OK. Les guste o no este plan, ¿podemos ponernos de acuerdo todos en una cosa? Paul Ryan no camina sobre el agua. Pero nadie lo diría, vista la adulación de los medios que lo han asfixiado a elogios desde la semana pasada, cuando él anunció su plan de reducción del déficit. Ustedes ya conocen a […]
OK. Les guste o no este plan, ¿podemos ponernos de acuerdo todos en una cosa? Paul Ryan no camina sobre el agua. Pero nadie lo diría, vista la adulación de los medios que lo han asfixiado a elogios desde la semana pasada, cuando él anunció su plan de reducción del déficit.
Ustedes ya conocen a Ryan. Es el individuo de «cabellos color azabache y una cierta apariencia de Eagle Scout», dice la revista Time. Es el representante por Wisconsin de «penetrantes ojos azules, aficionado al ‘heavy metal’ en su iPod y con una reputación entre los demócratas, incluyendo al presidente Obama, como republicano que ha promovido ideas serias que están bien pensadas», balbucea The New York Times. Y él ha presentado un plan de presupuesto, insiste el columnista David Brooks, que es «la más completa y valerosa propuesta de reforma del presupuesto que jamás hayamos visto».
¡Por favor! ¡Consíganse un cuarto!
Seamos honestos. Nunca me he mirado en los «penetrantes ojos azules» de Paul Ryan, pero he examinado su plan. No hay nada atrevido, completo, valeroso, ni siquiera original. No es más que un conjunto de derechistas políticas republicanas del pasado, recicladas y rechazadas, reunidas ahora en un solo documento, la mayor parte de las cuales no son más aplicables ahora de lo que eran cuando fueron propuestas por primera vez por Ronald Reagan, hace más de 30 años.
Esto es lo que haría el plan de Ryan. Durante mucho tiempo, los republicanos han deseado deshacerse de Medicare -aunque sea el programa gubernamental más eficaz. Ryan al fin lo logra. Él elimina Medicare tal como lo conocemos y obliga a los ancianos, armados con un vale, a salir de compras en busca del mejor negocio de servicios de salud que puedan arrancarles a las compañías privadas de seguros.
Ryan también cerraría Medicaid al entregar todo el programa a los estados -y todos sabemos lo bien que andan de dinero los estados por estos días. Él también derogaría el plan de reforma de los servicios de salud de Obama, a pesar de que la Oficina Congresional del Presupuesto ha demostrado que la derogación agregaría $230 mil millones al déficit durante la próxima década. Es más, dos terceras partes de los recortes de Ryan provienen de programas de atención a la clase media y a los pobres -mientras que no propone ningún recorte al enorme presupuesto del Pentágono.
En cuanto a las nuevas fuentes de ingreso, no hay ninguna. Ryan pretende que nos deshagamos del déficit solo por medio de recortes del presupuesto. Es má, él también recortaría los ingresos al ofrecer a los norteamericanos más ricos una reducción adicional a los impuestos y disminuyendo la tasa impositiva a las grandes corporaciones, a pesar de que la mayor parte de ellas no contribuyen con una proporción justa, si es que pagan algún impuesto.
Pero el mayor secreto del plan de Ryan es que cuando trata de balancear el déficit, es una estafa total. En especial porque al no contener nuevas fuentes de ingresos, tomaría mucho tiempo para que funcione. Es más, el Comité Republicano de Estudio estima que el plan de Ryan en realidad no balancearía el presupuesto hasta el 2050 -o quizás en ¡2080! Y a fin de llegar a esa situación requiere elevar el techo de la deuda muchas veces. A pesar de lo desastroso que es ese plan para el pueblo norteamericano, el representante Ryan en realidad hizo un gran favor al presidente Obama al darlo a la publicidad en el momento en que lo hizo, Y los líderes del Partido Republicano John Boehner, Eric Cantor y Mitch McConnell hicieron más grande el favor al aceptarlo de manera tan entusiasta.
Gracias a ellos, el debate para el 2012 queda claramente enmarcado. Las diferencias son reales. Y Obama amplificó esas diferencias para que toda la nación las vea en su discurso en la Universidad George Washington acerca de la política fiscal -el cual puede ser llamado de manera apropiada el primer discurso de la campaña de 2012.
Porque entre estos dos planes de presupuesto está clara cuál es la decisión a la que se enfrentan los electores. El plan de Obama salvaría a Medicare y Medicaid. El plan republicano no lo haría. El plan de Obama disminuiría los gastos del Pentágono. El plan republicano no lo haría. El plan de Obama aumentaría los impuestos a los millonarios y billonarias. El plan republicano daría a los ricos y a las grandes corporaciones otra reducción de impuestos. Jamás una campaña ha comenzado con dos visiones tan radicalmente distintas para Estados Unidos.
Lo cual hasta los miembros de los medios deben reconocer. Es más, con el propio plan de Obama para disminuir el déficit ahora en la mesa, es hora de que los reporteros dejen de fijarse en el cabello azabache y los ojos azules de Paul Ryan y empiecen a denunciar las crueles realidades del plan.