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La lección más lúgubre de Gaza: ¿quiénes son los verdaderos aliados y enemigos de Palestina?

Fuentes: Voces del Mundo

El extraño, aunque predecible, espectáculo que rodeó la votación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU) sobre el proyecto de resolución 2803 no sólo fue revelador, sino que constituyó una devastadora exposición política. Esta resolución, que de hecho otorgó a la ocupación israelí cobertura legal para su presencia militar en Gaza, demostró una profunda traición institucional al pueblo palestino.

La resolución 2803 del CSNU debería haber sido objeto de una censura mundial abrumadora y de un veto rápido y basado en principios por parte de Rusia y China. Sin embargo, nada de eso se materializó. La explicación simplista —que Rusia y China temían ser culpadas de la reanudación del genocidio— es una cortina de humo deliberada.

La realidad es más cruda: el genocidio israelí en Gaza nunca se ha detenido, simplemente se ha transformado. Es fundamental señalar que la exigencia de la resolución, que condiciona la supuesta «retirada gradual» de Israel al desarme completo de la resistencia palestina, es una escalofriante invitación al inevitable retorno a gran escala del exterminio masivo a la Franja, que se halla ya completamente destruida.

El verdadero facilitador de esta tragedia política fue la capitulación diplomática encubierta de las potencias regionales. La falta de veto y la ausencia de una oposición árabe formidable fueron premeditadas y se consolidaron cuando los principales Estados árabes y musulmanes emitieron una declaración conjunta, el 14 de noviembre de 2025, en la que pedían apoyo al plan de Trump para Gaza y a la posterior resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Este respaldo al plan estadounidense, redactado fundamentalmente en colaboración con Washington y la entidad colonial de Tel Aviv, que tiene como objetivo dividir Gaza y separarla irrevocablemente de Cisjordania, plantea una pregunta central y angustiosa: ¿de qué lado luchan estos regímenes árabes?

Más allá de recitar tópicos vacíos sobre el fin del genocidio, la oficialidad árabe colectiva hizo poco para exigir responsabilidades a la ocupación israelí o ejercer una presión sustantiva sobre sus benefactores occidentales. Sus acciones, a menudo llevadas a cabo en la sombra, revelaron una profunda alineación con la agenda imperial:

Demanda privada de aniquilación

Según el periodista de investigación y autor de War, Bob Woodward, en sus entrevistas con figuras clave de la administración, varios países árabes prominentes trasladaron en privado al ex secretario de Estado estadounidense Antony Blinken su ferviente deseo de que la ocupación israelí destruyera a Hamás.

Este escalofriante sentimiento privado, totalmente contradictorio con su postura pública, confirmó un objetivo estratégico compartido con la ocupación: la erradicación total de la resistencia armada palestina.

Socavar el bloqueo económico del Mar Rojo

Algunos Estados árabes participaron activamente en el establecimiento de corredores comerciales terrestres que sirvieron como rutas alternativas vitales para la economía israelí.

Esta acción fue una maniobra directa y calculada para socavar el bloqueo del Mar Rojo, moral y estratégicamente eficaz, impuesto por Ansarullah en Yemen al transporte marítimo israelí, anulando así la potente presión económica ejercida por el grupo.

Propaganda antipalestina patrocinada por el Estado

Ciertos conglomerados mediáticos árabes, en particular los que reciben una importante financiación de las monarquías del Golfo, libraron una cruel guerra propagandística.

Esta campaña se diseñó para difundir narrativas antipalestinas, justificar las atrocidades de la ocupación, vilipendiar a los líderes de la Resistencia y marginar deliberadamente la causa palestina de la conciencia panárabe.

Colaboración con las fuerzas de ocupación para impedir la ayuda humanitaria

Aparecieron informes creíbles que sugerían que determinados elementos dentro de ciertos países árabes proporcionaron apoyo o ayuda logística a grupos criminales armados que operaban en Gaza.

Estos grupos estuvieron implicados en la colaboración con las fuerzas israelíes para sabotear la distribución de la ayuda, atacando específicamente la infraestructura de la Resistencia y, lo que es más cruel, matando a los desesperados palestinos que intentaban acceder a la ayuda humanitaria.

Parálisis estratégica y narrativa

Los Estados árabes demostraron su total incapacidad para forjar una estrategia cohesionada y contundente con la que contrarrestar el genocidio israelí. Su incapacidad para presentar un discurso unificado, poderoso e implacable en la escena internacional permitió que el discurso occidental-israelí de «autodefensa» dominara de forma abrumadora, dejando al descubierto una profunda parálisis política y moral.

Represión de la solidaridad pública

La hipocresía quedó al descubierto cuando varios gobiernos árabes tomaron medidas drásticas contra sus propios ciudadanos, impidiendo activamente que los activistas solidarios llegaran a las fronteras cercanas a Gaza.

