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Canarias, espacio neutral y por la paz

Fuentes: Naiz

En Canarias siempre ha existido una cultura política de paz y solidaridad. Tanto es así, que el día 12 de marzo de 1986 se celebró un referéndum de permanencia en la OTAN en la cual Canarias expresó su condición y talante pacifista votando rotundamente en contra. Este hito histórico de Canarias es motivo de orgullo para toda la sociedad canaria. Y deberíamos seguir por esta senda antiatlantista, antibelicista y anti armamentística como pilares fundamentales de la cultura política de Canarias y aspirar a ser referente mundial en este ámbito.

Ante la incursión militar rusa en territorio ucraniano el pasado 24 de febrero de 2022 y, subsiguientemente, debido a las sanciones impuestas a la Federación Rusa por parte de la Unión Europea, la sociedad canaria ha sido daño colateral en términos económicos sufriendo un durísimo golpe de inflación que afecta al bolsillo y la calidad de vida de toda la ciudadanía canaria. Este daño colateral se puede atribuir, sin lugar a dudas, directamente a las sanciones de la Unión Europea a la Federación Rusa y su efecto boomerang. Tanto la OTAN como la Unión Europea, nos han involucrado directamente en un conflicto que nos queda bien lejos y que además no nos incumbe geopolíticamente. Evidentemente, los seres humanos no podemos permanecer impasibles ante cualquier conflicto armado: ya sea Afganistán, Irak, Libia, Siria, Ucrania o donde quiera que sea. Desde Canarias desprendemos un sinfín de solidaridad, compasión y humanismo, que no quepa duda alguna. Y esto, probablemente sea una de las características más bellas y loables de nuestra idiosincrasia canaria.

Como decía Carl Von Clausewitz, militar prusiano, historiador y teórico de la ciencia militar moderna: “La guerra es la continuación de la política por otros medios”. Hablar simple y llanamente de guerra y paz no resulta tan sencillo como leer la novela del escritor ruso León Tolstói. Y menos cuando se trata del horror, la muerte, las atrocidades y el sufrimiento humano que cualquier guerra inflige y por ambas partes beligerantes. Llevamos algo más de un año ya con la guerra de Ucrania bajo el foco mediático. Y merece su atención, pero no olvide que existen muchos intereses (tanto geopolíticos como económicos) por medio y, lamentablemente, es la población civil la que sufre la peor parte. De hecho, como bien reflejan las resoluciones de la ONU: en todas las guerras el 90% de las muertes son civiles, ya sea por artillería, misiles o ataques aéreos. «El horror, el horror…», cómo nos relataba la descarnada realidad de la guerra el personaje ficticio, el Coronel Kurtz, interpretado por Marlon Brandon en “Apocalypse Now” (1979). Y a través de las sabias palabras del filósofo griego Platón, nos podemos hacer a la idea de que: «Solo los muertos han visto el final de la guerra».

Quisiera hacer un breve inciso para denunciar la doble moral de Occidente ante la guerra de Ucrania mientras lleva ocho años mirando hacia otro lado referente a la guerra de Yemen (de la que nadie quiere hablar, ya sea por desinterés o hipocresía) y con una estimación de la ONU de 377,000 muertos a causa de una intensa campaña ataques aéreos liderada por Arabia Saudí y su coalición desde 2015. La OTAN y la UE han hecho la vista gorda incluso ante las atrocidades y escalofriantes bombardeos aéreos a más de 130 clínicas y hospitales como objetivos principales donde incluso trabajaban Médicos Sin Fronteras (MSF). Si esto no es hipocresía occidental, ya me dirá usted lo que es. Como pensador crítico y contrahegemónico, no me tiembla el pulso a la hora de denunciar esta doble moral por parte de las potencias occidentales. ¿Dónde están las sanciones de la Unión Europea contra Arabia Saudí y demás países de Oriente Medio y el Golfo Pérsico que forman parte de esta coalición liderada por los saudíes? No hay sanciones porque Arabia Saudí, a pesar de ser el mayor patrocinador del yihadismo global a base de petrodólar, también es un gran aliado de Estados Unidos por intereses económicos y el oro negro. La controversia de esta compleja relación parte de la doble moral de Occidente. Priman los intereses económicos sobre los derechos humanos y la paz mundial. Así, sin más. Personalmente, me resulta nauseabundo además de una aberración en toda regla. Y me pregunto: ¿Acaso vale más la vida de un niño ucraniano que la de un niño yemení? Tómense su tiempo para reflexionarlo.

