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Dos tiros que dieron 11% de popularidad

Fuentes: Miradas al Sur

Barack Obama confía en que el haber ordenado matar a Osama Bin Laden le permitirá alterar todas las cábalas existentes sobre las próximas elecciones presidenciales de 2012. El líder de Al-Qaeda sirvió hace muchos años al Gobierno de Ronald Reagan, en los ’80, para derrotar en suelo afgano a las tropas soviéticas, y volvió a […]

Barack Obama confía en que el haber ordenado matar a Osama Bin Laden le permitirá alterar todas las cábalas existentes sobre las próximas elecciones presidenciales de 2012.

El líder de Al-Qaeda sirvió hace muchos años al Gobierno de Ronald Reagan, en los ’80, para derrotar en suelo afgano a las tropas soviéticas, y volvió a servir en 2001 a George W. Bush para lanzar sus guerras de rapiña y recuperar el terreno imperial perdido.

Ahora es el cadáver ausente de Bin Laden el que puede ser útil a otro presidente norteamericano.

Hacía mucho tiempo, posiblemente desde los actos por su llegada al poder, en enero de 2009, que Barack Obama no veía manifestaciones espontáneas de miles de estadounidenses vitoreando jubilosos y agradecidos su nombre en las calles de Nueva York, Washington y otras ciudades.

Hasta ahora parecía que el fomento del patriotismo en momentos claves, dramáticos para el país, era sólo capitalizado políticamente por los presidentes republicanos. George Bush «junior» consiguió pasar del 51% de popularidad que tenía el 10 de septiembre de 2001, en vísperas del 11-S, a un 91% dos días después, tras anunciar que la nación se vengaría de los atentados. Fue uno de los niveles más altos alcanzados nunca por un presidente estadounidense.

Al llegar Obama al poder, Bush, Cheney, Rumsfeld y todos los principales artífices de la «guerra contra el terror» y representantes del poderoso lobby industrial-armamentístico, lanzaron sus baterías contra él, asegurando que no podría ser un digno comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, que no tenía ni el objetivo ni el coraje para acabar con el terrorismo.

El ala más cavernícola del Partido Republicano, el Tea Party, utilizó una y mil veces ese tipo de argumento contra Obama.

El presidente habrá tenido que contener seguramente mucho la sonrisa en sus labios cuando en la madrugada del martes anunció la muerte de Bin Laden. Sabía que con ello estaba dando una bofetada a ese tipo de críticos. Aunque entre los legendarios sheriff del Far West que están en el imaginario de los estadounidenses nunca ha habido negros, él demostró que podía ser el primero.

Y funcionó, una vez más. Los dos tiros asestados al líder de Al-Qaeda por un miembro del Team 6 de los Seal (fuerza de élite de la Marina), le han aportado ya 11% más de popularidad a Obama. Exactamente el 57%, según las encuestas de la CBS y The New York Times.

Dos días después de la «exitosa» Operación Gerónimo, el presidente visitaba emocionado la «zona cero» y abrazaba a familiares de víctimas. Intentaba simbolizar el fin de la página negra abierta hace diez años, el 11-S, cuando Bin Laden logró humillar al imperio, a la superpotencia. Es pronto aún para saber si la ejecución de Bin Laden y otras acciones espectaculares que pueda ordenar Obama bastarán para frenar la carrera hacia el precipicio a la cual parecía condenado pero, de hecho, los republicanos han cancelado abruptamente su ofensiva parlamentaria sobre los presupuestos, el déficit y la privatización de Medicare, el sistema de ayudas sanitarias a los jubilados.

No quieren aparecer como antipatriotas en un momento como éste. Se invierten los papeles de lo que pasó tras el 11-S. Obama ha aprendido a usar sus mismas armas y esto le puede resultar clave para la batalla por las presidenciales del año que viene.

http://sur.elargentino.com/notas/dos-tiros-que-dieron-11-de-popularidad