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Washington cada vez más complicado por su política exterior

A Bush «le duele el Asia»

Fuentes: APM

Como en un chiste de Mafalda, el presidente de Estados Unidos está sufriendo a carne propia los múltiples frentes abiertos: Irak, Irán, Palestina y Corea del Norte atentan contra su afán imperialista. El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, está preocupado por los múltiples frentes con los que debe lidiar en Medio Oriente y […]

Como en un chiste de Mafalda, el presidente de Estados Unidos está sufriendo a carne propia los múltiples frentes abiertos: Irak, Irán, Palestina y Corea del Norte atentan contra su afán imperialista.

El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, está preocupado por los múltiples frentes con los que debe lidiar en Medio Oriente y el sur de Asia. El duro revés en las últimas elecciones, que le quitó la mayoría en el Congreso, lo obligó a una autocrítica y a una revisión de la política implementada luego de la invasión a Irak. También lo agobian el desarrollo nuclear de Irán, el creciente papel del grupo Hamas dentro del gobierno palestino y el afán misilístico de Pyongyang en Corea del Norte.

La imagen del Presidente recuerda a un episodio de la tira cómica de Mafalda, aquel lúcido personaje creado por el genial dibujante Argentino, Joaquín Salvador Lavado (Quino). En esta ocasión, la pícara niña declaró enfermo al mundo, representado para ella por un globo terráqueo sobre la mesa de luz. Ante la pregunta de su padre sobre la dolencia, Mafalda respondió categóricamente, en referencia a la guerra de Vietnam: «el mundo está mal, le duele el Asia».

En este caso no es al mundo al que «le duele el Asia», sino a Bush, que ve con preocupación el alto costo electoral que tuvo su política exterior para este continente, sobre todo en la zona de Medio Oriente.

En este sentido, el primero en caer fue el secretario de defensa Donald Rumsfeld, que fue reemplazado por un antiguo director de la CIA, Robert Gates, conocido como miembro de la escuela republicana más pragmática. El motivo central del cambio es el retiro de los 140 mil marines que continúan en Irak, que ya se está convirtiendo en el Vietnam de la administración Bush.

Esto se debe a que, a medida que pasa el tiempo, más recrudece la violencia en el país árabe y más se fortalecen los grupos de resistencia armados. Contrariamente a la tesis de pacificación y democratización, argumento central para la invasión en 2003, Irak es actualmente un infierno, donde decenas de personas mueren por día (según un estudio ya van 600 mil desde el comienzo de los enfrentamientos), y donde el proceso de institucionalización no logra cristalizarse, debido a la incesante presión de Washington.

El segundo efecto de la clara victoria de los Demócratas en las legislativas, fue la reunión con el Grupo de Estudio de Irak (GEI), conformado por integrantes de ambos partidos. Este gesto político es un reconocimiento público del fracaso rotundo de la política para Irak, ya que implica trabajar junto con representantes del partido opositor, como Lee Hamilton, codirector del grupo. De la misma forma, se trata de un intento de abrir el juego ante la imposibilidad de resolver los conflictos en Medio Oriente.

Pero Irak no es el único frente abierto que tiene Estados Unidos. El primer ministro Israelí, Ehud Olmert, está de visita en la Casa Blanca para sumarle a Bush dos nuevos problemas, el desarrollo nuclear de Irán, y las maniobras de Hamas para hacerse con una mayor cuota de poder dentro del gobierno palestino. La intención del premier hebreo es que el presidente estadounidense no pierda de vista estas dos cuestiones que son claves para Israel, su aliado incondicional.

Con respecto a la situación en Irán, tras reunirse con Bush, Olmert manifestó que Israel y Estados Unidos tienen un «completo entendimiento» sobre ese país. En declaraciones a los medios, Bush advirtió que «si los iraníes quieren tener un diálogo con nosotros, debemos mostrarles el camino, esto es, que suspendan verificablemente sus actividades de enriquecimiento (de uranio)». Al mismo tiempo, ambos mandatarios amenazaron a Irán con sanciones.

Pero la realidad es otra. Hace algunas semanas, el director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), Mohammad El Baradei, reconoció el derecho legal de Irán a enriquecer uranio bajo el punto de vista de la legalidad y según lo dispone el Tratado de No Proliferación de armas nucleares (TNP). La AIEA regula el desarrollo nuclear en el mundo, y entiende que, si el país árabe se suscribe al TNP, no hay impedimentos para que no pueda enriquecer uranio.

De la misma forma recibió el apoyo explicito de los 118 países que integran el Movimiento de los No Alineados (NOAL), quienes condenan la intromisión de las potencias en las políticas internas de los Estados.

Con respecto a este tema, el presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, siempre fue claro con respecto a que el desarrollo nuclear que impulsa tiene fines energéticos. El martes, el mandatario desafió todas las amenazas de sanciones por parte de las Naciones Unidas (ONU) y afirmó que el plan estará terminado en cuatro meses. Teherán planea además instalar miles de centrifugadoras para sus centrales nucleares. «Queremos producir combustible (nuclear), es necesario entonces llegar hasta 60.000 centrifugadoras, estamos al comienzo del camino», dijo el mandatario iraní.

Hasta ahora, el desarrollo nuclear del país árabe parece inminente, y esto preocupa tanto a Bush, como a su aliado Olmert. Sin embargo, uno de los principales motivos de la visita del premier israelí a la Casa Blanca, es la presentación de un plan de pacificación en la Franja de Gaza y de reconocimiento de fronteras fijas para Palestina.

Esto se debe a los acuerdos entre el grupo nacionalista Al Fatah y el Movimiento de la Resistencia Islámica Hamas sobre la distribución de carteras en el próximo gobierno de unidad nacional, que se encuentra actualmente bajo negociación. Al mismo tiempo, Fawzi Barhoum, un vocero de Hamas aseguró que el nuevo gobierno, que será encabezado por el académico Mohamed Shubair, no reconocerá al estado de Israel. Esto, a pesar del vergonzoso bloqueo que Estados Unidos y la Unión Europea (UE) mantienen sobre Palestina por ese asunto.

«Esta cuestión de reconocimiento de Israel no tiene precedente en el plano internacional. No se pidió a las dos Alemanias (del oeste y del este) que se reconocieran mutuamente cuando el mundo entero las había reconocido», argumentó el representante de Hamas.

Al presidente Bush no se le acaban los frentes. Queda el programa de desarrollo de armamentos nucleares en Corea del Norte. Si bien Pyongyang confirmó su voluntad de regresar a las negociaciones multilaterales sobre el desmantelamiento del plan, demandó la supresión de las sanciones económicas y se puso duro frente a Washington.

De todas formas, el presidente de Estados Unidos comenzará una gira por el sur de Asia, donde se espera un encuentro con el presidente de Corea del Norte. Si bien el eje del viaje es la cumbre del foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC), los ojos del mundo estarán puestos en la postura de Bush, teniendo en cuenta su reciente derrota electoral, que puede pesar políticamente ante una eventual negociación con Pyongyang.

Como se ve, el panorama se muestra complicado para Bush. Tanto Medio Oriente como Corea del Norte son escollos que no puede resolver y la sociedad estadounidense comienza a darse cuenta. El apoyo a los demócratas fue un mensaje y la creciente presión internacional se hacen sentir cada vez más. Su afán imperialista encuentra cada vez más obstáculos y, definitivamente, su política exterior basada en el terror cada vez encuentra menos adeptos. A esta altura, queda claro que a Bush «le duele el Asia».

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