En abril de 1975 con la dictadura franquista ya enfrentando su ocaso, la revista Triunfo [1] publicaba el artículo «¿Estamos preparados para el cambio?» [2] en el que José Aumente [3] reflexionaba sobre la extinción del régimen franquista ante su incapacidad para evolucionar y el inminente final biológico del dictador. Más allá de la mera […]
En abril de 1975 con la dictadura franquista ya enfrentando su ocaso, la revista Triunfo [1] publicaba el artículo «¿Estamos preparados para el cambio?» [2] en el que José Aumente [3] reflexionaba sobre la extinción del régimen franquista ante su incapacidad para evolucionar y el inminente final biológico del dictador.
Más allá de la mera terminación de la dictadura, el artículo cuestionaba la preparación de la sociedad española para encontrar en aquel momento histórico la oportunidad para forzar la transformación democrática que el país necesitaba. Tras más de treinta años de régimen franquista, José Aumente veía en los demonios familiares españoles como la ausencia de interés por lo colectivo, el amiguismo y la corrupción, el triunfalismo sin escrúpulos y el divorcio entre las minorías intensamente politizadas y la mayoría de la población que vivía de espaldas a la realidad política del país, un problema para emprender la transformación democrática de la sociedad.
José Aumente concluía con una llamada a preparar y prepararse para el cambio político en una fuerza que debía partir desde abajo, desde la base, movilizando a esos grupos, cada día más numerosos que están tomando conciencia de esa opción de alternativa.
El artículo tuvo impacto en los círculos críticos de la sociedad española y la dictadura reaccionó secuestrando el número de la revista, procesando a su autor y cerrando la revista por cuatro meses, que luego fueron extendidos, lo que impidió a Triunfo seguir desde sus páginas la muerte del dictador.
Han transcurrido tantos años como los que duró el régimen franquista y hoy nos enfrentamos de nuevo a la necesidad de desencadenar una transformación política en profundidad que nos permita recuperar el control sobre el sistema político y sobre nuestras vidas. En las circunstancias actuales la pregunta de José Aumente vuelve a ser pertinente.
Primeramente hay que constatar la obviedad de que en la España actual no tenemos dictador cuya desaparición física augure mejoría del régimen político, el cambio de personas en las capas visibles del poder no parece afectar al control del sistema en que vivimos.
Así las cosas y sin perspectiva de futuro, el país se despeña imperturbable por el precipicio neoliberal y desconocemos si encontraremos en algún momento fondo en el que sustentarnos. En trágica inversión de la suerte de 1975, nuestra expectativa es la derrota y nuestra oportunidad el aprovechar alguna debilidad o falla del sistema para vencerlo de manera inesperada.
Yendo al núcleo de la pregunta sobre nuestra preparación para el cambio habría que plantearse:
– la unidad de las luchas contra los distintos recortes, injusticias o despotismos, que no son batallas independientes que se puedan ganar individualmente sino facetas de una misma lucha contra el neoliberalismo europeo y mundializado. La diferencia es significativa y nos ha de llevar a nuevas estrategias y actitudes.
– la aceptación de que las fuerzas que han urdido nuestro ingreso en la celda neoliberal no van a renunciar al poder ni a las ventajas conseguidas y no nos van a regalar el retorno, siquiera parcial, al estatus anterior al comienzo de la caída al vacío. Nuestras posibilidades de futuro radican única y colectivamente en nuestras manos.
– la capacidad que tiene el poder neoliberal para ocupar los medios de difusión, y todo tipo de organizaciones y organismos generando un sistema de pesos y contrapesos, de humos y espejos, que nos intenta confundir, atrapar y separar de la realidad y de nuestra lucha; lo que nos debería llevar a desengancharnos de los medios de masas y a la selección crítica de las fuentes de información.
– la necesidad de innovar para crear y adaptar mecanismos de movilización y participación para enfrentar al neoliberalismo con eficacia, combinando la democracia asamblearia de los movimientos horizontales, la organización y experiencia de las fuerzas políticas de izquierda transformadora, la vitalidad de las plataformas y mareas sectoriales y el aprendizaje de nuevas metodologías participativas.
– la renuncia a los mitos de grandeza imperial y a los restos coloniales como vía de escape fascista o xenófoba. La caída en el precipicio nos invita, por el contrario, al encuentro con pueblos que están o han pasado ya por trances semejantes al nuestro y a tejer alianzas nuevas basadas en el respeto mutuo, la complementariedad y la solidaridad.
– el rechazo de nuestros demonios familiares, ya presentes en 1975 como la falta de aprecio y respeto por lo público y la corrupción como solución individual a los problemas colectivos.
La clarificación de estas cuestiones nos permitiría avanzar en la construcción de una conciencia colectiva basada en el conocimiento real de nuestra situación y organizada hacia la acción.
Con todas las diferencias entre los dos momentos históricos, la propuesta de José Aumente, apoyándose en Gramsci, sigue siendo certera en buena parte para el presente [2]: lo más lógico y natural sería prepararse, entrenarse, tener previsto aquel momento en que se habría de actuar. La situación es favorable solamente cuando se cuenta con la fuerza necesaria para aprovecharla. Por eso la tarea esencial es preocuparse sistemáticamente y pacientemente de formar, desarrollar y hacer cada vez más homogénea esa fuerza.
El cambio se ha vuelto de nuevo necesario y la inacción ya no es alternativa, sólo un retraso para tener que actuar más adelante, cuando hayamos caído aún más abajo. Aquellos que nos llevan delantera en el abismo pueden dar fe de ello.
Notas:
[1] http://www.triunfodigital.com/
[2] http://www.triunfodigital.com/
[3] http://cordobapedia.wikanda.
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