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El sur contra el norte

Yemen vacila entre la esperanza y la división

Fuentes: CounterPunch

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

El 12 de octubre decenas de miles de yemeníes salieron a las calles de Adén, en el sur del país, exigiendo sobre todo secesión del norte. La fecha es significativa, porque marca la independencia en 1967 de Yemen del Sur, terminando varias décadas de colonialismo británico. Pero durante casi cinco décadas desde entonces, Yemen aún no ha logrado la estabilidad política, una apariencia de prosperidad económica y, lo más importante, fundar la cuestión de su identidad nacional.

Han pasado dos años y nueve meses desde que se organizó una gran protesta en la capital yemení. Saná inició lo que rápidamente se denominó la revolución yemení y despertó el frenesí mediático de que Yemen se había sumado oficialmente a la Primavera Árabe. Ver a Yemen como miembro del club de la «Primavera Árabe», en lugar de apreciar las singulares circunstancias históricas y políticas del país fue un atajo mediático que no explicó la vasta mayoría de eventos que ocurrieron después de las protestas juveniles yemeníes del 27 de enero de 2011.

Una de las fechas más significativas de las masivas protestas contra los 33 años del papel del ahora depuesto presidente Ali Abdullah Saleh y del control de su familia sobre las instituciones estatales fue el 3 de febrero. Entonces Saná y Adén se unieron bajo una bandera. Fue un día trascendental porque ambas ciudades fueron capitales de dos países en guerra. La juventud de Yemen pudo cerrar fugazmente una brecha que ni los políticos ni los generales del ejército lograron cerrar a pesar de varios acuerdos y años de sangrientos conflictos. Pero ese triunfo colectivo del pueblo yemení se sintió solo en las calles del país, abrumado por la pobreza y la indigencia, pero también impulsado por la esperanza. Ese sentimiento nunca se convirtió en una clara victoria política, incluso después de la deposición de Saleh en febrero de 2012.

Desde entonces se ha convocado una Conferencia Nacional de Diálogo (NDC) con representaciones de varios partidos políticos, tribus importantes, movimientos juveniles y delegados representando al sur y al norte. Su tarea fue iniciar el proceso de redactar una constitución organizando un referéndum y elecciones generales. El 18 de septiembre de 2013 se reconoció como plazo del cumplimiento de esas importantes tareas, pero la fecha pasó inadvertida. Peor aún, aparecieron profundas divisiones entre todas las partes involucradas. Inicialmente, el diálogo trató de explorar similitudes entre delegados representando al Congreso General del Pueblo (GPC) y la coalición del Conjunto de Partidos (JMP), representando la oposición. Sin embargo, pronto aparecieron conflictos entre los propios miembros de la JMP.

La JMP está compuesta de diversos partidos de oposición, incluyendo la Congregación Yemení por la Reforma (Islah) cuyos principales partidarios están basados en el norte, y el secular Partido Socialista Yemení (YSP), basado en el sur. Estos dos partidos proceden de escuelas de pensadores enteramente diferentes, y no siempre estuvieron unidos por su deseo de derrotar al gobernante GPC de Saleh. Hubo una época en la cual Islah, considerado como filial yemení de la Hermandad Musulmana, se alió con Saleh para derrotar a los socialistas. «La expansión socialista emanada del sur dio aliento a la alianza de la Hermandad con el régimen de Saleh durante las guerras por las regiones centrales (1978-1982) contra lo que llamaron la ola comunista», escribió Farea al-Muslimi para Al-Monitor.

En esos años, la actual República de Yemen consistía de dos países diferentes, un Yemen del Sur marxista leninista, y Yemen del Norte. Después de años de conflicto en el cual ambos lados fueron utilizados para canalizar rivalidades regionales y una Guerra Fría internacional, se unieron el 22 de mayo de 1990. Poco después de la unión se inició un proceso de democratización, elecciones, compartimiento de la riqueza y otros puntos, pero rápidamente se desintegró. Los dirigentes del sur comenzaron a hablar de una conspiración para privar sus partes menos pobladas, pero más ricas, del sur y el este del país de sus recursos por parte del norte dominado por tribus. En 1994, el conflicto se convirtió rápidamente en una guerra civil en la cual el sur fue derrotado y miles de sus dirigentes y militares huyeron. Los esfuerzos de reconciliación no fueron suficientes. El sentido de injusticia que los sureños siguen sintiendo hacia el dominante norte es una noción que es cuestionada por muchos. Pero es real y nunca ha sido seriamente discutida, y mucho menos aún resuelta mediante un medio político transparente supervisado por una dirigencia democrática.

