Estaba organizando una ocupación masiva de espacios públicos en Washington por un movimiento de los pobres para denunciar la desigualdad económica extrema. No pocos de sus colegas y colaboradores lo habían criticado por su enfoque sobre la injusticia económica, argumentando que eso era poco pragmático, y que no estaba formulando demandas políticas concretas, sino algo […]
Estaba organizando una ocupación masiva de espacios públicos en Washington por un movimiento de los pobres
para denunciar la desigualdad económica extrema. No pocos de sus colegas y colaboradores lo habían criticado por su enfoque sobre la injusticia económica, argumentando que eso era poco pragmático, y que no estaba formulando demandas políticas concretas, sino algo demasiado radical.
Eso era a lo que el reverendo Martin Luther King Jr. se dedicaba hace 44 años cuando una bala le quitó la vida en Memphis, adonde había viajado para sumarse en solidaridad a una huelga de trabajadores de limpieza cuya demanda era la dignidad y salarios justos. Fue el estadunidense desarmado más peligroso de su época.
«Estoy convencido de que si hemos de estar del lado correcto de la revolución mundial, nosotros como nación tenemos que realizar una revolución radical de valores… Cuando las máquinas y las computadoras, los motivos de ganancia y los derechos de propiedad son considerados más importantes que la gente, el terno gigantesco de racismo, materialismo extremo y militarismo no puede ser conquistado», dijo. En su histórico discurso del 4 de abril de 1967 en la Iglesia Riverside, en Nueva York, agregó que una verdadera revolución de valores pronto verá con inquietud el contraste deslumbrante de pobreza y riqueza
.
Esos ecos se escuchan de nuevo en múltiples esquinas de este país, y en este lunes, oficialmente feriado como Día de Martin Luther King, su natalicio fue celebrado no sólo por veteranos de la lucha de derechos civiles que lo acompañaron en los 60, ni sólo por funcionarios que recordaron sus palabras sobre la igualdad racial (pero casi nunca por su oposición a la guerra y menos su campaña final de los pobres), sino ahora por integrantes de un nuevo movimiento que nació con una ocupación en nombre del 99 por ciento
, y un grito de ¡basta! ante la injusticia económica y la corrupción de la promesa democrática.
Como escribe el gran periodista Bill Moyers, citando la vieja canción de Woody Guthrie, la gran pregunta del momento es si este país fue hecho para ti y para mí
, y la noticia doméstica más grande de nuestros tiempos es el colapso de la clase media, un agudo incremento en el número de pobres y un enorme traslado de riqueza a los ya ricos
.
Todo mundo ahora lo sabe, lo ve, lo siente, no como algo ajeno sino en su propia vida. La mayor fuente de tensión en Estados Unidos hoy día según un nuevo sondeo nacional del Centro de Investigación Pew, es el conflicto entre ricos y pobres, superando la histórica tensión racial y la tensión entre inmigrantes y los nacidos aquí que en estos últimos años ocupaba el primer lugar.
No sorprende. Los hechos documentan lo que todos perciben: la Oficina del Censo recientemente detectó que el 10 por ciento más rico concentraba 56 por ciento de la riqueza nacional en 2009 (tenía el 49 por ciento en 2005). Joseph Stiglitz, el economista premio Nobel, calcula que el 1 por ciento más rico controla hoy 40 por ciento de la riqueza nacional. Los índices de desigualdad son los más extremos desde los registrados antes de la gran depresión.
Pero el nivel de cinismo político ante todo es asombroso. Como siempre, este año electoral, el 1 por ciento evalúa cuáles de sus seleccionados políticos es el mejor para velar por sus intereses y dotar a sus favoritos con millones de dólares. Pero ahora, con autorización de un fallo histórico de la Suprema Corte en 2010, el poder del dinero en el proceso proclamado como democrático
se ha multiplicado a niveles sin precedente.
Ahora, cualquier agrupación puede crear lo que se llama un súper comité de acción política (súper PAC). La ley marca límites sobre cuánto puede donar un individuo o agrupación a la campaña de un candidato, pero con el fallo de la Suprema Corte ahora no hay tope alguno para los montos que puede recibir y gastar un súper PAC para promover u obstaculizar a un candidato a través de propaganda, foros y otras actividades, pero sobre todo en publicidad política en los medios masivos. La única restricción legal es que no pueden coordinarse
o ser manejados por una campaña electoral, o sea, tienen que aparentar ser independientes
.
Esto ya tiene un efecto masivo sobre el concurso electoral. Por ejemplo, el súper PAC ligado al precandidato presidencial Mitt Romney ha gastado millones en publicidad para atacar a sus contrincantes. En respuesta, un simpatizante del aspirante Newt Gingrich acaba de donar 5 millones para contrarrestar el esfuerzo del súper PAC aliado de Romney, y así con todos. Claro, por supuesto, los candidatos y los PAC no tienen nada que ver uno con el otro.
Tan obsceno y corrupto es todo esto, que sólo un cómico puede abordarlo de manera seria. El influyente cómico satírico Stephen Colbert del programa de televisión Colbert Report registró legalmente su propio súper PAC hace unos meses, con donaciones de su público televisivo, para exhibir lo absurdo que es todo esto. Esta semana dio un paso más, al declarar que creará un comité de exploración
para, posiblemente, lanzar su candidatura presidencial en su estado natal de Carolina de Sur, y transfirió su súper PAC a manos de su amigo, el comediante Jon Stewart. El nuevo nombre del súper PAC es súper PAC definitivamente no coordinado con Stephen Colbert
.
Aunque ya es demasiado tarde para registrarse como candidato, sus maniobras fueron ampliamente cubiertas en los principales medios de Estados Unidos. Aún más loco es que en los sondeos ya tiene más apoyo en su estado que por lo menos uno de los precandidatos republicanos.
Ni el reverendo King se podría haber imaginado el grado de avaricia y falta de vergüenza del 1 por ciento y sus compinches políticos en el manejo del país. Pero al 1 por ciento jamás se le ocurrió que la convocatoria de King a impulsar un movimiento Ocupa tendría respuesta más de 40 años después de su muerte y que hoy las palabras de ese reverendo indignado tienen nuevos ecos por todas las esquinas del país.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2012/01/16/opinion/025o1mun