Seis meses y medio después de su último atentado mortal, una bomba-lapa de ETA acabó ayer con la vida del jefe del grupo de seguimientos de la Policía española, Eduardo Puelles. La acción provocó conmoción y un dolor que no quisieron ocultar los gobiernos de Madrid y Lakua. José Luis Rodríguez Zapatero dejó el Consejo […]
Seis meses y medio después de su último atentado mortal, una bomba-lapa de ETA acabó ayer con la vida del jefe del grupo de seguimientos de la Policía española, Eduardo Puelles. La acción provocó conmoción y un dolor que no quisieron ocultar los gobiernos de Madrid y Lakua. José Luis Rodríguez Zapatero dejó el Consejo Europeo de Bruselas para viajar a la capilla ardiente a Bilbo. Condecorará a título póstumo al agente, a quien se atribuyen 70 detenciones.
El Gobierno del PSOE y los poderes del Estado español en su conjunto, con la Casa Real a la cabeza, remarcaron su conmoción y su rabia tras el atentado de ETA que costó la vida ayer a un alto mando policial, entre Bilbo y Arrigorriaga. Se trata de Eduardo Puelles, en cuyo coche se había colocado una bomba-lapa que hizo explosión e incendió el vehículo cuando lo acababa de arrancar.
La acción se produce después de seis meses y medio sin víctimas mortales de ETA, concretamente desde el 3 de diciembre de 2008. Y llega tras unas semanas en las que el Gobierno del PSOE ha puesto todo el acento en su apuesta por la vía policial para acabar con la organización armada vasca.
En torno a las 9.05, Puelles acababa de salir de casa para dirigirse supuestamente a la comisaría de Bilbo en la que realizaba sus labores. Al encendido de su vehículo le siguió una explosión que hizo que el coche ardiera inmediatamente. Un testigo que se encontraba en el aparcamiento afirmó que oyó gritos, pero no pudo socorrer al inspector al estar ardiendo el coche. El cuerpo quedó dentro del vehículo, que tenía matrícula reservada por tratarse de un miembro de las FSE.
La Ertzaintza asumió la investigación mientras los bomberos se encargaban de extinguir el incendio en la zona. La esposa del fallecido llegó muy pronto al lugar de los hechos y tuvo que ser evacuada al hospital con un ataque de nervios.
Cadena de suspensiones
La noticia del atentado corrió como la pólvora y modificó las agendas de instituciones y partidos. José Luis Rodríguez Zapatero abandonó la reunión del Consejo Europeo, en Bruselas, para viajar a Bilbo. El Pleno del Parlamento de Gasteiz se suspendió. Lo mismo ha ocurrido con la reunión prevista hoy en Iruñea entre los presidentes de los gobiernos de Nafarroa y la CAV, Miguel Sanz y Patxi López, dado que este último ha convocado una manifestación en Bilbo y concentraciones al mediodía ante los ayuntamientos.
Se suspendieron o modificaron casi todas las citas políticas de la jornada, desde el Pleno del Ayuntamiento de Iruñea a la visita de dirigentes del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco a las Juntas Generales de Gipuzkoa, la rueda de prensa previa al congreso de EA o un mitin de hoy del PP en Valencia.
Juan Carlos de Borbón lideró las muestras de «indignación». La capilla ardiente quedó instalada en la Subdelegación del Gobierno español y por allí pasó José Luis Rodríguez Zapatero, que quiso acudir con el líder del PP, Mariano Rajoy, para escenificar su unión. El féretro fue llevado a hombros por ertzainas, policías y guardias civiles.
Izquierda abertzale: «El diálogo es la vía»
La izquierda abertzale no esperó para valorar la muerte de Puelles, que situó junto a las últimas detenciones o la desaparición de Jon Anza como muestras «de la crudeza del conflicto político». En una nota, expresó su «plena disposición a contribuir de manera constructiva en la búsqueda de escenarios que permitan abrir un proceso de diálogo inclusivo e incluyente que asiente definitivamente un escenario de paz (…) Ese es el camino… no hay otro», resumió. La nota pone el acento en que «el diálogo y la negociación son las únicas herramientas» para la solución. Tras afirmar que «todos los elementos están sobre la mesa, por lo que todos los agentes políticos hemos de actuar con responsabilidad entablando dinámicas de diálogo y negociación política», estima que «la actual apuesta del PSOE de incrementar la represión y cerrarse en banda al diálogo no hace más que alimentar la confrontación».
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Zapatero: «Sabíamos que podía ocurrir»
El atentado hizo que el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, compareciera de modo urgente desde Bruselas, donde participaba en la reunión del Consejo Europeo. Antes había telefoneado a Patxi López para conocer los detalles del atentado. Con un rictus muy serio, Zapatero admitió que «sabíamos que esto podía volver a ocurrir» aunque reiteró la idea de que «ETA está más débil que nunca».
Zapatero quiso remarcar un mensaje: «Nuestra firmeza y determinación de acabar con ETA es inquebrantable». Y apostó por que los autores de la acción cumplan la condena más larga posible. Otro tanto hizo desde Gasteiz el nuevo lehendakari, Patxi López, que dejó este titular: «Ellos nos han enseñado el camino del dolor, nosotros les vamos a enseñar el de la cárcel». «Vamos a acabar con ellos, vamos a aplicar toda la fuerza del Estado de Derecho», añadió López.