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Yemen, un conflicto sin control que destruye a la población civil

Fuentes: La Marea [Foto: Punto de distribución de agua construido por Oxfam en el campo de desplazados de Al-Manjorah, en el distrito de Bani Hassan, Yemen (Moayed Al.Shaibani / Oxfam)]

La situación humanitaria ha empeorado en Yemen un año después. Las cambiantes zonas de combate, los ataques aéreos y las minas terrestres han causado el desplazamiento de casi 100.000 personas. Muchas de ellas han tenido que huir en varias ocasiones, según denuncia Oxfam Intermón.

La organización calcula que solo en enero se lanzaron 43 ataques aéreos contra objetivos civiles, es decir, más del 20% de todos los bombardeos de este tipo efectuados en la zona de Marib desde el aumento de los combates. La mayor parte de ellos se dirigieron contra viviendas y granjas, y destruyeron casas y negocios que llevará años reconstruir.

“El recrudecimiento del conflicto, el desplazamiento y la muerte que presenciamos en Marib es una instantánea del sufrimiento que padecen las comunidades de todo Yemen. Las personas corrientes que han buscado refugio en un lugar que antes se consideraba un oasis de calma son ahora daños colaterales de un prolongado conflicto. La única solución de esta situación es que las partes beligerantes se reúnan y negocien un arreglo pacífico permanente”, afirma el director de Oxfam en Yemen, Muhsin Siddiquey.

Ocho personas civiles murieron en enero de 2022 debido a la explosión de minas terrestres en la gobernación de Marib frente a las cinco que perdieron la vida de ese modo en todo 2021. El dato –sostiene Oxfam– refleja un aumento preocupante del uso de estas armas prohibidas. Las minas terrestres suelen colocarse por los caminos y carreteras que cruzan las tierras de cultivo y conducen a la ciudad de Marib, y que la población civil utiliza para llevar productos destinados a la venta y por las personas migrantes que atraviesan Yemen.

“Las minas terrestres son una barbaridad. No distinguen entre civiles y combatientes, y su amenaza –junto a las bombas y obuses no detonados– se cierne sobre las comunidades durante decenios hasta que son desactivadas. Una de las carreteras clave que conduce a Marib se ha convertido en una zona vedada. Han muerto niños y niñas mientras cuidaban del ganado, e incluso recoger leña puede ser mortal. Me preocupan especialmente los informes que indican que no se conservan registros de los lugares donde se colocan las minas”, añade Siddiquey.

Según los datos de la ONU, en la gobernación de Marib viven más de un millón de personas desplazadas, bien junto con la población local o en uno de los entre 120 y 150 asentamientos formales e informales existentes. Sin embargo, denuncia Oxfam, las autoridades locales sitúan esa cifra en cerca de dos millones. Muchas de estas personas ya se han visto desplazadas cinco o seis veces.

Salem –nombre ficticio– vive con su familia en el campo de refugiados de Al-Suwaidan, a las afueras de Marib. «Las personas que viven en el campo siempre tienen miedo de las acciones militares que podrían alcanzarlas en cualquier momento. Todos estamos angustiados. No puedo salir del campo ni un momento. Vivo con miedo por mi familia, que duerme y se despierta asustada”, explica.

La ONU calcula que el 85% de las familias desplazadas no pueden pagar el alquiler con regularidad debido a la escasez de oportunidades de ganar dinero. A muchas personas les angustia que las desalojen, puesto que nueve de cada diez asentamientos están construidos en terrenos de propiedad privada sin acuerdos de ocupación. Los precios de alquiler en la ciudad de Marib han aumentado vertiginosamente a raíz de la reciente oleada de desplazamientos.

La depreciación galopante de la moneda, sumada a una persistente crisis de combustible, ha hecho que los precios de los alimentos, el carburante y los medicamentos se dupliquen con creces. Muchas personas se ven obligadas a pedir prestado dinero y quedan atrapadas en una espiral de endeudamiento, incapaces de satisfacer sus necesidades básicas, explica Oxfam en una nota de prensa. 

Se suma el COVID

Yemen está actualmente en su cuarta oleada de COVID-19, y muchas personas desplazadas carecen de acceso a servicios básicos tales como las letrinas y el agua potable. Cuando han transcurrido casi ocho años desde el comienzo del conflicto, solo siguen operativos aproximadamente la mitad de los centros de salud, lo que deja a dos de cada tres yemeníes sin acceso a los servicios de salud. 

Oxfam trabaja en Marib con el fin de mejorar el suministro de agua, instalar letrinas y proporcionar transferencias monetarias para que las familias puedan comprar los productos de primera necesidad, según explica. La organización afirma que el año pasado ayudó a 95.928 personas de Marib, por ejemplo, facilitando agua potable a 60.000 y transferencias monetarias a 14.875. 

Las Naciones Unidas han emitido una declaración que recuerda a las partes beligerantes que estar en guerra no las exime de las obligaciones que tienen con arreglo al derecho internacional humanitario, que prohíbe rigurosamente los ataques desproporcionados y de acuerdo con el cual han de tomarse todas las precauciones posibles para evitar los daños civiles.

Desde la disolución el año pasado del Grupo de Eminentes Expertos sobre Yemen –el organismo designado de la ONU para encargarse de la vigilancia de los abusos contra los derechos humanos cometidos en Yemen–, no hay ningún tipo de observación internacional de las violaciones de derechos humanos. Todas las partes en el prologando conflicto de Yemen han causado víctimas civiles, concluye Oxfam.

Fuente: https://www.lamarea.com/2022/02/08/yemen-un-conflicto-sin-control-que-destruye-a-la-poblacion-civil/