En el Área de la Bahía de San Francisco, el Valle Central de California, Los Ángeles, la ciudad de Nueva York, Washington DC, Miami y otras regiones que he visitado durante el año pasado, fui testigo de un enorme incremento de la pobreza. El desempleo ha crecido mientras los presupuestos para la salud y la […]
En el Área de la Bahía de San Francisco, el Valle Central de California, Los Ángeles, la ciudad de Nueva York, Washington DC, Miami y otras regiones que he visitado durante el año pasado, fui testigo de un enorme incremento de la pobreza.
El desempleo ha crecido mientras los presupuestos para la salud y la educación han recibido el pase de la cuchilla -así como los departamentos de bomberos y de policía. ¿Asistencia social? ¡Olvídense de eso! Percibo el creciente número de personas sin hogar y los que se paran en las salidas de las autopistas sosteniendo carteles de «Tengo hambre».
Mientras el presupuesto militar crece sin resultados visibles en la seguridad, la propiedad de casas también decae. Solo en julio, 300.000 propietarios perdieron su residencia porque no pudieron pagar su hipoteca. ¿Habrá que redefinir el término «propietario»?
Los impuestos que los gobiernos cobran a todos los niveles no se corresponden con las necesidades básicas. Los políticos parlotean acerca de la necesidad de crear empleos, pero Obama rescató a la contaminante industria automovilística que ha exportado al extranjero gran parte de su trabajo manual, de manera que Michigan permanece en recesión a pesar del publicitado «Volt» dada a su economía por GM. Los viejos empleos del Medio Oeste (Cinturón de la Herrumbre) han desaparecido.
Estados Unidos emergió de la Segunda Guerra Mundial siendo propietario del 55% de la manufactura mundial. Sesenta y cinco años después, el capital financiero domina la economía. Ladrones de ropas caras en lujosas oficinas juegan al póker con el dinero de otras personas. En 2008, los «jugadores» perdieron grandes manos, cerraron su juego y se marcharon con ganancias sustanciales. El público «recibió nuestro merecido» por meterse en juegos de azar, ¡como si dependiera de nosotros!
Tenemos miles de armas nucleares, pero el único mercado para ellas son terroristas o estados canallas. Vendemos otras armas, alimentos y algún software, pero la riqueza de la nación y su crédito otrora inquebrantable han disminuido. El misterioso déficit comercial reportado por emisoras de noticias sin ninguna explicación, al igual que el también enigmático promedio Dow Jones, continúa mostrando señales pesimistas.
Mientras el imperio se debate en inútiles esfuerzos por controlar «áreas estratégicas» en el exterior, su política interna se ha convertido en «El Juego de la Irrealidad». Los rivales electorales tratan de poner en evidencia lo «negativo» de sus oponentes. En vez de presentar sus respectivas posiciones acerca de los temas, ellos se dedicar a buscar escándalos, anticipándose al apetito de los redactores de títulos en los tabloides y despachos cablegráficos.
Los líderes republicanos reciben grandes sumas de dinero de manos de corporaciones y bancos de magnitud monstruosa. A su vez, estos títeres del Partido Republicano tratan de bloquear toda legislación que pudiera disminuir las ganancias corporativas o incrementar los impuestos -con el pretexto de de combatir al «gran gobierno»-. No abrazaron esta causa cuando George W. Bush derrochó el superávit para iniciar dos guerras desastrosas y llevar la economía al déficit. Pero ¿quién recuerda la historia antigua?
Los demócratas, por ejemplo, no rastrean la trayectoria de Timothy Geithner a Kissinger y Asociados (tres años) antes de graduarse a la división de Asuntos Internacionales del Departamento del Tesoro en 1988. Tim también sirvió a Robert Rubin y Lawrence Summers, sus dos mentores, como subsecretario del Tesoro para Asuntos Internacionales. Entre 2003 y 2007, como presidente del Banco Federal de Reserva de Nueva York y con un salario de seis dígitos, acordó el rescate de Bear Stearns y ayudó ex director General de Goldman Sachs y entonces Secretario del Tesoro, Henry Paulson, a rescatar AIG -en lugar de Lehman Brothers- Esa decisión probablemente haya ayudado al rápido descenso de las finanzas globales.
El Partido Demócrata no ve contradicción en representar a Wall Street y al mismo tiempo a la gente común. Después de todo, los demócratas representan a propietarios de casas y a arrendatarios, a contaminadores y a medioambientalistas, a fábricas de armamentos y a activistas de la paz, a HMO y a pacientes. ¿Entonces por qué no van a tener como principal decisor económico a un garantizado representante de Wall Street?
Tales hechos tienden a oscurecer la buena legislación aprobada durante los casi dos años de Obama en el cargo. Los medios llenan alegremente espacios con los ataques de Sarah Palin contra los liberales y la lengua inglesa; cotorreo que eclipsa a los hechos que afectan la manera de ganarse la vida de millones de personas. Lemas bastante tibios. Oigan, obtuvo casi 60 millones de votos. Ese hecho denota un público desesperado o muy tonto, empujado en su ansiedad por medios que funcionan por urgencias comerciales que ninguno de los Padres Fundadores pudo haber concebido.
El clima cambia, el calor quema como nunca antes, la sequía se extiende, las inundaciones arrasan, los terremotos, los huracanes y los tsunamis amenazan -pero estos hechos tienen poco impacto en el Congreso-, atrapado en las constipadas vueltas y revueltas que constituyen las entrañas de la política legislativa: una guerra de un solo lado entre los estúpidos intereses especiales y la necesidad pública.
Después de mucho comprometerse, los demócratas liberales han logrado obtener por poco margen algún tipo de reforma de los cuidados de salud o del seguro de salud, lo que ha ayudado a millones de personas, así como las HMO. El Congreso también aprobó algunas buenas leyes de creación de empleos, especialmente en la educación, pero muy lejos de satisfacer las necesidades en salud pública o educación. Pero los republicanos obstruccionistas y sus aliados demócratas de derecha evitan el progreso. No se cansan de repetir lemas como «No al Gran Gobierno» mientras conceden billones de dólares al presupuesto de defensa.
Los electores están indignados y confundidos a medida que la nación parece dirigirse hacia el infierno en medio de gritos triunfantes de los sordos expertos republicanos acerca de cómo la marea de Bush nos llevó a la victoria en Iraq. Noviembre (temporada de elecciones), puede que se convierta en el mes más cruel.
rCR