La XXIII Edición de la Copa Mundial de la FIFA ya está próxima a celebrarse en México, Estados Unidos y Canadá, y lo que se supone que debe ser una fiesta mundial, cordial e incluyente se ha visto gravemente amenazada por las políticas migratorias del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Recordemos que el proceso de selección de la sede para la edición del 2026 debía empezar en el 2015, se pospuso hasta el 2017 por un caso de corrupción que envolvía a la FIFA. El departamento de Justicia de Estados Unidos señaló sobornos y lavado de dinero a varios funcionarios de la Federación Internacional del Fútbol Asociados. Solo Marruecos y la solicitud de CONCACAF con los tres países de Norteamérica eran las propuestas que se oficializaron en agosto del 2017. El 13 de junio del 2018 se dieron a conocer los resultados de las elecciones, siendo ganadora la candidatura de Norte América con 134 votos mientras Marruecos obtuvo 65. En la votación no participaron las federaciones candidatas, territorios anexos a otros países y Ghana, que también tenía crisis de corrupción en su federación deportiva. Desde ese entonces, los países ganadores empezaron a hacer ajustes para recibir el certamen. Los cuales tendrán muchos efectos sociales, como la realización de megaproyectos, gentrificación y especulación inmobiliaria.
El mandatario de Estados Unidos ha tomado medidas arbitrarias en contra de los latinos radicados y los inmigrantes en su país. Lo cual se contradice con las obligaciones morales de un anfitrión que se supone debe recibir al mundo y promover la igualdad. Es así, que el 17 de noviembre del presente año, en conferencia de prensa, Donald Trump anunció una medida para priorizar las Visas a quienes tengan boleto en Estados Unidos y puedan asistir sin problemas. Pues el mundo se volcará sobre este país por ser el que más sedes tiene. Siendo estas: Seattle, San Francisco, Los Ángeles, Kansas City, Dallas, Houston, Atlanta, Miami, Filadelfia, Nueva York y Boston. Lo que contrasta con solo tres ciudades en México y dos en Canadá. Y como se expresa en periodico El Colombiano, estas medidas aplican un veto a personas originarias de 12 países, lo que incluye a Irán y Haití que ya han calificado al evento y después del sorteo del pasado 5 de diciembre se confirmó que jugarán en Estados Unidos. Haití lo hará en Boston, Filadelfia y Atlanta, en el grupo C; por su parte Irán jugará en Los Ángeles y Seattle en el grupo G.
Trump tiene una relación extraña con el deporte profesional. Él rompió la tradición de lanzar la primera bola en juegos de MLB durante su primer mandato y se vio apático en ese periodo. Pero al volver a la Casa Blanca se le ha visto promoviendo actividades y en eventos deportivos,entre los que destacan: el Super Bowl, las 500 Millas de Indianápolis y el 13 de julio de este año en la final del Mundial de Clubes. En este evento fue abucheado y se robó el protagonismo, al entregar las medallas de campeón, fue acusado en redes sociales de intentar robarse una medalla, además cuando entregó el premio del torneo junto a Gianni Infantino (el presidente de la FIFA), Trump se quedó en la celebración y foto del Chelsea cómo campeón, en los días subsecuentes desmintió el incidente con la medalla y bromeó con quedarse con el trofeo original del certamen.
Incluso si de verdad no hubiera sido una broma, no queda duda que abusó de la confianza y la amistad que sostiene con Gianni Infantino, quien tan bien se ha visto afectado por estos arrebatos del mandatario. Después de esta broma, parece que Trump consideró el cambio de sedes en Boston, Los Ángeles y Seattle si los gobernadores de estos lugares siguen de “insurrectos” por no apegarse a la política federal de seguridad. Decisión que también amenaza a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028.
La máxima fiesta del fútbol, en donde las naciones deberían convivir y donde no debe de haber distinciones, pero en los últimos años, el evento ha dejado de ser accesible y más para los países pobres. El espectáculo ha dejado de ser la prioridad y solo es una vendimia de mercancía, transmisiones y “experiencias oficiales”. Queda la duda sobre la legitimidad de la FIFA, quien otorgó los dos últimos mundiales en países en donde el deporte no es una prioridad y solo se mueven por intereses políticos y económicos. El propio Mundial de Clubes, celebrado en Estados Unidos por tener estadios super tecnológicos, escenarios donde la seguridad quedó a cargo de ICE y la Patrulla Fronteriza. Es por esto que es legítima la preocupación sobre la garantía de que un turista no sea víctima de una detención por parte de estos grupos. Como lo ha informado Marca, para el próximo Super Bowl en San Francisco está confirmada la presencia de ICE. Además de que los eventos masivos son una jugosa carnada para hacer redadas. Un ejemplo, fue una confrontación entre ICE y Los Dodgers. Debido a que el equipo no permitió el acceso a la agencia para el juego del 19 de junio de este año en contra de Los Padres de San Diego, un encuentro que convoca a mucha población latina, a lo que ICE comentó que la organización de béisbol descontextualizó la información y mintió.
Conforme a SPN, en el juego inaugural del Mundial de Clubes, el 14 de junio, la seguridad en los alrededores del estadio Hard Rock, en Miami, quedó a cargo de la Patrulla Fronteriza y hubo convocatorias a lo largo del torneo para que la gente llevara documentación que les acredite su estancia legal. El turista y aficionado podría ser detenido y deportado si se llega a descuidar. Ya no es preocuparse por carteristas y estafadores, ahora la preocupación está en cuidarse de estos grupos paramilitares contra los cuales ha habido protestas y enfrentamientos en Estados Unidos por sus redadas y procedimientos arbitrarios, violentos e inhumanos. Estas políticas de “seguridad” en los estadios de la Unión Americana son una instrumentalización de la política migratoria de Trump que la FIFA ha permitido, bajo la falsa idea de bienestar del aficionado.
El racismo ha inundado la cancha y debemos ser conscientes que el fútbol no es espacio para estas conductas, cuando vemos medidas discriminatorias e intimidantes en contra del aficionado. Lo que deja una sensación de vacío, si no se les permite el acceso a varias personas por ser migrantes o parecerlo, estaríamos ante un mundial con la ausencia del mundo.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.


