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Trump en la era del policentrismo

Fuentes: La Tecla Eñe

La realidad internacional que enfrentará Trump a partir del 20 de enero del 2025 es absolutamente diferente al contexto de 2017, debido, en parte, a la evolución sistémica del capitalismo y al contexto internacional en que se desarrollará el nuevo período.

Antes de iniciar algún intento de esbozo sobre posibles hipótesis respecto de las tendencias políticas que podrían predominar en el futuro gobierno republicano, es imprescindible tener presente algunos aspectos como, por ejemplo, los antecedentes históricos del país del norte, las condiciones globales y la gestión de la primera presidencia del empresario y la evolución sistémica del capitalismo y el contexto internacional en que se desarrollará el nuevo período.

Contexto internacional

En 2016, cuando Trump gana por primera vez el derecho a instalarse en la Casa Blanca, el mundo era otro. China ya estaba instalada como la segunda economía mundial pero todavía no tenía la influencia de hoy en el contexto global. Los BRICS no se habían ampliado y no faltaba quienes lo daban por muerto, el bloque hegemónico anglosajón gozaba de cierto prestigio y predominio tecnológico, así como del éxito absoluto de su aparato de propaganda. Rusia ya se había plantado ante EE.UU. y Reino Unido y sus creaciones (Al Qaeda, ISIS, etc.) en Siria, pero todavía no estaba en condiciones de poner freno al avance de la OTAN en las puertas de su casa. También muchos países africanos continuaban sometidos a las fuerzas coloniales.

Luego, en pleno mandato, el supuesto antibelicista ordenó el asesinato del Gral. Qasem Soleimani, aprobó el envío de misiles “Javelin” a Ucrania, retiró a EE.UU. del acuerdo INF (Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio) que regulaba la fabricación de misiles y armas nucleares; apoyó el cruento golpe de Estado en Bolivia, estimuló el intento de invasión a Venezuela en 2019 y recrudeció el brutal bloqueo a Cuba. La pandemia, creada o no, fue usufructuada por los principales capitales para acelerar el proceso de concentración de la riqueza, y Black Rock ya en 2019 asesoraba a su gobierno.

Hoy el escenario es otro. En lo fundamental, la anglo esfera no pudo detener el resurgimiento de Rusia, China, India, Irán y otros países emergentes. En África se produjeron cuatro revoluciones anticoloniales, en América del Norte el gobierno mexicano tiene una gestión exitosa defendiendo los intereses populares, en Colombia, después de 200 años, llegó al gobierno un presidente de izquierda, en Bolivia se revirtió el salvaje golpe de Estado en solo 11 meses, Lula volvió al gobierno en Brasil después de estar en la cárcel.

Todos estos cambios se expresan en el fortalecimiento de instituciones internacionales representativas de los países emergentes: Foro Económico del Asia Pacifico (APEC), Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), un Cinturón y una Ruta (Nueva Ruta de la Seda), Unión Africana, CELAC y CELAC+China, etc. Pero, fundamentalmente el cambio cualitativo es expresado por el enorme crecimiento y presencia de los BRICS, que pasaron de cinco a nueve integrantes en Johannesburgo en 2023 y después de Kazán pasarán a ser veintidós, con una larga lista de postulantes para su incorporación. La influencia de esta asociación se vio reflejada en la última cumbre del G20 en Río de Janeiro donde los miembros del G7 no pudieron imponer una declaración a favor de Ucrania, siendo que el documento final, firmado por todos los asistentes, deja claro que la lucha es contra la pobreza, la miseria y la desigualdad.

Como telón de fondo del escenario actual, crece un proceso acelerado de desdolarización y fracaso de la globalización financiera.

Es decir que la realidad internacional a la cual se tendrá que enfrentar Trump a partir del 20 de enero del 2025 es absolutamente diferente al contexto de 2017, lo que implica que cualquier traslación mecánica carece de sustento.

Asimismo, esta transformación del escenario global fue acompañada por un deterioro y declive de las potencias occidentales que en lugar de acoplarse al desarrollo propuesto por las potencias emergentes y reemergentes sigue apostatando a la confrontación; sanciones, caos y guerra, lo cual genera un fenómeno de bumerang para ellas mismas.

Evolución del sistema capitalista

Por razones de espacio no profundizaremos ciertos aspectos. El sistema muta a fines de la década del 60 del siglo pasado, y pasa de ostentar el liderazgo productivo y tecnológico a la acumulación rentística vía deslocalización de las transnacionales al continente asiático, el cual después de treinta años se convirtió en el nuevo polo de desarrollo mundial. El gran error de Occidente fue subestimar a China.

Hoy los países centrales de Occidente han perdido la preeminencia en el control del comercio y la supremacía en los mercados. Están en un proceso irreversible de declive en el manejo de las tecnologías de punta y como ya se está observando también en el terreno militar.

