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¿A qué espera la izquierda abertzale?

Fuentes: Rebelión

La próxima vez que ETA decida declarar una tregua ¿cómo pretenderán que alguien les crea? ¿Es que puede haber alguien en la izquierda abertzale a quien no le resulte obvio que ETA parece empeñada en acabar para siempre con la posibilidad misma de entablar vías políticas? Uno se queda estupefacto. Ni adrede podría ETA haber […]

La próxima vez que ETA decida declarar una tregua ¿cómo pretenderán que alguien les crea? ¿Es que puede haber alguien en la izquierda abertzale a quien no le resulte obvio que ETA parece empeñada en acabar para siempre con la posibilidad misma de entablar vías políticas? Uno se queda estupefacto. Ni adrede podría ETA haber dado la razón al PP con más contundencia. En efecto, es como si todo lo hubieran organizado para demostrar que con ETA es imposible distinguir entre una tregua y una trampa.

ETA podría haber roto la tregua con un comunicado. Eso podría haber sido juzgado con mayor o menor dureza. Bien o mal, la vuelta a la lucha armada habría sido argumentada. Al fin y al cabo, es cierto que la forma de gestionar el proceso por parte del PSOE ha consistido básicamente en alardear de no haber hecho ni el más mínimo gesto de distensión, por irrelevante o simbólico que fuera (ni siquiera del tipo de los que en su momento hizo el PP). Si, aterrorizados por la COPE y El Mundo, deciden llevar adelante el proceso de paz exactamente como dice el PP que hay que llevarlo, es sólo cuestión de tiempo que las cosas ocurran exactamente como el PP dice que van a ocurrir. Era obvio que por ese camino la ruptura de la tregua por parte de ETA era sólo cuestión de tiempo.

Pero lo que ha hecho ETA supera todas las previsiones. Lo que ha hecho ETA destruye el principio más básico a partir del cual los seres racionales son capaces de hacer política: la fidelidad a la palabra dada. Ante un interlocutor que, cuando dice «alto el fuego», lo mismo puede estar significando «alto el fuego» que bombas de 500kg, es obvio que no hay nada que hablar. Con esto, ETA ha perdido ya definitivamente la posibilidad de ser tomada en consideración desde cualquier perspectiva política.

Ante esta situación, para recuperar alguna esperanza en la posibilidad de una solución dialogada al conflicto que incluya a la izquierda abertzale, resulta claro que, por decirlo así, la pelota está en el tejado de Batasuna; y sólo tiene dos opciones: o continuar en silencio y dejar claro que no le corresponde más que un papel político subalterno al de la organización armada (a la que obedecen incluso ante actos imposibles de defender para ningún ser racional), o condenar sin paliativos este crimen delirante y, así, recuperar la iniciativa y el liderazgo en el seno de la izquierda abertzale. Si optan por seguir vendidos a lo que a cada rato decida hacer cualquier grupo de adolescentes descerebrados que diga actuar en nombre de ETA, quedarán irremediablemente tan desautorizados como la banda armada de cara a cualquier posible diálogo. De nada les servirá en esta ocasión aguardar esperanzados a ver si ETA saca un comunicado denunciando una escisión y desmarcándose del atentado. Si, para condenar algo que repugna a los principios más básicos de la razón, tienen que esperar a que ETA les dé permiso, entonces es que está ya todo perdido para el diálogo.