Los ilusos del Mediterráneo suelen idealizar Grecia, pero el pasado no está presente y la realidad puede que les haga tener otra opinión. Dicho esto, metafóricamente pueden estar contentos, pues el Partido Popular lleva el barco español con rumbo helénico, en vez de ir hacia el Atlántico o el Báltico. Quizás quieren que conozcamos lo […]
Los ilusos del Mediterráneo suelen idealizar Grecia, pero el pasado no está presente y la realidad puede que les haga tener otra opinión. Dicho esto, metafóricamente pueden estar contentos, pues el Partido Popular lleva el barco español con rumbo helénico, en vez de ir hacia el Atlántico o el Báltico. Quizás quieren que conozcamos lo que queda del esplendor de la Grecia antigua. No olvidemos que fueron Zapatero y Rubalcaba quienes iniciaron la aventura, ahora ya somos prisioneros en el barco mar adentro de la crisis y de la espiral contractiva en la que nos han metido unos y otros. Ahora, los ideólogos económicos del Partido Popular han perdido el oremus (no podían beberse el entendimiento), víctimas de defender los intereses de unos cuantos poderosos. Los políticos del PP, no hace falta decirlo, son de una calidad similar a la del PSOE, y, de todos, la población ya habla. Todos ellos nos vienen con la cantinela de que no hay ninguna alternativa, que se sienten obligados por «Europa» (entre comillas, sí, porque no existe más allá de un mapa, ni puede existir a estas alturas un todo político que reúna naciones con intereses diversos y divergentes). Es necesario que el Gobierno español empiece a proponer a sus ciudadanos una alternativa que vaya más allá de seguir las directrices de burócratas o políticos de otros países que no están democráticamente legitimados para hacerlo. Los que mandan en la Unión Europea están muy contentos de estos políticos españoles cumplidores como virreyes. Fue aplaudido y recompensado Zapatero (y los ciudadanos lo enviaron donde debía) y ahora es aplaudido Rajoy (y será enviado donde toca), ambos para ayudar a chupar los ahorros acumulados de años y años por las clases medias y trabajadoras españolas hasta empobrecerlas y, encima, ayudan a hacer creer que Alemania es magnífica. ¡Que les pregunten a sus trabajadores!
Fernando G. Jaén es Profesor Titular de la Facultad de Empresa y Comunicación. Universidad de Vic.