Robert Reich trabajó en tres administraciones, más recientemente como Secretario de Trabajo del primer gobierno de Bill Clinton. Es profesor de Política Pública en Berkerley y autor de doce libros, entre los que figuran: The Work of Nations,Locked in the Cabinet y, más recientemente, Supercapitalism. La entrevista que a continuación reproducimos con el gran científico social y disidente político norteamericano fue realizada el 2 de junio, vía e-mail, por David Macaray.
Las encuestas demuestran que aproximadamente el 60% de los trabajadores americanos han expresado interés en afiliarse a sindicatos, sin embargo los miembros nacionales apenas llegan al 12%. ¿Cómo lo explica?
Dos cosas: primeramente, los empresarios usan métodos coactivos (a menudo ilegales) para disuadir a los sindicatos intimidando a los trabajadores que organizan o ayudan a organizar, retrasando el proceso legal. En segundo lugar, los consumidores prefieren los productos baratos hechos en estados o país con trabajadores de sueldo mínimo, que a menudo no están en sindicados.
¿Tuvo alguna vez EFCA (siglas en inglés de «Employee Free Choice Act», Ley de Libre Elección de Empleados), que debía haber facilitado la afiliación sindical, una oportunidad real de ser aprobada? ¿Cuál fue la principal razón de su fracaso, la ve usted aprobada en el futuro, incluso con alguna modificación?
Debía haberse aprobado, sí había estado una de las prioridades en la agenda del Presidente, y puesta en práctica dentro de los primeros meses de su mandato. Pero no estuvo en las prioridades de su agenda. Una vez más, los líderes de los sindicatos fueron timados. Pasó bajo el mandato de Clinton. Pasó bajo el mandato de Carter. Los líderes de los sindicatos respaldaron un candidato demócrata para presidente, y luego se los defrauda y sorprende cuando él no cumple.
¿Ve usted la EFCA aprobada en el futuro, o ha estado la oposición suficientemente movilizada?
Podría aprobarse, pero no en su forma original. A lo mejor un proceso más rápido de elección, junto con duras multas a los empresarios que violaron el NRLA (siglas en inglés de «National Labor Relations Act» o Ley Wagner).
¿Dado que los trabajos protegidos por el sindicato ofrecen mejores salarios y beneficios, por qué hay tanta hostilidad contra el trabajo organizado en el «sur profundo»? ¿No sólo por parte de los políticos del sur, también por parte de los obreros, aquellos que más se podrían beneficiar?
A parte de los estados mineros que limitan con el sur, el sur no ha tenido una fuerte tradición del trabajo organizado. La raza ha interferido. Desde los años 30 hasta los años 50, en el apogeo del movimiento sindical en el norte, los blancos del sur se abstenían, preocupados de que la unión sindical se extendería a los negros. Daros cuenta también que La Ley de Relaciones Laborales Nacionales del 1935 (Ley Wagner) no cubría a los trabajadores agrícolas ni internos. Esto no fue accidental. FDR (Presidente Roosevelt) no quería provocar a los políticos del sur, que en este momento eran mayoritariamente Demócratas.
¿De qué manera los sindicatos de trabajadores estadounidenses podrían mejorar o ayudarse? ¿Qué están haciendo bien, y qué están haciendo mal?
Ellos continúan haciendo grandes avances entre los trabajadores de servicio personal, hospitales, cadenas de hoteles, cadenas de restaurantes, hipermercados, vigilantes, trabajadores de la construcción y otros que no tienen que preocuparse sobre la competencia global o del desplazamiento tecnológico. Muchos de estos trabajadores están muy mal pagados y necesitan sindicatos. El mayor éxito entre los sindicatos industriales está en desarrollar la productividad o los acuerdos en la participación de beneficios, de tal manera que cualquier contribución que hacen en el resultado final es compartido entre ellos y la empresa. El mayor error ha sido el fracaso de poner abundantes recursos en organizar, sobretodo los trabajadores de servicios personales locales.
Wal-Mart, con aproximadamente 4.000 tiendas en EEUU , todas ellas sin sindicato, ha sido un gran problema para los trabajadores. Una hipótesis: si tuviera la oportunidad como responsable, ¿cómo enfrentaría esta situación?
La única manera es mediante la táctica de siempre, sindicar a los trabajadores, y a la vez presionando a los proveedores y clientes de Wal-Mart’s.