El actual Partido Socialista Yemení está compuesto de residuos de la dirigencia disuelta de Yemen del Sur. Aunque la revuelta yemení de enero de 2011 generó mucho fervor nacional en todo el país, después se comenzó a volver a hablar de secesión, cuando los yemeníes, especialmente en el sur, comenzaron a perder la fe en la transición política y la Conferencia Nacional de Diálogo. Otro factor que contribuyó es el estado de extremo caos de la seguridad existente en todo Yemen, que en parte es violencia dirigida o inspirada por al Qaida, que en gran parte afecta a localidades y activistas del sur. Algunos en el sur acusan a Saná de facilitar o permitir la perpetuación de esa violencia para lograr fines políticos.

Además la JMP, que fue presentada como el frente unido de la oposición, se convirtió en una fuente importante de tensión, porque los socialistas desconfían profundamente de Islah, y este último, que objeta enérgicamente a toda división del país, igualmente sospecha de su supuesto aliado político. Cuando los militares egipcios derrocaron al presidente Mohamed Mursi, los partidarios de Islah protestaron furiosamente, mientras los socialistas lo celebraban deleitados. La confianza, por cierto, cayó a su punto más bajo.

No es que el sur esté unido, porque el Movimiento Sureño Hiraak, que propugna un federalismo de dos Estados seguido por un referéndum sobre el futuro del sur, está dañado por la división. Hiraak está compuesto de numerosos partidos políticos y facciones y está desgarrado por dirigencias en competencia. Esa división fue demostrada el 12 de octubre durante la celebración de la independencia de Yemen del Sur. Algunas facciones participantes portaban efigies del general egipcio Abdul Fatah al-Sisi, quien derrocó a Mursi, mientras otras llevaban banderas de Hizbulá del Líbano. La división política pronto causó sangrientos choques en la Plaza Parade, en el centro de Adén y hubo algunos heridos.

El 8 de octubre, solo unos pocos días antes de los mítines en Adén, el presidente Abd Rabbuh Mansur Hadi, quien fue instalado después del derrocamiento de Saleh declaró que el diálogo nacional del país estaba a punto de producir un resultado esperado hace tiempo. Estaba, de hecho, a solo «unos pocos días» de establecer un «Yemen unido y federal», un lenguaje tan cuidadosamente utilizado como para influenciar a ambos lados de la división. Pero su esperado éxito pareció irrelevante ante hechos irresistiblemente desalentadores, sobre todo el que facciones afiliadas al Movimiento Sureño están boicoteando las conversaciones. También, la firma de cualesquiera acuerdos «ha sido postergada ya que dos representantes del GPC de Saleh se retiraron y el GPC suspendió su participación, rechazando toda oferta ‘que dañe la unidad de la patria», informó Arab News.

Incluso si un acuerdo semejante llegara a ser firmado, la Conferencia Nacional del Diálogo no puede imponer ningún acuerdo que carezca de un claro mandato y de aprobación popular. Unir una «patria» alrededor de ideas similares mientras una rebelión se sigue gestando en el norte, un movimiento secesionista recobra fuerzas en el sur, tiene lugar una interminable guerra de drones de EE.UU., una militancia incontrolada sigue adelante, y una pobreza endémica prolifera en todo el país, no es una tarea fácil. Tenemos que preguntarnos si bajo estas circunstancias, es del todo posible.

Ramzy Baroud (www.ramzybaroud.net) es periodista independiente y director de PalestineChronicle.com. Su último libro es My Father was A Freedom Fighter: Gaza’s Untold Story (Pluto Press).

Fuente: http://www.counterpunch.org/2013/10/17/south-vs-north/