Al implementarse las cuarentenas en Estados Unidos, por ahora parciales, las autoridades elaboraron listas de los exentos de las restricciones, los que llaman esenciales. No sorprende que en esa lista se incluya al personal médico y de salud en general, de transporte público y de distribución y venta de alimento y periodistas. Lo que es notable es quien NO está en esa lista de esenciales: los banqueros, ejecutivos ni los abogados empresariales, ni cabilderos, ni las ONG, ni los grandes analistas; o sea, todos los que en tiempos normales son presentados como los «maestros del universo».
Gavin Newsom, gobernador de California, ordenó aislamiento a los 40 millones de habitantes del estado para frenar la propagación del Covid-19. Los californianos aún pueden visitar los parques, siempre que mantengan la distancia recomendada y sigan otras medidas preventivas. La imagen, ayer en Griffith Park.Foto Afp.
Fue poco a poco y de repente que estalló esta crisis de salud, económica, social y policial. En el país más asustado del mundo, donde todo es amenaza, y a todo se le declara la guerra –sean otros países, pobreza, drogas, terrorismo y ahora otra vez a enfermedades–, el régimen de Trump por dos meses fue, efectivamente, colaborador y cómplice del enemigo, al declarar que todo estaba bajo control. Ahora el país está invadido y es demasiado tarde para todo menos dejar que los doctores, enfermeras, asistentes, equipos de ambulancia y otros en las trincheras en el frente hagan todo lo posible para rescatar al país, y eso sin el pleno apoyo del gobierno federal.
Casi toda la cúpula política ha colaborado en los hechos con el enemigo al no responder desde un inicio. Casi todos sabían de las posibles consecuencias que, como en todas las guerras, son padecidas por los más vulnerables.
Pero detrás y debajo del escenario, como siempre, empieza a brotar lo que es la verdadera resistencia al desastre y que junto con el heroísmo de los trabajadores esenciales, tendrá que rescatar al país.
Al implementarse las cuarentenas en Estados Unidos, por ahora parciales, las autoridades han elaborado listas de los exentos de las restricciones, los que llaman esenciales. No sorprende que en esa lista se incluya a todo personal médico y otros trabajadores de salud, así como los de transporte público, de farmacias y del sector de distribución y venta de alimento y en algunos lugares los periodistas.
Pero aún más notable es quien no está en esa lista de esenciales: no están los banqueros, ejecutivos ni sus abogados empresariales, ni cabilderos, ni las ONG de todo tipo (menos las que están en el sector de salud), ni los grandes analistas; o sea, todos los que en tiempos normales son presentados como los maestros del universo, los que se consideran imprescindibles, esos aparentemente, no son esenciales cuando el futuro de la civilización está en juego.
Más allá de los incluidos en esa lista, aparecen otro tipo de rescatistas. Entre ellos hay redes de voluntarios impulsados primero por estudiantes, pero que después empiezan a funcionar como organizaciones de asistencia mutua de corte anarquista (sin la etiqueta) para atender las necesidades inmediatas de diversas comunidades. Por otro lado, hay iniciativas autónomas para apoyar económicamente a ciertos sectores vulnerables, sobre todo inmigrantes (trabajadores de restaurantes, empleadas domésticas, taxistas) como para compartir información vital incluso en lenguas indígenas (https://youtu.be/BRoRroQZHUQ). El famoso chef español José Andrés cerró sus restaurantes en Washington para convertirlos en cocinas comunitarias(https://wck.org/), entre otros ejemplos.
E igual de esencial es la respuesta cultural en su sentido más amplio. Ofrecimientos musicales de solidaridad y acompañamiento a los millones en cuarentena por muchos artistas en la misma situación, desde el gran violoncelista Yo-Yo Ma (https://twitter.com/Eeebee1/status/ 1241257073138176003?s=20], a Paul Simon [https://twitter.com/Eeebee1/status/ 1241257073138176003?s=20 ), a toda una gama de artistas musicales (https://www.rollingstone.com/t/ in-my-room/; http://www.sofa-king-fest.com; https://twitter.com/hashtag/songsofcomfort?src=hashtag_click), a opera del Metropolitan (https://www.metopera.org/user- information/nightly-met-opera-streams/) a funciones de cómicos (https://magnettheater.com) y programas pre grabados del Kennedy Center (https://www.kennedy-center.org/ digitalstage/).
Algunas instituciones culturales como el Museo Guggenheim ofrecen visitas virtuales, varios nuevos proyectos ofrecen grupos de lectura conjuntos, editoriales que ofrecen libros gratis y otros ofrecimientos literarios como los de la Biblioteca Pública de Nueva York (https://www.nypl.org).
Son rescates, de buscar cómo estar cerca y juntos cuando nos ordenan distanciamiento y aislamiento, de buscar una manera de reunirnos a pesar de todo, de invitarnos a formar parte del coro para cantar juntos, todo para recordar, pues sí, lo esencial.
Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/03/23/opinion/028o1mun