Traducido para Rebelión por Loles Oliván
Somos organizaciones árabes y musulmanas de Estados Unidos. Nos sentimos en la obligación de explicar a nuestros conciudadanos el significado de la muerte de Osama Bin Laden a manos de Estados Unidos.
Aprovechamos esta oportunidad para recordar el hecho inconveniente de que Osama Bin Laden y los muyahidines fueron financiados y apoyados por Estados Unidos para luchar contra la URSS en Afganistán en los años ochenta. Recordamos que Ronald Reagan llamaba a los muyahidines «luchadores por la libertad» cuando sus intereses coincidían con los de Estados Unidos. Nos recordamos a nosotros mismos que «[…] Entre 1978 y 1992, el gobierno de Estados Unidos destinó al menos 6 mil millones de dólares (algunas estimaciones alcanzan niveles tan altos como los 20 mil millones) en armas, entrenamiento y fondos para apoyar a las facciones muyahidines«.
Destacamos que los muyahidines se alinearon con Estados Unidos convenciéndose a sí mismos con el argumento del «mal menor». Recordamos lo que Zbigniew Brzezinski dijo: «[…] El día que los soviéticos cruzaron oficialmente la frontera, escribí al presidente Carter: ahora tenemos la oportunidad de dar a la URSS su guerra de Vietnam».
Hemos aprendido una importante lección de esta historia y observamos que colaborar con Estados Unidos es un esfuerzo inmoral y contraproducente. Colaborar no exime de ser perseguidos por Estados Unidos ni es una «estrategia» inteligente. Alinearse con los imperios poderosos es absurdo y contraproducente. La lógica de la Casa de los Musulmanes [House Muslims](o «Casa de los Negros» como Malcolm X llamaba a los colaboracionistas de su época) es imprudente y estúpida.
Aborrecemos el fondo de las declaraciones del presidente Obama y de la secretaria de Estado Clinton, porque implica que de alguna manera valió la pena sacrificar las vidas de millones de afganos, iraquíes y paquistaníes con el fin de localizar a un ex «combatiente por la libertad» (en palabras de Reagan). En realidad, el presidente y la secretaria de Estado no han mostrado apoyo alguno siquiera de boquilla a las innumerables vidas devastadas, a las bodas bombardeadas, a los niños huérfanos, a los cónyuges viudos y viudas, a los recursos naturales robados. Condenamos la hipocresía de la secretaria Clinton, que fingió preocupación por «los inocentes» asesinados por Osama Bin Laden pero no por los inocentes de Afganistán e Iraq, cuya muerte respaldó como senadora y luego como secretaria de Estado; o por el pueblo inocente de Palestina y Líbano, cuya muerte por los aviones de combate israelíes apoyó. No podemos esperar que Obama y Clinton se disculpen por los crímenes de guerra cometidos por Estados Unidos en su persecución de Osama Bin Laden, pues no está en la naturaleza de los imperios condenarse a sí mismos.
Seguimos aún obsesionados por las imágenes de nuestras hermanas y hermanos torturados en Abu Ghraib. El hedor de los cadáveres de decenas de años de guerras, ocupaciones y sanciones aún inunda el aire. El trauma emocional de aviones no tripulados sigue aterrorizando a los niños. El futuro lúgubre y sombrío que afecta a millones de refugiados y desplazados afganos e iraquíes aún sacude nuestras conciencias. El fósforo blanco y los efectos del uranio empobrecido en la salud pública y en el medio ambiente permanecerán para las generaciones venideras. Que Estados Unidos haya eliminado a uno de sus ex-agentes y haya dicho que no libraba una guerra contra el Islam mientras los criminales de guerra siguen en el poder en Washington y Tel Aviv no nos ofrece ningún alivio.
Lamentamos haber pasado la última década mendigando la aprobación de la corriente dominante en Estados Unidos, invitando a políticos estadounidenses a nuestras convenciones, celebrando iftars de Ramadán en la Casa Blanca y denigrándonos a nosotros mismos de mil maneras más. Ahora que Osama Bin Laden ha muerto finalmente, esperamos recuperar el tiempo que perdimos asegurando nuestro patriotismo y jurando sobre el Corán que Osama Bin Laden no nos representaba. Ya no vamos a seguir construyendo nuestro discurso para calmar ansiedades islamófobas y racistas. No dedicaremos ya más tiempo a insistir en que Osama Bin Laden no nos representaba que el que los cristianos a afirman que Obama, Clinton, Bush y Blair no representan el cristianismo.
En vez de eso, vamos a trabajar en cuestiones más urgentes que perseguir la comodidad material del sueño americano, tales como poner fin a la ocupación de Afganistán, poner fin a la ocupación de Iraq, boicotear y desmantelar a Israel, cerrar Guantánamo, restaurar de las libertades civiles, y el fin de la hegemonía y el racismo de Estados Unidos.
Firman:
Comité contra la Discriminación Árabe-Estadounidense [American Arab Anti Discrimination Committee], Instituto Árabe Estadounidense [Arab American Institute, American Task Force for Palestine], Comité Estadounidense por Palestina [Council on American-Islamic Relations], Consejo de Relaciones Estadounidense-Islámicas [Council on American-Islamic Relations], Sociedad Islámica de Estados Unidos [Islamic Society of North America], Park51.
Fuente: http://ikhras.com/2011/05/the-