Traducido para Rebelión por LB
Hoy se cumplen dos semanas desde que comenzó esta guerra atroz. El sábado pasado fue el peor día de todos. Cuando me desperté por la mañana me llamó un amigo. Su voz sonó extraña cuando le pregunté «¿Qué tal estás?»
Me respondió: «Muy bien, pero ¿has tenido noticias de alguno de tus amigos?»
Me asusté de veras y le pregunté: «¿Qué ha sucedido?»
Me dijo que Christine estaba muerta. Entré en estado de shock. Todavía sigo sin creerlo. Arrojé el teléfono y estallé en llanto. Llamé a otros amigos para cerciorarme y los encontré a todos llorando. Christine ha sido mi amiga durante casi cuatro años. Solíamos ir juntas a la escuela y al YMCA. Estoy triste, atemorizada y preocupada al mismo tiempo, porque ella había podido ser mi hermana. Siento una pena enorme por ella y por su familia.
Sus padres hicieron todo lo que pudieron pero no fue suficiente, así que al final murió. Si mis padres tampoco pueden protegerme y prestarme la ayuda que necesito… ¿yo también voy a morir?
Mi futuro está prácticamente destruido.
Hace unos días un misil israelí cayó sobre mi escuela y la arrasó completamente. En verdad, me resulta imposible imaginar por qué están bombardeando edificios de culto y educación como mezquitas, escuelas y universidades.
Con cada explosión sentimos temblar nuestra casa, a punto de derrumbarse. ¿Qué hay de las personas que ya han perdido sus hogares? Yo lloro por la pérdida de una amiga, pero ¿qué pasa con la gente que ha perdido cinco o más familiares?
La depresión y el terror llenan nuestras almas y atenazan nuestros hogares. ¿Qué será lo siguiente?
No hay nada que desee tanto como que esta guerra acabe pronto y el pueblo palestino pueda vivir como cualquier otro pueblo y los niños palestinos puedan disfrutar de su infancia como todos los niños del mundo.
¡Ayudadnos! ¡Somos seres humanos!
Nour Kharma estudia noveno curso, vive en la ciudad de Gaza y su email es: [email protected]