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El policía que efectuó los disparos no fue detenido hasta dos semanas después del homicidio

El asesinato de Grant pone de nuevo en evidencia el racismo institucional en EE UU

Fuentes: Diagonal

La difusión de las imágenes a través de la web ha dado lugar a numerosas manifestaciones, pero los episodios de brutalidad contra negros desarmados son frecuentes y no siempre convocan respuestas tan amplias. La brutal ejecución de Oscar Grant III a manos de Johannes Mehserle, agente del BART (Departamento de Transporte Rápido de la Bahía […]

La difusión de las imágenes a través de la web ha dado lugar a numerosas manifestaciones, pero los episodios de brutalidad contra negros desarmados son frecuentes y no siempre convocan respuestas tan amplias.

La brutal ejecución de Oscar Grant III a manos de Johannes Mehserle, agente del BART (Departamento de Transporte Rápido de la Bahía de San Francisco), fue grabada y reproducida a través de internet por varios viajeros del metro. La difusión de las imágenes, en las que se ve cómo el agente dispara contra Grant cuando éste se encuentra maniatado y reducido en el suelo, dio lugar a una manifestación el día 7 de enero que terminó con una demostración de represión policial en la que 105 personas fueron arrestadas. Uno de los detenidos, JR Valrey, portavoz del Comité de Presos de Conciencia (POCC) y periodista del San Francisco Bay View, estima, en declaraciones a DIAGONAL, que, a día de hoy, ninguno de los manifestantes sigue detenido, aunque reconoce que la mayoría de ellos están pendientes de una citación judicial: «A mí me han endosado un delito de incendio, pero en los otros casos los cargos varían: incitación a la revuelta, desacato a la autoridad, resistencia a la detención, vandalismo, etc.».

La llamada «rebelión de Oakland» ha adquirido relevancia internacional gracias a la difusión del crimen a través del portal Youtube. De hecho, según denunció el primo de Grant, la policía dejó el cadáver en el suelo durante 30 minutos mientras los agentes se dedicaban a requisar los teléfonos móviles y las cámaras con los que algunos viajeros habían grabado el asesinato. Valrey valora que «las grabaciones hicieron que el caso no fuera un asesinato denunciado sólo por los miembros de la comunidad negra, como sucedió en otros casos como los de Gary King, Laronte Studdesville, Nadra Foster, Tearrance Mearis, Anita Gaye o Casper Banjo». En esta ocasión, la evidencia de la brutalidad policial sobre un ciudadano negro desarmado ha escandalizado a parte de la opinión pública de la bahía de San Francisco: «Durante las revueltas de Oakland, negros, latinos, asiáticos y blancos se rebelaron juntos contra la Policía. Se ha encarcelado a personas de todos los orígenes, pero se reservaron los cargos más graves para la gente negra que se estaba rebelando», indica JR Valrey.

Las protestas en esta ciudad californiana y en otras ciudades del país consiguieron que el agente Mehserle fuera detenido 14 días después del asesinato. Como señala el preso Mumia Abu-Jamal, los medios de comunicación en EE UU han tratado de justificar la acción de Mehserle con la argumentación de que se había equivocado al tratar de utilizar arma paralizante Taser sobre cuerpo tendido de Grant. Abu-Jamal, como muchos de los manifestantes, se pregunta qué hubiera pasado los papeles estuviesen cambiados fuese Grant el que hubiera disparado sobre el agente. En su opinión, en ningún caso hubieran pasado dos semanas antes de la detención del principal sospechoso.

Para JR Valrey, la historia de Grant es una muestra más de la situación en la que vive la población negra en EE UU: «No se nos ve como ciudadanos, por eso hemos tenido que luchar por nuestros derechos a lo largo de la historia de este país. Históricamente la Policía se ha comportado en nuestras comunidades como un ejército de ocupación».

Los que no tienen

Las manifestaciones por el asesinato de Grant en Oakland fueron acompañadas de protestas contra la invasión israelí de Gaza. La relación de estos dos casos es, para Valrey, una respuesta contra las políticas de los Estados, que establecen diferencias entre personas de primera y de segunda categoría. En su opinión, la policía supone «la primera línea de defensa entre los que tienen y los que no tienen». Valrey considera que esta circunstancia no va a cambiar con la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca: «Si Obama estuviera interesado en acabar con las agresiones policiales, se habría comprometido en la denuncia del sonado caso de terrorismo policial en Chicago, en el que se acusaba al teniente de Policía Jon Burge de haber torturado a cientos de hombres negros en los ’80. Ese caso está todavía abierto y también lo estaba cuando Obama era senador por Illinois».

A pesar de la elección del primer presidente ‘no blanco’ de la historia del país, la marginación social de la población afroamericana en EE UU sigue generando estadísticas terribles. Según el National Center for Children in Poverty, más de un 60% de niños negros viven en una familia con bajos ingresos, y más de un tercio de las familias negras son pobres.

Además, según este mismo centro, los niños negros tienen el doble de posibilidades de sufrir maltrato durante la infancia que los latinos o los blancos. Casos como los de Nicholas Heyward, de 13 años, o el de DeAunta Farrow, de 12, asesinados por la policía cuando jugaban con pistolas de plástico, se han repetido a lo largo de la última década, con el agravante de que los policías que dispararon contra ellos nunca han sido juzgados ni condenados.