El autor, profesor de la Universidad de Seattle, analiza el sesgo electoralista del presupuesto para 2011 presentado por Barack Obama.
Un presupuesto es por definición un tema político. Y si esto es así en general, lo es mucho más aún en un momento en que el mandatario se prepara para presentarse ante el electorado, cosa que el presidente Obama hará a lo largo del actual ciclo electoral.
Obama es un político vocacionalmente centrista que, después de tres décadas de imparable deslizamiento de la política norteamericana hacia la derecha, está sólidamente instalado en el centro derecha. Además, tras el batacazo electoral que dio a los republicanos una amplia mayoría en la Cámara de Representantes, Obama se bate abiertamente en retirada, procurando en lo posible no plegarse del todo a la única política social que ha promovido la derecha americana desde hace un siglo: la reducción a un mínimo de los gastos de reproducción social y la privatización de todo lo privatizable. Fue ésta la política de Reagan hace tres décadas y la llevó adelante Bush hijo de forma más salvaje aún. La de este último consistió en aumentos masivos en materia de armamento y seguridad, acompañados de recortes masivos de impuestos sobre las rentas más elevadas. El propósito consistía en crear déficits gigantescos para que a la hora de la verdad, y dado que el gasto en armamento es una vaca sagrada, no hubiera más remedio que recortar asistencia social. Ese era el designio de nuestra derecha sempiterna, y en no escasa medida lo está consiguiendo.
De ahí que el presidente haya propuesto políticas que tienen un cierto aire futurible que a la corta costarán poco dinero y que tienen una amplia aceptación entre los votantes independientes que en 2008 le abrieron el camino a la Casa Blanca, pero que en las parciales de noviembre, y en plena crisis económica, le rechazaron en bloque.
Dentro de esa lógica, Obama ha hecho recortes importantes en algunos casos, pero que en principio suponen un coste político relativamente bajo. Hay dos temas que han causado especial revuelo en los medios progresistas a ambos lados del Atlántico:
1º: A partir de las crisis del petróleo de los años ’70, ha habido en todos los presupuestos de todas las administraciones una partida de dinero de mayor o menor cuantía destinada a cubrir los gastos de calefacción de las familias más desasistidas. Esta dotación se ha borrado del mapa presupuestario, y si no se desanda lo de momento andado, en el invierno de 2011-2012 la medida se contabilizará no en términos presupuestarios sino en defunciones.
2º: La reducción de las becas de verano de los estudiantes universitarios, en el contexto de un aumento considerable del presupuesto educativo en general, y en particular del número y la calidad de las becas. Esta medida va acompañada de otra importantísima: la reducción radical de los tipos de interés de los préstamos estudiantiles, que eran antaño una gran bicoca de los bancos. Visto globalmente, el saldo en educación es bastante positivo.
Se están imponiendo políticas sociales regresivas de una derecha que está enamorada del siglo XIX. El presidente Obama, con todas las limitaciones que se quiera, pero aspira a vivir en el siglo XXI. Falta saber si la mayoría del electorado está dispuesta a acompañarle en el viaje.
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/El-presidente-global-en-el-siglo.html