apuntó públicamente una solución que rozaba o superaba el disparate jurídico-político sobre Euzkadi en tiempos del primer gobierno Aznar y, por lo demás, la patronal usamericana vino a consultarle sobre los procedimientos usados en España para liquidar la «conflictividad laboral» y el auge del sindicalismo. Les pareció un maestro de la estrategia. Tomaron nota.

Se ha señalado, además, por las voces periodísticas de siempre lo que suele afirmarse en estos casos: excelente negociador, buen talante, servidor de España, figura clave en la modernidad democrática española, figura política de relieve en la sombra.

Hasta aquí lo esperado. Que el vicepresidente del gobierno, de un gobierno que dice llamarse socialista, y su ministro de Industria hablen en términos elogiosos y admirativos del papel político de este patón de patronos es netamente consistente con sus posiciones político-económicas, con la total ausencia de cualquier atisbo de sensibilidad social, incluso con su cosmovisión neoliberal, apenas matizada, hasta fechas recientes.

Ahora bien, que dirigentes sindicales, que el secretario general de una organización que dice ser una unión general de trabajadores hable en los términos en que ha hablado de un antiguo miembro de los sindicatos verticales, etapa sobre la cual nunca formuló que se sepa autocrítica alguna, destaque su talante negociador, duro, eso sí, dada la consistencia de sus creencias, dicho todo ello a modo de elogio, es un disparate de tal calado, que las declaraciones posteriores, todas ellas, del secretario y de la propia organización y grupos afines, en torno a la memoria histórica, en torno a la superación de los errores de la transición, en torno al recuerdo de los casos desconocidos u olvidados, suenan simplemente a música para ser oída en momentos en que toca tocar esa melodía (¡otra vez, vuélvela a tocar!), pero nada, nada absolutamente indica ni sinceridad, ni voluntad de rectificación, si superación de errores. Seguimos con la misma tonalidad de siempre: la verdad de las mentiras, el significado acuñado por aquellos que mandan, las elites del país generando realidad a su antojo y según sus coordenadas. Las de siempre. La historia llena de cuentos tal como denunciaba León Felipe.

Por lo demás, el ejemplo muestra a las claras el inmenso poder y las penetrantes redes de la ideología, de la poderosa determinación de la posición social, del desclasamiento acelerado de las direcciones sindicales, de lo que en tiempos llamábamos, acaso con razón en determinadas circunstancias, aristocracia obrera entregada a las dádivas de los poderosos, de los que siguen con mando en plaza en este patio de mentiras que solemos llamar España.