Los más optimistas afirman que los ciudadanos no salen a votar en los Estados Unidos porque están confiados en que su sistema funciona bien y automáticamente y, por lo tanto, no hay que acudir a las urnas para defenderlo. Los más pesimistas afirman lo contrario, que no votan porque nada cambiaría si lo hacen o […]
Los más optimistas afirman que los ciudadanos no salen a votar en los Estados Unidos porque están confiados en que su sistema funciona bien y automáticamente y, por lo tanto, no hay que acudir a las urnas para defenderlo. Los más pesimistas afirman lo contrario, que no votan porque nada cambiaría si lo hacen o no, por lo tanto, no hay que molestarse en hacer el viaje hasta el recinto electoral. Aunque me considero una persona optimista, en este tema, me voy con los pesimistas. Creo que un porciento minoritario de la población del país cree que yendo a votar va a lograr algún tipo de cambio. En cada elección que se lleva a cabo en Estados Unidos, el abstencionismo gana la mayoría. No importa si estas son locales, condales, estatales o federales. En cualquier nivel o tipo de elección que se realice en este país, la mayoría de los ciudadanos se quedan sentados en sus casas. Algunas veces votan un poco más o un poco menos, pero en el 90 por ciento de las ocasiones la abstención se lleva el triunfo.
Hace unos días hubo elecciones condales en Miami-Dade County, fue una elección especial para elegir el nuevo alcalde. El anterior había sido destituido, también en una elección especial, hace poco más de un mes. A estas elecciones para alcalde se presentaron 11 candidatos y, para que cualquiera de ellos fuera elegido, necesitaba recibir más del 50 % de los votos emitidos. Desde el principio se sabía que ninguno de ellos recibiría ese porciento, por lo tanto, estábamos seguros que habría una segunda vuelta electoral para escoger entre los dos más votados. Así sucedió, de ahí que, dentro de otro mes, habrá una tercera elección especial. Si tenemos en cuenta que cada una de esas elecciones ha costado entre 4 y 5 millones de dólares, con la revocación del alcalde anterior y la elección del sustituto, el condado estará gastando entre 12 y 15 millones de dólares. Esa cantidad es mínima, si tenemos en cuenta que el presupuesto condal es de más o menos 70 mil millones de dólares, pero es grandísima, si tenemos en cuenta que está despidiendo empleados y subiendo impuestos por falta de recursos.
En primer lugar, no había que sacar al alcalde de su puesto, se le podía dejar que terminara su término de mandato, pues no se le acusaba de ser un político corrupto ni de ningún acto criminal, solo de mala gestión en su gobierno. En segundo lugar, la comisión del condado, ante la revocación del mandato del alcalde, bien podía haber nombrado a cualquier persona como sustituto para que cubriera el año y medio que le quedaba en el puesto al sustituido. La comisión tenía el poder para hacerlo.
Ahora bien, llevaron a cabo la elección y en la misma solo el 16 por ciento de los electores se tomaron el trabajo de votar. ¿Qué les parece? El 84 por ciento de los electores se quedaron en sus casas o se fueron a disfrutar a la playa y pasaron por alto que se estaba celebrando una elección. ¿Confianza en el sistema o indiferencia ante los candidatos? Creo que lo segundo fue lo que primó. La gente está aburrida y cansada de los políticos que prometen mucho y no hacen nada cuando son elegidos.
Los electores que están inscriptos para votar en el Condado Miami Dade suman un millón doscientos mil y salieron a votar 193,303 es decir el 15.9% del total de electores. Si tenemos en cuenta que esta última elección costó más o menos 4.5 millones de dólares, por cada voto emitido el condado gastó alrededor de $23.00. Bien podemos decir que, en referencia al costo, aquí el voto sí vale. Este dinero sale de nosotros los contribuyentes, los que pagamos bastantes impuestos en esta ciudad, impuestos que, por subirlos, le costaron el cargo al alcalde anterior.
Con el elevado costo de las elecciones, con la indiferencia de la población hacia las mismas y con el hecho de que nada cambia con su celebración, dentro de poco va a ser mejor nombrar a los funcionarios en vez de elegirlos. Total, si nada cambia con ellas y los ciudadanos apenas participan, ¿para qué llevarlas a cabo? Quizás sería bueno volver a preguntar aquí en Miami: ¿Elecciones para qué?