Llegaron incluso a detener a algunos activistas destacados e impedir violentamente que otros celebraran manifestaciones masivas, lo que demostró que la «simpatía» oficial estaba subordinada a la preservación de las relaciones de seguridad con Occidente y la ocupación.

Indiferencia y distracción flagrante

Mientras se llevaba a cabo la destrucción genocida de Gaza, numerosas naciones árabes continuaron ostentosamente organizando eventos lujosos y de alto perfil, incluidos importantes festivales de música y torneos deportivos internacionales.

Este espectáculo deliberado de normalidad sirvió para minimizar las atrocidades, separar a las élites gobernantes de la tragedia y garantizar que el negocio de la distracción continuara sin cesar.

La centralidad de Palestina

Palestina ha sido históricamente el epicentro de la identidad colectiva árabe y la causa definitoria para las masas árabes. De hecho, la propia formación de la Liga Árabe y la Organización de Cooperación Islámica (OCI) fueron respuestas institucionales directas a las crecientes injusticias infligidas a los palestinos por el proyecto colonial y sionista.

Al exigir la solidaridad árabe, los palestinos no se apartaron de este mandato histórico, que comenzó mucho antes del establecimiento oficial de Israel sobre las ruinas de la Palestina ocupada. De hecho, a partir del 20 de abril de 1948, antes de la retirada oficial del Mandato Británico, voluntarios árabes —el Ejército de Liberación Árabe— comenzaron a llegar a Palestina para llenar el vacío dejado por los Estados formales, que en su mayoría se encontraban bajo control o hegemonía colonial en aquel momento.

Tras la Segunda Guerra Mundial y la relativa liberación de la mayoría de los Estados árabes, Palestina se convirtió en el imperativo central de todas las causas políticas árabes, y Egipto, en particular, dio un paso al frente para asumir esa responsabilidad generacional.

Pero en cada momento crítico, la traición acechaba perpetuamente en las sombras, donde se hacían promesas vacías sólo para ocultar conspiraciones e intrigas profundamente arraigadas. Con el tiempo, a Palestina se le fue cínicamente asignando una posición mucho menos urgente en las prioridades árabes. Sin embargo, los palestinos seguían albergando la esperanza de que la identidad colectiva que los unía a las masas árabes —una unidad de historia, religiones compartidas y experiencias comunes— acabaría prevaleciendo sobre los mezquinos beneficios personales de los regímenes gobernantes.

La claridad de la traición

Sin embargo, los últimos años han traído consigo un inevitable y brusco despertar. Mientras que algunos actores con principios en el Líbano y Yemen mostraron una genuina solidaridad árabe —a menudo a través de inmensos sacrificios—, la gran mayoría de la clase política árabe actuó como si no le preocupara en absoluto el genocidio en curso o, lo que es peor, se alineó parcial o abiertamente con los intereses de Israel y Estados Unidos.

Esa traición, por muy angustiosa que sea, resultará finalmente beneficiosa, ya que ha proporcionado la distinción devastadoramente clara que los palestinos y sus partidarios necesitaban desesperadamente para continuar la búsqueda de la justicia. En un momento en que países como Sudáfrica y Colombia, entre muchos otros, están tomando medidas legales y diplomáticas sustantivas para responsabilizar a la ocupación israelí y detener su genocidio, mientras que los países árabes sostienen activamente la economía israelí, los palestinos tienen ahora una oportunidad real de distinguir inequívocamente entre aliados genuinos y falsos hermanos.

Aunque esta devastadora constatación no alterará la identidad del pueblo palestino como parte de una autodefinición colectiva árabe más amplia, nada mitigará jamás el hecho de que los regímenes árabes vieron morir a los palestinos en masa y no hicieron nada para impedirlo.

Las profundas repercusiones de esta constatación histórica resonarán entre los palestinos durante generaciones. Servirá como testimonio histórico indeleble contra aquellos regímenes que optaron por mantener sus lucrativos vínculos con Washington y Tel Aviv a costa de la letal erradicación sistemática de una nación.

La lección trágica y definitiva es que los palestinos deben mirar hacia dentro y hacia adelante, sabiendo que su único apoyo verdadero y fiable proviene de la solidaridad del movimiento mundial por la libertad, y no de las corrompidas capitales de su región inmediata.

Ramzy Baroud es periodista y director de The Palestine Chronicle. Es autor de seis libros, el último publicado fue These Chains Will Be Broken: Palestinian Stories of Struggle and Defiance in Israeli Prisons (Clarity Press, Atlanta). Su próximo libro, Before the Flood, será publicado porSeven Stories PressEl Dr. Baroud es investigador principal no residente en el Centro para el Islam y los Asuntos Mundiales (CIGA) de la Universidad Zaim de Estambul (IZU). Su sitio web es www.ramzybaroud.net.

Texto en inglés: The Palestine Chronicle, traducido por Sinfo Fernández.

Fuente: https://vocesdelmundoes.com/2025/11/27/la-leccion-mas-lugubre-de-gaza-quienes-son-los-verdaderos-aliados-y-enemigos-de-palestina/