Los republicanos acaban con el dominio demócrata en los Estados de Virginia y Nueva Jersey en las elecciones para gobernadores. De Virginia se podía esperar (un territorio que sigue estando mayoritariamente a la derecha) pero no de Nueva Jersey, de larga tradición demócrata. ¿Qué indicaban estos resultados respecto a la política nacional? Que Barack Obama […]
Los republicanos acaban con el dominio demócrata en los Estados de Virginia y Nueva Jersey en las elecciones para gobernadores.
De Virginia se podía esperar (un territorio que sigue estando mayoritariamente a la derecha) pero no de Nueva Jersey, de larga tradición demócrata.
¿Qué indicaban estos resultados respecto a la política nacional?
Que Barack Obama ha perdido popularidad. Un 60% de los electores que se definen como independientes se inclinaron por el candidato republicano en Nueva Jersey.
Los más críticos le recuerdan que hace un año anunció un cambio y que todavía no lo ha cumplido.
«Me pregunto qué pensaría el candidato Obama del presidente Obama. Miraría lo que está haciendo la Casa Blanca y se preguntaría ¿Y eso es para lo que mis simpatizantes han trabajado tan duro?», se preguntaba Arianna Huffington, haciéndose eco de la decepción progresista.
Los líderes del Partido Republicano presentaron sus victorias como el inicio de un cambio significativo en la arena política nacional. Su alegría, sin embargo, no fue completa; tuvieron heridos, perdieron dos elecciones para cubrir vacantes en la Cámara de Representantes, incluyendo la de un distrito en el norte del estado de Nueva York que habían ganado desde la Guerra Civil. Y eso fue posible únicamente porque los conservadores extremistas impusieron a un candidato de su línea y obligaron a renunciar a la elegida por los responsables locales, más moderada, lo que provocó una división interna que acabó beneficiando a los demócratas.
La Casa Blanca minimizó la importancia de las derrotas a manos de los republicanos. El portavoz Robert Gibbs dijo que fueron sobre temas muy locales que no involucraban al presidente y «no creo que las elecciones auguren mucho sobre el éxito legislativo o político en el futuro».
Se equivoca.
El resultado de la votación en ambos estados, según los analistas, son un síntoma de cambio que debe preocupar al Gobierno teniendo en cuenta que hay unas elecciones legislativas en 2010
El caso de Virginia es muy llamativo. Hace un año, este estado votó masivamente a Obama, convirtiéndolo en el primer candidato presidencial demócrata en ganar allí desde 1964.
En Nueva Jersey, la derrota demócrata llamó la atención porque los republicanos han recuperado el liderazgo del estado 12 años después. Y esto sí que supone un duro golpe para Obama.
La derrota de ambos ha planteado interrogantes sobre la influencia del presidente para movilizar a las bases del partido y para atraer a los legisladores moderados que necesita para impulsar su agenda legislativa.
Señalan que, el hecho de que la popularidad de Obama no repercuta automáticamente a favor de cualquier candidato del partido del Gobierno es un problema que puede ser serio cuando la suerte de muchos de los proyectos de la Casa Blanca está en manos de congresistas que deben someterse a elecciones dentro de un año; y algunos congresistas demócratas pueden entender, que éste es el momento de que cada uno se salve por su cuenta y que el respaldo a la reforma sanitaria y otros proyectos no sólo no es garantía de éxito sino que puede ser un obstáculo para la reelección.
Demás está decir que sin el apoyo de los independientes, decepcionados, Obama se convierte en un político tradicional y su fuerza renovadora pierde fuelle.
Para los medios, los republicanos han sabido jugar con la situación económica. Apuntaron a capitalizar la actual crisis y el empantanamiento de la guerra en Afganistán. «El desempleo está en casi un diez por ciento. El paquete de estímulo económico del presidente no sirvió para nada», etcétera; y los ciudadanos podrían haber castigado al propio Obama en las urnas
Según un estudio realizado por Gallup la última semana, la popularidad del propio Obama cayó desde un 62 por ciento a un 51 por ciento
La apuesta republicana fue clara: plebiscitar el primer año de gestión de Obama. «Las elecciones del martes aportarán la prueba más tangible de qué tan fuerte es la contraofensiva republicana y qué tan temerosos tienen que estar los demócratas para 2010», había dicho Karl Rove, estratega del ex presidente George W. Bush y actual operador del partido en una columna publicada por el conservador The Wall Street Journal.
Lo que se pone en juego el año próximo en la política estadounidense es mucho: con las elecciones de mitad de mandato, se renueva un tercio del Senado, toda la Cámara de Representantes y más de dos tercios de los cargos de gobernador.
Los comicios del martes ya nos dieron una idea de la correlación de fuerzas entre los dos partidos históricamente rivales.
http://www.argenpress.info/2009/11/estados-unidos-pesadilla-democrata.html