Recomiendo:
0

El vigilante y el vigilado de La Florida

Fuentes: Rebelión

Un joven negro de 17 años de edad camina, en una noche lluviosa, desde un pequeño mercado, hasta la casa de su padre, en una comunidad privada de la ciudad de Sanford en el centro de La Florida. La comunidad es vigilada por un joven hispano-americano de 28 años de edad, que pertenece al comité […]

Un joven negro de 17 años de edad camina, en una noche lluviosa, desde un pequeño mercado, hasta la casa de su padre, en una comunidad privada de la ciudad de Sanford en el centro de La Florida. La comunidad es vigilada por un joven hispano-americano de 28 años de edad, que pertenece al comité de vigilancia de su barrio. Al vigilante se le hace sospechoso el muchacho y llama a la policía de la ciudad, la cual arribó al lugar 8 minutos más tarde. Al arribar, el carro patrullero se encontró con el joven negro muerto, acostado boca abajo en la acera por la cual había estado caminando. La policía alega que el vigilante tenía sangre que le salía por la nariz y un golpe sangrante en la parte de atrás de la cabeza. Según la policía, los paramédicos atendieron al vigilante de barrio en el lugar del crimen y después fue llevado a la estación de policía en donde fue interrogado por alrededor de dos horas y dejado en libertad sin cargo alguno en su contra. El vigilante alegó que él tuvo que matar al muchacho, ya que su vida peligraba, que había sido un caso de defensa propia, ya que el muchacho se había abalanzado contra él y que, como su contrario era más corpulento que él, no tuvo otro remedio que pegarle un tiro con la pistola que llevaba en su poder y por la cual tenía una licencia legal para portarla. De acuerdo con las declaraciones de la policía, no encontraron evidencia de que no fuera un acto de defensa propia. Claro, el único que podía aportar una versión diferente, simplemente no podía aportarla, porque estaba muerto con un tiro en el pecho. Era la palabra del vigilante de barrio la única que podía hacer tal alegato. El hecho ocurrió el 26 de febrero de este año 2012.

Desde esa misma la noche, en que salió libre y sin cargos de la estación de policía, hasta el 11 de abril, en que un fiscal especial nombrado por el gobernador presentó cargos de asesinato en segundo grado contra el vigilante, este permaneció en la calle y ese mismo día, voluntariamente, se presentó ante las autoridades. Doce días después de entregarse a la policía, el vigilante volvió a salir a la calle, al pagar una fianza de 150,000 dólares impuesta por el juez de instrucción. Ahora tiene que esperar el comienzo del juicio que está programado para mayo 29 de este año, y solo Dios sabe el tiempo que durará el mismo.

¿Qué fue lo que realmente ocurrió aquella noche en esa comunidad floridana? Esa pregunta, lo más probable es que nunca encuentre una verdadera respuesta, a pesar de que existen algunos vecinos que dicen haber llamado a la policía, mientras oían una voz pidiendo ayuda. El problema es que los famosos testigos no estaban en el mismo lugar de los hechos y una noche lluviosa puede llevar a interpretaciones contradictorias. Unos dicen que el que pedía ayuda era el vigilante, otros, que era el joven negro. No creo que ninguno de esos testigos puedan aclarar la verdad de lo ocurrido aquella noche.

Por otra parte, la policía dio a la publicidad la conversación que había estado sosteniendo con el vigilante antes de que este se enfrentara a la víctima o antes de que la víctima enfrentara al vigilante. En la grabación se oye claramente la voz del vigilante cuando dice que el vigilado se echó a correr, y cuando la policía le pregunta si lo estaba siguiendo. Se oye al vigilante contestar afirmativamente. La policía le dice que no tiene que seguirlo. Sin embargo, no hizo caso, de acuerdo con el propio testimonio policiaco.

De acuerdo con la novia de la víctima, este estaba hablando con ella mientras caminaba y le dijo que una persona extraña lo estaba siguiendo y oyó la voz de su novio cuando increpaba al vigilante preguntándole el por qué lo estaba siguiendo y oyó la voz de este cuando le preguntó qué estaba haciendo en ese barrio. De acuerdo con el testimonio de la novia, lo último que oyó fue el forcejeo y después el silencio. Cabe preguntarse, si ella llegó a oír el forcejeo ¿por qué no oyó el disparo?

La verdad es que el caso se disparó como un cohete en los medios de comunicación de La Florida inmediatamente después de lo ocurrido, y no muchos días después, abarcó la atención nacional, cuando más de dos millones de personas firmaron una petición en la internet pidiendo que el vigilante fuera arrestado y procesado.

Lo que ocurri ó aquella noche de febrero en Stanford, tiene más preguntas que respuestas. Cumpliendo con su deber y en defensa propia, ¿hizo bien el vigilante al seguir al joven negro? ¿Le fue sospechoso el joven porque este era de la raza negra? ¿Por qué a la policía le bastó la palabra del vigilante y lo dejó libre apenas dos horas después de haberlo interrogado? ¿Hubiese seguido el vigilante al joven si este hubiese sido un muchacho de la raza blanca? Si lo que hizo fue correcto, ¿por qué renunció el jefe de la policía de Stanford? ¿Se han distorsionado los hechos por una u otra parte? Dicen que la verdad nos hará libres, pero me temo que, en este caso, la verdad, la verdadera verdad, nunca va a aparecer.