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Sundance y el arte de la democracia

Fuentes: Democracy Now!

Traducido por Fernanda Gerpe, editado por Gabriela Díaz Cortez y Democracy Now! en español.

PARK CITY, Utah. Todos los inviernos, el Festival de Cine de Sundance transforma este pequeño pueblo de alta montaña en un bullicioso centro de la industria cinematográfica. Aunque gran parte de la atención se centra en las personas famosas que asisten, en realidad, Sundance se ha convertido en un lugar de encuentro fundamental, donde el arte, el cine, la política y la disidencia se entrecruzan. Aquí se estrenan muchos de los documentales más impactantes e inspiradores realizados durante el año, películas sobre auténticas luchas de base que dan cuenta de los vaivenes de la historia de la justicia social y los temas más candentes de la actualidad. Películas que enseñan e inspiran a una audiencia cada vez más grande sobre la verdadera naturaleza y el costo de la democracia directa.

«La última montaña,» cuyo título en inglés es «The Last Mountain,» es un documental que trata sobre la amenaza que acecha actualmente a la montaña Coal River Mountain en Virginia Occidental: la extracción de carbón a cielo abierto, una de las formas de minería más devastadoras del medioambiente que se lleva a cabo hoy en día, podría hacer desaparecer a esta montaña. Los principales culpables son la empresa de carbón Massey Energy y su ex director general, Don Blankenship. Una amplia coalición de activistas de todo el mundo ha intentado activamente detener a Massey. Esta coalición es impulsada por gente común, trabajadores de las poblaciones cercanas y de las aldeas de los Apalaches. Robert F. Kennedy Jr., ambientalista y abogado de larga trayectoria, se unió a ellos en esta lucha y aparece en la película. Le pregunté sobre la lucha que llevan adelante:

«La película trata sobre la subversión de la democracia estadounidense. El año pasado, con el fallo dictado en el caso «Citizens United contra la Comisión Federal Electoral» por el cual se autoriza a las grandes corporaciones a destinar sumas ilimitadas de dinero a la campaña publicitaria de los candidatos, la Corte Suprema anuló un precedente estadounidense que había sido incuestionable durante un siglo y se libró de una ley aprobada en 1907 durante la presidencia de Teddy Roosevelt que protegía al sistema democrático de la gran concentración de riqueza que había generado una cleptocracia corporativa durante la época dorada, tiempos en que los estadounidenses habían entregado su democracia… Por primera vez desde la época dorada, vemos cómo ese tipo de concentración económica regresa a nuestro país.»

Kennedy se refirió a la subversión del rol de la prensa, los tribunales, el Congreso y los parlamentos estatales ejercida por el poder corporativo: «Pienso que la erosión de todas estas instituciones de la democracia estadounidense llevó a la gente que se preocupa por el país y por la salud cívica a emprender estas campañas de desobediencia civil y de acción a nivel local.»

Este es un mes histórico para Robert Kennedy Jr. Es el cincuenta aniversario de la asunción de su tío John Kennedy como presidente y también de la asunción de su padre, Robert Kennedy, como Fiscal General. Le pregunté por el legado de estos dos políticos, ambos asesinados.

«Para mí, lo más importante que hizo John Kennedy, y que también trataba de hacer mi padre, fue oponerse al complejo militar-industrial. El Presidente Eisenhower, en su discurso final, justo antes de que mi tío tomara las riendas del poder, dijo que el complejo militar-industrial constituía la mayor amenaza contra la democracia estadounidense en la historia de la república. El crecimiento descontrolado del complejo militar-industrial, unido a las grandes corporaciones e influyentes miembros del Congreso, que lenta pero sistemáticamente venían privando a los estadounidenses de sus derechos civiles y constitucionales, derechos que habían hecho de éste un país ejemplar, era la mayor amenaza para el país.»

Aquí en Sundance, en lo que fue uno de los momentos más emotivos, Kennedy, recién llegado del funeral de su tío Sargent Shriver (fundador de la organización Cuerpos de Paz), salió al escenario luego de la proyección de «La última montaña» y recibió el abrazo de Harry Belafonte, en torno a cuya figura se desarrolla la película que inauguró el festival de este año «Canta tu canción,» una impactante biografía del cantante y activista que es realmente una crónica de los movimientos por la justicia racial y económica del siglo XX.

Belafonte fue uno de los confidentes más cercanos del Dr. Martin Luther King Jr. Hablé con Harry acerca de su trayectoria como activista y de lo que piensa del Presidente Barack Obama. Me dijo: «Durante su campaña para la presidencia, en un acto en el que Obama estaba hablando ante empresarios de Wall Street en Nueva York le dije: ‘Bueno… espero que se haga cargo del desafío con más contundencia,’ y él me respondió: ‘Bueno… usted y Cornel West, ¿cuándo me van a dar un respiro?’ A lo que contesté: ‘¿Qué le hace pensar que no se lo damos?'»

Belafonte era amigo de Eleanor Roosevelt, la esposa del Presidente Franklin Roosvelt. Ella le contó una conversación entre su marido y A. Philip Randolph, uno de los principales organizadores de la «Marcha de Washington por el trabajo y la libertad» en 1963 y, antes de eso, el principal impulsor del sindicato de trabajadores negros del ferrocarril, Brotherhood of Sleeping Car Porters. Randolph le explicó a Roosvelt qué hacía falta para que mejorara la situación de las personas negras y de los trabajadores del país y Roosevelt le dijo que no discrepaba en nada con lo que acababa de decir. Al contarme la historia aquí en Sundance, Harry se recostó en su silla y repitió lo que Roosevelt le dijo a Randolph: «Salgan a la calle y oblíguenme a hacerlo.»

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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

Fuente: http://www.democracynow.org/es/blog/2011/1/27/sundance_y_el_arte_de_la_democracia