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¿Actúa la señora Rahola como portavoz de un lobby dispuesto a cualquier cosa por el Estado sionista?

La carta del embajador israelí

Fuentes: Rebelión

El señor Raphael Shultz, embajador de Israel en España, ha dirigido una carta al señor Montilla, president de la Generalitat de Catalunya, en la que, entre otras cosas, critica la presencia del conseller de interior, el señor Joan Saura, de la coalición ICV-EUiA, en la manifestación ciudadana del 10 de enero de 2009 en Barcelona […]


El señor Raphael Shultz, embajador de Israel en España, ha dirigido una carta al señor Montilla, president de la Generalitat de Catalunya, en la que, entre otras cosas, critica la presencia del conseller de interior, el señor Joan Saura, de la coalición ICV-EUiA, en la manifestación ciudadana del 10 de enero de 2009 en Barcelona contra la masacre del pueblo palestino de Gaza por parte del ejército del Estado teocrático de Israel. Me detengo en este asunto.

¿Cómo es posible que el embajador de un país extranjero envíe una carta a una de las máximas autoridades del Estado español en la que no escribe para atender, reclamar o preocuparse por la situación de un ciudadano de su país sino para criticar la permisividad de un gobierno que no impide que uno de sus consejeros acuda a una manifestación contraria a la política que criminalmente defiende el Estado que representa?

¿Por qué el señor Saura, como ciudadano, o incluso como conseller de un gobierno, no puede acudir a una manifestación de rechazo y crítica a una actuación inadmisible, contraria a Derecho y a numerosas resoluciones de la ONU, del gobierno de un Estado que dice, aunque suene a chiste, defender libertades y ser un Estado democrático?

¿Que concepción de la política internacional y del papel de Israel le permite al señor embajador escribir una carta así, inluso con aplauso mediático? Sólo se me ocurre que el Raphael Shultz está tan seguro de la sumisión de los poderes y gobiernos occidentales (y algunos no occidentales) que no puede entender, no le cabe en su marco teórico-político, que el ministro de un gobierno, aunque sea autonómico, pueda acudir a una manifestación de repulsa a las actuaciones anexionistas del gobierno que representa. La sumisión ha de ser total. Ellos, y sus colegas imperiales, conceden permiso y valoración para lo políticamente correcto.

Curiosamente, la señora Pilar Rahola esgrimió el mismo «argumento» crítico el pasado lunes 19 de enero en un debate con el presidente de la Plataforma «Aturem la guerra», el admirable ciudadano y luchador de siempre Francesc Tubau, en un programa televisivo de amplia audiencia en Catalunya, «Els matins de TV3». ¿Es una exageración señalar que la señora Rahola habla con la voz e incluso con el tono de un amo, especialmente cuando arremete sin piedad con la izquierda no sionista? ¿Es un disparate pensar que actúa como portavoz de un lobby no controlado dispuesto a cualquier cosa, incluida la falsedad y la deformación más ridícula, para que la razón del Estado de Israel triunfe por encima de cualquier otra consideración? No lo creo, no creo exagerar. Incluso diría que he sido muy prudente en mis apreciaciones.