La crisis de fondo que enfrenta Occidente está relacionada con su propia dinámica y la resistencia de los pueblos. Desde hace varias décadas ha abandonado la acumulación a través de la producción de bienes materiales para trasladarla al terreno de la especulación financiera, una versión actualizada del sistema “Ponzi”, y ahora se encuentra con que las potencias emergentes han ocupado ese espacio superándolo en inscripción de patentes y en estándares de fabricación. Además, sufre frecuentes estallidos de burbujas financieras y deudas escandalosas. Sumado a lo anterior, los países emergentes avanzan en intercambios comerciales por fuera del dólar, debilitando uno de los dos pilares del poder estadounidense.

Occidente ya no es más la civilización hegemónica de la humanidad, ahora deberá compartir el diseño del nuevo mundo con las otras siete formas de interpretar la existencia.

EE.UU., dos proyectos en pugna

En un país donde desde sus orígenes los padres fundadores estuvieron más preocupados por dar garantías al derecho de propiedad y a las libertades individuales (de los poderosos) que por la democracia y la desigualdad social, se desarrolla desde hace por lo menos tres décadas una disputa estratégica. Por un lado, los denominados globalistas que intentan el dominio mundial a través del control financiero y militar avasallando los estados nacionales, incluyendo el estadounidense y el británico. Por otro lado, los soberanistas-americanistas-proteccionistas que intentan recuperar el prestigio y liderazgo que supo tener el país del norte. Este conflicto amenazó en varias oportunidades con salirse de control, por ejemplo en la voladura de las Torres Gemelas o en la toma del Capitolio en 2021. Solo los une el sometimiento a América Latina y el Caribe e ir contra la República Popular de China, el enemigo existencial, según documentos oficiales de EE.UU. y el Reino Unido.

Es un conflicto estructural. Del lado trumpista están todos los sectores damnificados por las políticas globalistas de deslocalización industrial y los millones que quedaron en la banquina producto de la agudización de la desigualdad y la concentración neoliberal, esa es la base del triunfo electoral del 5 de noviembre pasado.

El gabinete propuesto

El futuro gabinete no anuncia un aterrizaje suave del imperio. Desde el ultra antilatinoamericanista y guerrerista de Marco Rubio en el Departamento de Estado, hasta Pete Hegsth al frente del Pentágono, pasando por Mehmet Oz como titular de la cartera de salud, principal asesor de Trump en pandemia, y Michael Waltz como asesor de seguridad nacional, hasta Tulsi Gallard como jefa de todas las agencias de inteligencia. Ya el Poder Profundo le bajó al candidato Matt Gaetz como fiscal general. En general, parece un gabinete híbrido donde predominan los sectores más identificados con las políticas prometidas por Trump, como Thomas Homan en migraciones, con otros más moderados. Se destaca Elon Musk como bastonero principal. A casi todos los une una férrea solidaridad con el gobierno genocida israelí. Todo bajo el asesoramiento  económico-financiero de Black Rock.

Un aspecto importante es estar prevenido en cuanto a que la división no se da entre demócratas y republicanos ni siquiera entre factores de poder, ya que las divisiones operan dentro de cada organización. Es en realidad, una fractura combinada y transversal.

Posibles escenarios

1. A partir del 20 de enero Trump decide enfrentar al Poder Profundo (Fondos de Inversión, calificadoras de riesgos, lobby sionista, farmacéutico, parte del complejo militar, gran parte de las empresas informáticas, Hollywood, etc.), con el riesgo que eso conlleve, inclusive a poner en riesgo su propia integridad.

2. En el Poder Profundo se decide continuar la política globalista y le imponen a Trump su agenda. En este caso, estaremos en presencia de un Trump travestido donde hará declaraciones estridentes, pero no podrá desarrollar sus ideas. Algunos observadores como Alastair Crooke, estiman que la autorización del uso de los misiles ATACMS a Ucrania no fue tanto contra Rusia sino para marcarle los límites a Trump.

3. Un gran acuerdo entre globalistas y americanistas (probable) donde Trump, con la bendición del Poder Profundo, buscará destrabar el conflicto en Ucrania, continuará apoyando a Israel, más allá de Netanyahu, avanzará con la política migratoria y de aranceles, y moverá las piezas para lograr las condiciones adecuadas en función de desatar el conflicto alrededor de Taiwán, en el momento preciso.

Lo expuesto son solo hipótesis en un escenario de enorme incertidumbre y volatilidad, con el riesgo de que las provocaciones a Rusia deriven en la tan temida guerra y posterior invierno nuclear. Occidente está entre negociar o apostar a la guerra, por ahora ha elegido la segunda opción. Lo que queda claro, y ahí radica el peligro, es que se le acaba el tiempo. Solo si los pueblos despiertan ante el peligro que corremos y trabajamos coordinadamente junto a los gobiernos racionales, se los podrá parar.

Las élites dominantes de EE.UU., el Reino Unido, sus lacayos europeos y la OTAN, se han convertido en los mayores terroristas que asolan el planeta con la idea fija de provocar un maltusianismo social que reduzca drásticamente la población mundial.

Fuente: https://lateclaenerevista.com/trump-en-la-era-del-policentrismo-por-ruben-dario-guzzetti/