[Desde Nueva York]
“No hay que ser tan radical para rechazar ambas propuestas políticas, tanto las de demócratas, como las de los republicanos, solo hay que tener un mínimo de conciencia histórica para colocarse al margen de ambas. Únicamente los diferencian leves o ligeras diferencias tácticas, pero jamás estratégicas”.
He leído con cierto asombro que un conjunto de personalidades dominicanas del ámbito académico, político y social, están llamando la atención sobre el fascismo y nazismo de Donald Trump. Nada nuevo han señalado, pues el chauvinismo o nacionalismo y conservadurismo de Trump y todos los miembros del republicanismo no he ni ha sido sorpresa.
Ahora bien me preocupa que gente de ciertas condiciones morales y políticas ha firmado este manifiesto, pero nada han dicho o cuestionado de los demócratas, Kamala Harris, Joe Biden y de antiguos presidentes como Barack Obama o Bill Clinton, quienes tienen manchadas sus manos y memorias de sangres y atrocidades en muchos países del mundo.
Actualmente los demócratas tienen la responsabilidad compartida del genocidio en Gaza y toda Palestina donde han sido asesinados niños, niñas, mujeres ancianos.Entonces, pregunto: ¿Por qué los firmantes del manifiesto no rechazan la política histórica y criminal de los demócratas?
En cambio, llaman a votar por el Partido Demócrata, los verdes o Socialismo y Liberación que lleva como candidata a la dominicana Claudia de la Cruz. Con esta actitud política de media tinta e irresponsabilidad se parcializan con el otro sector de derecha que representan los demócratas, estos solo se diferencian de los republicanos en pocos matices.
Es penoso ver como estás personalidades se dejan manejar conscientemente a favor de Kamala Harris en contra del maniático Donald Trump. Le reprochan la política de inmigración que aplicará Trump, y no lo dudamos; creo que deben señalar las pasadas y actuales políticas en ese orden de los demócratas, por ejemplo Obama deportó más inmigrantes extranjeros que los que deportó Bush hijo en su administración. Recuérdese la gran crisis financiera del 2008 de la cual solo se salvaron los grandes inversionistas bajo la administración de Obama.
Da mucha pena ver como estas personalidades (algunas con supuesto pensamiento de izquierda) parcializarse con Kamala Harris; al parecer es el mal menor para el pueblo estadounidense y los habitantes de los países bajo la órbita de Estados Unidos. Por ejemplo, cómo es posible que estos hagan causa común con Adriano Espaillat, implementador de la política de cielo abierto entre USA y República Dominicana o el proyecto de ley (HR-2018), el que en nada favorece al pueblo dominicano; entiéndase que no estamos coincidiendo con los señalamientos que se le han hecho a estas políticas del congresista de origen dominicano, porque entendemos que estos son tan dañinos como los globalistas, nos referimos a los nacionalistas pro-Trump.
Es triste también ver a las personalidades envueltas en las hipócritas políticas del liberalismo político dominado por Georges Soros y su falsa política de la diversidad, del etnicismo trunco, de la manipulación sexual en beneficios de sus macabras políticas tanto nacionales como internacionales.Al interior de USA explotan esas tendencias político-culturales, supuestamente en contra de las políticas ultra conservadoras y religiosas.
En conclusión quien se diga progresista o de izquierda, tiene que ser conherente con lo que teorizan. Y no ubicarse en ninguno de los dos sectores conservadores y reaccionarios que representan demócratas y republicanos, nombres sonoros, pero de composición y sustancias muy amargas y reaccionarias. Debemos tener una posición distante y diferente a ambos sectores; una política revolucionaria.
En consecuencia los demás grupos como los Verdes y Socialismo y liberación no tienen ninguna trascendencia en lo interno y externo a los Estados Unidos. Votar por Kamala Harris o Donald Trump no garantiza nada progresista, mucho menos nuevo en el sentido político de cambios estructurales, como tampoco reformas o bienestar social para los trabajadores, clase media baja o para los jubilados, quienes en un gran porcentaje tienen que seguir trabajando a medio tiempo o tiempo completo para poder subsistir.
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