Volviendo al estatus de Canarias, tanto Estados Unidos como su escudo y punta de lanza que es la OTAN, además de sus vasallos de la Unión Europea, nos han arrastrado a una posición muy comprometida y arriesgada de la cual Canarias debería desmarcarse políticamente y económicamente de las sanciones a Rusia impuestas por el Alto Representante de Asuntos Exteriores de la Unión Europea, el señor Josep Borrell. A pesar de ostentar un puesto diplomático, parece ser que el señor Borrell más bien ejerce funciones propias de un Ministro de Guerra. Como sociedad, debemos entender que Canarias tiene una economía muy frágil y vulnerable además de ser interdependiente del monocultivo turístico. Por lo demás, hay que reconocer que vivimos prácticamente subvencionados como región ultraperiférica de la Unión Europea. Debemos de ser conscientes y consecuentes con la reciprocidad de las sanciones, porque nos afectan y nos empobrecen. Y sean conscientes de que una escalada del conflicto en Ucrania por parte de la OTAN podría tener consecuencias absolutamente devastadoras para la economía y la sociedad en Canarias. Por tanto, estamos en una posición desfavorable y le puedo asegurar con toda garantía que las consecuencias serán terriblemente adversas. Canarias no dispone de una economía robusta y consolidada a diferencia de Alemania, Francia o los países escandinavos como para poder encajar otra embestida del efecto boomerang de las sanciones a Rusia y los efectos de una escalada del conflicto. Como sociedad canaria saldríamos muy mal parados económicamente, mientras otras potencias occidentales como buitres ya se están lucrando de este conflicto, entre ellos, el complejo industrial-militar de Estados Unidos y también el sector armamentístico de algunos países europeos (de ahí el business de los tanques Leopard alemanes). La cuestión es que a EEUU y a la OTAN les conviene escalar y alargar el conflicto porque «War is business». En esta guerra proxy la OTAN pone las armas y los ucranianos ponen los muertos. Y me atrevo a decir que a Estados Unidos y a la OTAN les importa lo más mínimo sacrificar hasta el último ucraniano.

Mientras tanto, la sociedad canaria subyugada y castigada a base de impuestos (al igual que otras europeas) para sostener una guerra que no nos incumbe en absoluto. Y ahora les explico ¿Por qué? Para que les quede claro a más de uno/a: Ucrania y Rusia han sido naciones hermanas durante más de 300 años – comparten historia, cultura, ambas son eslavas, hasta comparten el ruso como idioma. Este conflicto debe ser resuelto única y exclusivamente mediante el diálogo conducente a la pacificación, declaración de un alto el fuego, abrir la vía diplomática para entablar negociaciones entre ambas naciones hermanas que deben resolver una cuestión territorial de orden post-soviético y el repliegue de la OTAN como requisito indispensable porque la Alianza Atlántica representa la agenda oculta de Estados Unidos en materia de política exterior y su ambición imperialista (EEUU ya cuenta con algo más de 1,000 bases militares por todo el mundo – para entender esta geopolítica recomiendo leer a David Harvey y su obra ‘El Nuevo Imperialismo’). Estas dos naciones hermanas históricamente desde tiempos inmemoriales desde Alexander Nevsky, príncipe de Kiev y príncipe de Nóvgorod, una de las regiones que dieron forma al actual estado Ruso. La hermandad de estas dos naciones es incuestionable desde mi perspectiva histórica y cultural, pero lo cierto es que la fractura social y la herida profunda en la relación tardará generaciones en sanarse.

Canarias como espacio neutral y por la paz podría incluso ser una plataforma para una resolución al conflicto por la vía diplomática. Canarias está dejando pasar una oportunidad de oro pudiendo ofrecerse como espacio neutral para la alta diplomacia en Relaciones Internacionales, jugando un papel fundamental e histórico equiparable a la gestación de los Acuerdos de Oslo de 1993. Si el Gobierno de Canarias tuviese el valor y el coraje de marcar distancias con las sanciones y marcar perfil propio con altura de miras, podría poner a Canarias en el mapa de las Relaciones Internacionales y de la alta diplomacia. Canarias debería desmarcarse por la Paz (en mayúscula). Pero me temo que aquí son muy cortitos de miras y los gobiernos de turno no aspiran a mucho más. Nuestros políticos son y seguirán siendo intelectualmente pobres. Tampoco hay voluntad política y eso es lo que hay que cambiar si Canarias quiere avanzar y obtener mayor relevancia.