¿Existe todavía una actitud a favor de los trabajadores entre los académicos, o el clima intelectual del país ha cambiado? Y si ha cambiado, ¿es un fenómeno principalmente «generacional», con los académicos más jóvenes menos informados del tema sindical?
Muchos académicos que lo estudian -que conocen la historia de los sindicatos, entienden las aportaciones de los sindicatos respecto a la legislación progresiva en el siglo pasado, y se dan cuenta de lo mucho que la caída del salario real entre aquellos sin estudios universitarios es atribuible al debilitamiento de los sindicatos- siguen siendo un gran apoyo. Pero creo que es cierto que los académicos más jóvenes tienen menos conocimientos sobre los sindicatos.
¿Hay alguna manera de que los trabajadores puedan involucrar el movimiento «Tea Party» apelando al «patriotismo»? ¿Recordando a los participantes del «Tea Party» que, a diferencia de los miembros de los sindicatos -que ganan cada céntimo de sus salarios en su país, y gastan cada céntimo de él aquí- los banqueros de Wall Street no tienen lealtad a nada excepto al dólar?
A lo mejor, pero mi impresión es que el enfoque de los participantes del «Tea Party» sea principalmente en contra el gobierno en lugar de centros privados de poder y la riqueza del país.
Si bien los Demócratas han estado considerados durante mucho tiempo el «partido del trabajo», ya no es así. ¿Por qué los Demócratas ya no apoyan a los sindicatos? ¿Es una ruptura en la ideología? ¿Miedo a ser etiquetados como «pro-trabajadores» por parte de la oposición?
Los Demócratas electos tienden a reflejar los valores y las aspiraciones de sus constituyentes. Aunque los sindicatos son muy importantes en muchos estados -especialmente en el nordeste y California- es una fuerza menos visible en muchos otros. No veo ningún miedo en ser etiquetados como «pro-trabajadores» excepto en estados muy conservadores y en el Partido Republicano.
¿Con la desindustrialización de América, es demasiado exagerado esperar de nuestra base industrial el renacimiento, incluso modestamente? ¿Qué sería necesario para que esto ocurriera?
Si con base industrial usted se refiere a las antiguas cadenas de construcción, éstas nunca volverán. En todo el mundo están siendo sustituidas por equipamiento automático, máquinas controladas numéricamente y robots. En otras palabras, la tecnología es la gran fuerza que está desplazando los antiguos trabajos del sector industrial, aún más que la globalización.
Dado tu conocimiento de la escena sindical internacional, ¿cuáles son las posibilidades de la formación de un movimiento obrero al estilo del IWW (siglas en inglés de «Industrial Workers of the World», Trabajadores Industriales del Mundo) en todo el mundo? ¿Podría ser siquiera factible un proyecto tan ambicioso?
Es posible. Pero las naciones -incluso las ricas- afrontan de forma distinta las condiciones laborales, las leyes y la seguridad social por lo tanto es difícil imaginar un movimiento internacional.
¿Cómo ves el resultado del NAFTA (siglas en inglés de «North American Free Trade Agreement», Tratado de Libre Comercio de América del Norte), que fue aprobado a pesar de la oposición contundente de los trabajadores?
Tanto los temores como los elogios respeto a NAFTA fueron exagerados. Ni las malas consecuencias predichas ocurrieron (los empleos no fueron a México; fueron a China), ni tampoco lo hicieron las buenas (Estados Unidos no tuvo un gran auge de exportaciones).
Si analizas el NAFTA no siendo ni tan dañino como sus enemigos predijeron, ni tan abundante como sus partidarios prometían, ¿ha conseguido algo bueno?
La crisis del peso en 1998 podría haber sido mucho más grave si NAFTA no hubiera estado funcionando para calmar los inversores globales.
Por último, en lo personal, ¿de qué estás más orgulloso de haber cumplido como Secretario de Trabajo, y qué, en todo caso, más lamentas no haber cumplido?
La Ley de la Familia y de la Baja Médica, la subida del salario mínimo en muchos años, la Ley de Protección de Pensiones y la Ley de las Oportunidades Escuela hasta el Trabajo. De lo que más me lamento es de no haber sido capaz de salvar más la agenda de inversiones de Bill Clinton de los halcones del déficit, ni construir una base más sólida de escolarización e infraestructuras para las clases más afectadas, media y media-baja.
David Macaray, autor teatral y escritor de Los Angeles, fue representante sindical. Es el autor de It’s Never Been Easy: Essays on Modern Labor
Traducción para www.sinpermiso.info: Anna Bonet