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Hambruna en Gaza: ¿continuaremos mirando mientras Gaza muere de hambre?

Fuentes: Rebelión

Traducido del inglés para Rebelión por Jesica Safa

La situación actual en Gaza pone claramente de manifiesto el excepcionalismo israelí. Israel está empleando el hambre de dos millones de palestinos y palestinas como táctica para obtener concesiones políticas de los grupos palestinos que operan en la bloqueada y devastada Franja de Gaza.

El 23 de abril la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) describió la actual situación humanitaria en Gaza como «la peor que se haya visto a lo largo de toda la guerra». A pesar de la gravedad de estos pronunciamientos, a menudo parece que se tratan como noticias rutinarias que suscitan pocas acciones concretas o debates sustanciosos.

Las violaciones por parte de Israel del derecho internacional y humanitario en relación a la ocupación de Palestina son hechos bien establecidos. Está surgiendo una nueva dimensión del excepcionalismo que se refleja en la capacidad que tiene Israel para matar deliberadamente de hambre a toda una población durante un período prolongado, un planteamiento que incluso tiene algunos defensores.

La población de Gaza sigue padeciendo enormemente, ha perdido aproximadamente el 10% de su población total debido a muertes, desapariciones y lesiones. Está confinada en una zona pequeña y devastada en gran parte de unos 365 kilómetros cuadrados, donde se expone a la muerte por enfermedades tratables y donde carece de acceso a servicios esenciales, ni siquiera agua potable.

A pesar de estas condiciones, Israel continúa operando con impunidad en lo que parece ser un experimento brutal y prolongado, mientras gran parte del mundo observa con variados grados de ira, impotencia o con un desdén total.

La cuestión del papel de la comunidad internacional sigue siendo fundamental. Si bien un aspecto de ello es hacer cumplir el derecho internacional, otro es ejercer la presión necesaria para permitir que una población que se enfrenta al hambre tenga acceso a necesidades básicas como alimentos y agua. Incluso estas necesidades fundamentales parecen ahora inalcanzables para el pueblo de Gaza después de décadas de expectativas mermadas.

Durante las audiencias públicas celebradas en La Haya a partir del 28 de abril representantes de muchas naciones apelaron a la Corte Internacional de Justicia para que utilice de su autoridad como máximo tribunal y ordene a Israel poner fin a la hambruna que padece la población palestina.

Israel «no puede castigar colectivamente al protegido pueblo palestino», dijo el representante de Sudáfrica, Jaymion Hendricks. El enviado saudí, Mohammed Saud Alnasser, agregó que Israel había transformado la Franja de Gaza en un «montón inhabitable de escombros, mientras mata a miles de personas inocentes y vulnerables».

Los representantes de China, Egipto, Argelia, Sudáfrica y otras naciones se hicieron eco de estas opiniones, y coincidieron con la valoración de Philippe Lazzarini, jefe del UNRWA, quien declaró el pasado mes de marzo que Israel está empleando una estrategia de «utilizar la ayuda humanitaria como arma».

Sin embargo, no hay que recurrir a ninguna prueba externa para demostrar que Israel utiliza deliberadamente el alimento como arma, lo afirmó el propio Israel. El entonces ministro de defensa israelí Yoav Gallant anunció públicamente un «asedio total” en Gaza el 9 de octubre de 2023, solo dos días después del inicio de esta guerra genocida. La declaración de Gallant («Estamos imponiendo un asedio completo a Gaza. No hay electricidad, ni comida, ni agua, ni combustible, todo está cerrado. Estamos luchando contra los animales humanos y actuamos en consecuencia») no fue un arrebato impulsivo, sino una política arraigada en una retórica deshumanizadora y que se aplica con extrema violencia.

Este «actuar en consecuencia» fue más allá del cierre de los cruces fronterizos y la obstrucción de las entregas de ayuda. Incluso cuando se permitía la ayuda, las fuerzas israelíes atacaban a civiles desesperados, incluidos niños, que acudían a recibir suministros, y los bombardeaban junto con los camiones de ayuda. El 29 de febrero de 2024 ocurrió un incidente particularmente devastador en la ciudad de Gaza, donde los informes indicaron que el ataque israelí había matado a 112 personas palestinas y herido a otras 750.

Este acontecimiento fue el primero de lo que se conoció como las «masacres de la harina». Posteriormente se produjeron incidentes similares y, entre esos acontecimientos, Israel siguió bombardeando panaderías, instalaciones de almacenamiento de ayuda y a personas voluntarias para distribuir la ayuda. La intención era matar de hambre a los palestinos y palestinas hasta un punto que permitiera la negociación coercitiva y que pudiera llevar a la depuración étnica de la población.

El 1 de abril ocurrió un incidente cuando un avión militar israelí no tripulado atacó a un convoy de World Central Kitchen (Cocina Central del Mundo) que provocó la muerte de seis trabajadores humanitarios internacionales y su conductor palestino. Este acontecimiento provocó la salida de Gaza del resto de los trabajadores internacionales que brindaban ayuda humanitaria.

Unos meses más tarde, a partir de octubre de 2024, se sometió al norte de Gaza a un estricto asedio con el objetivo de forzar a la población a desplazarse hacia el sur, potencialmente hacia el desierto del Sinaí. A pesar de los esfuerzos y del hambre que se produjo, no se quebró la voluntad de la población de Gaza. Bien al contrario, se informó de que cientos de miles de personas comenzaron a regresar a sus hogares y pueblos destruidos en el norte.

El 18 de marzo, cuando Israel incumplió un acuerdo de alto el fuego que se había logrado luego de extensas negociaciones, recurrió una vez más al hambre como arma. La vuelta de Israel a la guerra y a la política de hambruna apenas tuvo consecuencias ni suscitó una enérgica condena por parte de los gobiernos occidentales.

El «uso de la hambruna de la población civil como método de guerra» está tipificado como crimen de guerra en virtud del derecho internacional, enunciado explícitamente en el Estatuto de Roma. Sin embargo, la pertinencia de estos marcos jurídicos se pone en tela de juicio cuando quienes defienden y se consideran los guardianes de estas leyes no las defienden ni las hacen cumplir.

La inacción de la comunidad internacional durante este período de inmenso sufrimiento humano ha socavado considerablemente la pertinencia del derecho internacional. Las posibles consecuencias de esta falta de acción son graves y no se limitan al pueblo palestino, sino que afectan a toda la humanidad.

A pesar de ello, persiste la esperanza de que la compasión humana primordial, al margen de los marcos legales, obligue a proporcionar a Gaza suministros esenciales como harina, azúcar y agua. No ser capaces de garantizar esta ayuda básica pondrá profundamente en tela de juicio nuestra humanidad durante los próximos años.

Texto original: https://znetwork.org/znetarticle/famine-in-gaza-will-we-continue-to-watch-as-gaza-starves-to-death/

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.