Como se reportó originalmente en Politico, sabemos que dos mujeres anónimas, ex empleadas de la Asociación Nacional de Restaurantes, en una oportunidad a fines de la década de 1990 presentaron una queja contra Cain por comportamiento sexual inadecuado, cuando este era presidente de la ANR. Cain admite que sabía de la queja y se lo […]
Como se reportó originalmente en Politico, sabemos que dos mujeres anónimas, ex empleadas de la Asociación Nacional de Restaurantes, en una oportunidad a fines de la década de 1990 presentaron una queja contra Cain por comportamiento sexual inadecuado, cuando este era presidente de la ANR. Cain admite que sabía de la queja y se lo comunicó a su consejero legal para que la investigara. Después de negarlo, ahora admite conocer que a ambas mujeres se les ofreció una compensación en dinero para que abandonaran su trabajo. Una de las mujeres, según The New York Times, recibió el salario de un año, $35 000. A cambio, ambas mujeres firmaron un acuerdo de confidencialidad. Desde el primer reporte de Politico, ha surgido la noticia de una acusación similar por parte una tercera empleada anónima.
Aunque uno puede suponer con toda lógica que la ANR nunca hubiera aceptado una compensación de dinero con dos empleadas, a no ser que las acusaciones fueran serias, Cain aún niega haber obrado mal. Yo estuve presente esta semana en el Club de Prensa cuando declaró: «En mis 40 años de experiencia en los negocios… Nunca he acosado sexualmente a alguien -acusado falsamente, debo agregar».
Por el momento, como no conocemos todos los hechos, lo que es más chocante del escándalo Cain no es tanto la acusación en su contra como la inepta respuesta del candidato. Era de esperar que un candidato serio, al enfrentarse a acusaciones tan graves, presentara los hechos en orden para limpiar su nombre. Por el contarrio, los defensores de Cain han recurrido al más bajo de los típicos ataques conservadores.
Primero trataron de culpar a los «medios liberal». En una llamada a Gerald Rivera en Noticias Fox, el Director de Comunicaciones J.D. Gordon desestimó las acusaciones como «alegatos con débiles fuentes» y defendió a Cain como otro más de los «prominentes líderes conservadores escogido como blanco por los liberales porque están en desacuerdo con sus ideas». En el lenguaje de los medios, eso es lo que llamamos una «no negación». Y Politico nunca ha sido acusado de ser parte de los «medios liberales».
Luego se apresuraron a jugar la carta de la raza. La campaña de Cain envió correos electrónicos a sus seguidores: «No permitan que los medios ‘linche’ a otro conservador negro». Y la comentarista Ann Coulter llegó a argumentar que Politico nunca hubiera publicado la noticia si Herman Cain hubiera sido blanco. Parece que se olvidó de John Edwards, Bill Clinton, Gary Hart, John Ensign, Mark Sanford, David Vitter, Rudy Giuliani, Newt Gingrich, Eliot Spitzer y Bob Packwood.
Incluso esas dos pobres excusas desaparecieron en 24 horas cuando Cain descubrió a otro enemigo a quien culpar: ¡Rick Perry, su oponente en las primarias! Una vez más, después de insistir en que no recordaba haber sido acusado con anterioridad de acoso sexual, Cain de pronto recordó que le había contado todo a Curt Anderson, asesor de su campaña en Georgia para el Senado de EE.UU. en 2004. Y como Anderson trabaja ahora para Rick Perry, Cain se apresuró en culpar a Anderson y a la campaña de Perry de filtrar la historia original a Politico. Pero solo después, dice Cain -prepárense-, de que fueron alentados a hacerlo por el alcalde de Chicago, Rahm Emanuel.
Anderson lo niega. Así como el alcalde. Perry, por su parte, echa la culpa de todo a Mitt Romney. ¿Cuánto tiempo pasará antes de que culpen a Barack Obama?
Pero el asunto es: dejen que Herman Cain siga culpando a los demás. No importa cuántas veces él cambie su versión, al final no importa quién filtró la noticia a Politico, Rick Perry o Ron Paul. La única pregunta es: ¿Qué sucedió realmente en la Asociación Nacional de Restaurantes? ¿Quién dice la verdad, Herman Cain o sus acusadores?
Y solo hay una manera de saberlo: que la Asociación Nacional de Restaurantes dé a conocer los archivos de su investigación interna. Y al mismo tiempo, dar a conocer a sus ex empleadas la obligación legal a permanecer en silencio.
Después de todo, si Herman Cain tiene el derecho a aparecer en la televisión nacional y llamarlas mentirosas, seguramente las mujeres implicadas tienen el derecho de contar su versión de los hechos. Entonces sabremos quién está diciendo realmente la verdad.