Empecemos por abrir el paso a los buques rusos en aguas Canarias como símbolo de neutralidad y a la vez recuperar económicamente las pérdidas en el sector portuario de decenas de buques rusos que atracaban en el Puerto de Las Palmas. Hasta en eso el Gobierno de Canarias intervino aplicando unas sanciones europeas que perjudicaban directamente a nuestra economía. Todos los buques rusos y su dinero fueron de buen recibo en el sector portuario en el Reino de Marruecos. Sencillamente, estamos en manos de idiotas. Canarias debe de anteponer nuestros intereses económicos por encima de cualquier sanción europea contra Rusia que vaya en detrimento de nuestros ingresos y capital extranjero. Fíjense qué poco pragmáticos hemos sido en esta cuestión, que nosotros mismos nos hemos autoinfligido un daño a nuestro sector portuario. Ya me dirán ustedes cómo recuperamos a la flota rusa de Marruecos. Estamos hablando tranquilamente en torno a unos 45 o 50 buques rusos al año según datos de la Autoridad Portuaria.

Insisto, Canarias como espacio neutral y por la Paz también por un mínimo de consideración a la comunidad rusa que reside en las islas. Para que sean ustedes conscientes, actualmente, hay aproximadamente unas 4.687 personas de nacionalidad rusa viven en Canarias, mientras que el número de ucranianos es de 1.378, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Permítanme decir que me parece absolutamente injusto e inicuo que la comunidad rusa se tenga que ocultar, andar cabizbaja y hacer todo lo posible por pasar desapercibido en nuestra sociedad debido a la coyuntura actual. Canarias es referente de tolerancia, diversidad, convivencia y libertad. Por tanto, la comunidad rusa residente en Canarias debe ser considerada como una canario más y sin distinción alguna. Lo mismo es aplicable a la comunidad ucraniana. No obstante, quisiera recordarle a más de uno que la rusofobia también constituye un delito de odio dentro de nuestro marco jurídico. Tenemos el deber y la obligación como sociedad de combatir la rusofobia grotesca.

No estoy proponiendo nada extraordinario: en plena Guerra Fría, la República Federal de Alemania se desmarcó de la política exterior de Estados Unidos para tender puentes diplomáticos y comerciales con la Unión Soviética. Cosa que causó un gran malestar en la política de Estados Unidos. Pero los alemanes tuvieron la perspicacia política de distanciarse y marcar perfil propio (diplomático) a sabiendas de que les beneficiaba mucho más mantener una buena relación bilateral con la URSS y relaciones comerciales. Esto mismo es lo que propongo yo al Gobierno de Canarias y al conjunto de la sociedad canaria. Desde Canarias, debemos velar por nuestros intereses económicos y relaciones amistosas y de cooperación internacional y desarrollo. Las sanciones a Rusia sólo nos van a golpear una y otra vez. No nos conviene en absoluto. Reivindico unas Islas Canarias abiertas al diálogo, a la neutralidad, a la pacificación y la normalización. Honestamente, tenemos muchísimo más que ganar restableciendo unas buenas relaciones bilaterales con la Federación Rusa y profundizar en las relaciones comerciales. Debemos de ser pragmáticos políticamente y tender puentes conducentes hacia la paz, no a la guerra.

Aprendamos históricamente de la valentía de la República Federal Alemana durante la Guerra Fría de establecer relaciones con la URSS como referente para desmarcarnos de la posición común de sanciones a Rusia y la política belicista de Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea, con el fin de crear ese espacio de neutralidad y por la paz que debería ser Canarias. Dejemos claro que Canarias no busca enemigos ni adversarios y retomemos el diálogo con la Federación Rusa de forma constructiva para poder avanzar. Como sociedad canaria, marquemos perfil propio apostando por la vía del diálogo y la diplomacia cómo esperanza a la resolución del conflicto en Ucrania. Hoy como ayer, digamos no a la OTAN y no a la guerra.

Fuente: https://www.naiz.eus/es/iritzia/articulos/canarias-espacio-neutral-y-por-la-paz